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Caperucita y el detective - Capítulo 4


En una de las múltiples profundidades del bosque de nuestro adorable e idílico Glimmerbrook se encontraba Erik Longcrow, un aventurero detective, con manos largas y problemas con el néctar, que casi se va con La Parca la noche anterior debido a la lluvia salvaje… o eso dice él, que es un poco exagerado.

La lluvia había sido tan fuerte que su parcheada tienda le había caído encima… y así pasó la noche porque la idea de salir de ahí no parecía ser buena. Sin embargo, al rato llegó el viento y Erik tuvo que empezar a pensar seriamente en aceptar la idea de que el viento se lo llevara y muriera estrellado contra un árbol. Afortunadamente esa muerte no existe en este mundo de Los Sims 4, pero uno nunca sabe qué tipo de mods tendrá puestos la Señora que nos controla.


La tormenta cesó y Erik salió a revisar los daños. Su parcheada tienda estaba bien, solo que no había aguantado la fuerza de la lluvia. Menos mal que estaba encantada para no mojarse. ¡Nada como la magia para hacer algo impermeable! Y bueno, a las muy malas, si su parcheada tienda era destruida, siempre tenía la otra en su inventario. Hombre precavido sigue valiendo por uno.

Pero bueno, el drama de la tormenta era cosa del pasado (muy reciente), ahora tocaba comer algo y ponerse en marcha. A Erik lo esperaba el caso de su vida, un caso que nadie había logrado resolver, ni siquiera su mentora, Felberta…


¡Ay, Felberta! ¿Qué diría si lo viera en este estado? Viajando a pie con una tienda de campaña encantada, el pelo sucio y comiendo malvaviscos… ¿Qué diría si supiera que se había arruinado jugando a No despiertes a la llama?

Probablemente lo insultaría. ¿Cómo plumbobs se había arruinado con No despiertes a la llama? Ella misma le había enseñado a jugar… y a apostar. Ambos eran campeones y cuando vivían juntos agrandaban las arcas de su unidad doméstica no solo con lo que ganaban como detectives, sino con el dinero de las apuestas. Pero bueno… ahora Erik estaba solo y a cargo del negocio, y últimamente esto de investigar iba algo lento, lo cual lo llevó a beber néctar… mucho néctar, y a apostar una y otra, y otra, y otra vez… y de tanto néctar le temblaban las manos… y de tantos temblores había despertado a la llama en múltiples ocasiones…

Pero bueno, probablemente después de insultarlo le habría dicho que estaba orgullosa de él. No todos los días los mismísimos reyes de Windenburg te mandaban a llamar para resolver un importante caso… ¡Y vaya caso! Un caso frío, de varios años, que ni la mismísima Felberta había podido resolver. Si él lo lograba no solo nadaría en dinero, sino que su popularidad como detective estaría por los cielos. Adiós a los casos sobre campesinos infieles y ovejas robadas.

Aún no estamos en Windenburg y todavía tenemos varios días de viaje por delante. Si seguía lloviendo como estos últimos días probablemente se alargaría un poco más la travesía, pero bueno, los reyes estaban advertidos. Erik les había enviado una paloma mensajera exprés para decirles que estaría encantado de disfrutar de su presencia cuanto antes, pero previo a este honorable encuentro debía finalizar ciertos asuntos, como el caballero que era. Esto significaba que no tenía un céntimo para viajar en carreta, ni en caballo de CC y que iría a pie, lo cual implicaba varias pantallas de carga… pero eso no tenían que saberlo los reyes. ¿Cierto?

En fin, en un rato se pondría en marcha. Por ahora disfrutaría un poco más del calor del fuego…


Un olor extraño llegó a su nariz… un olor que solo podía clasificar como…

Un grito agudo lo sobresaltó e interrumpió el profundo análisis que hacía sobre el olor… ¡Por el plumbob! ¿Qué estaba ocurriendo? Se escuchó otro grito y el olor se intensificó… sí, definitivamente olía a peligro.


Erik salió corriendo en dirección al grito…

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