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Caperucita y el detective - Capítulo 15


El príncipe gritó palabras prohibidas.


Por fin se había largado el hombrecito ridículo del moño y la mujercita que parecía un palo. ¡Vaya par! Sus padres lo estaban volviendo loco. Contratar detectives para semejante estupidez. Y él que creía que se había librado de detectives para siempre…


Había sido mala idea volver, pero tampoco podía quedarse de aquí para allá por el resto de su vida. Pronto lo coronarían Príncipe Heredero y debía estar presente. Sabía que no podría volver a irse, al menos no a corto plazo…


Recordaba perfectamente la noche del fatídico baile. Recordaba el rechazo de la chica después de que ella misma lo besara… su mirada tan curiosa… llena de rabia y sorpresa, la veía correr alejándose de él.

Había corrido detrás de ella como un imbécil. Le parecía conocida, pero no acababa de recordar quién era. Miro al suelo y vio una de sus zapatillas. ¿Qué significaba esto? ¡Por el plumbob, era enorme! ¿La había dejado allí a propósito? ¿Será que quería jugar? Lo que ella no sabía es que aquí el juego lo elegía él, al igual que las reglas…

Miró bien la zapatilla… ¿Era de cristal? ¿Cómo podía estar usando zapatillas de cristal? ¿Cómo pudo correr con eso? Sabía que había mujeres locas que harían cualquier cosa por verse bien… pero ¿ponerse cristales en los pies? ¡Ni siquiera se le veían con el vestido! No tenía lógica… bueno, la chica tampoco. Huir así de él…

Volvió al castillo con la zapatilla en mano. No, no iba a darle el gusto a la chica. Seguro quería que la persiguiera, que la buscara, que le rogara… pero eso no sucedería nunca.


«Harold, ¿qué pasó con la muchacha?», preguntó su padre


«Te vimos correr detrás de ella… ¿Está bien? ¿Tú estás bien?», preguntó su madre


Sus padres tenían la costumbre de salir de la absoluta nada. Algo que a él le ponía de los nervios, pero que su hermano solía celebrar…

Se giró hacia ellos.


«No lo entiendo… se… se ha ido corriendo. Un momento hablábamos y reíamos y de pronto… de pronto huía… Ha dejado esto», dijo con toda la pena que pudo


«¿Es… de cristal?», preguntó su madre sorprendida


«Eso parece… Es única, como ella»


«¿Quién es la joven? ¿Sabes cómo se llama?», preguntó su padre


«No… no sé nada de ella. Solo que ha dejado esto… es realmente la pista perfecta para encontrarla…»


«Muéstrame esa zapatilla», le pidió la reina. «Imposible que sea de cristal…»


Lo que ocurrió después fue una de sus mejores actuaciones. Se acercó a sus padres para darles la zapatilla. Movía la mano como si le temblaba, de pronto dobló el tobillo hacia un lado y fingió resbalarse. La zapatilla ‘escapó’ de su mano y se estrelló contra el suelo. Quedó hecha pedazos.

Los gritos reales de sus padres superaron los suyos fingidos.

«¡NOOOOOO! ¡¿PERO CÓMO PUEDO SER TAN IMBÉCIL?!»

El príncipe volvió a la partida de ajedrez que jugaba consigo mismo. Debía mantener la compostura, pronto lo coronarían Príncipe Heredero, como siempre debió ser. No podía gritar palabras prohibidas así como así… su hermano definitivamente no lo haría.


Continuó la partida durante un rato…


Se preguntó si el detective del moño y el palo que tenía por esposa encontrarían algo sobre la chica. No los veía capaces. Con tan poca información… igual, si la localizaban, él la mandaría a freír llamas.


«Jaque mate», dijo a la habitación vacía

Erik y Scarlett salieron del castillo. Parece que era costumbre que el detective saliera de allí refunfuñando.


«¿Has visto cómo nos ha tratado el principejo ese? ¿Qué se cree? ¡Es un imbécil!», decía furioso


«¡Ay, a mí me ha parecido encantador! ¡Tan guapo! Ese pelo y esa mirada y esos brazos fuertes…», dijo Scarlett tratando de aguantar la risa. Era la oportunidad perfecta para aligerar un poco el ambiente


«¡Por favor! Dime que es una broma. Es el sim más común que existe. Todo el mundo crea sims normativos y estereotipados mientras defienden la inclusión… Más repetido no puede estar el principejo ese», chilló Erik


«¡Deja de generalizar! ¡Y deja a la gente crear a sus sims como quiera! Yo al príncipe lo veo como un dios»


«¡Mentirosa! ¡Te estás riendo!»


«Es la risita tonta de niña enamorada», siguió Scarlett


«Sí, claro. ¡Es un imbécil! Probablemente la muchacha huyó porque era un baboso pervertido»


«No veo otra explicación. Me gustó cuando le dijiste: ‘Soy yo quién decide cuando termina el interrogatorio’. Creí que nos lanzaría por la ventana»


Se quedaron callados y se alejaron un poco más. Scarlett tenía que decirle lo que había descubierto, pero él estaba tan serio…

«Que sepas que le pedí dinero a la reina para pagar a las brujas… Por supuesto, quiere recibos. Tenemos que volver a casa de Odelgarde a pedirle que nos devuelva las palomitas. Las traeré al castillo cuando volvamos…», dijo Erik sin mirarla


Scarlett no pudo evitar sonreír.


«¿Ves que no era tan difícil?», le dijo


«Esta vez por suerte no…», respondió él, aún un poco amargado


«O sea que sueles robar…», soltó Scarlett decepcionada pero no sorprendida


Erik puso los ojos en blanco.


«Me acostumbré a ello para sobrevivir… así fue como conocí a Felberta. Entré a su casa a robar comida y lo que pudiera. Yo vivía en la calle… ella me descubrió y amenazó con descuartizarme con el Extreme Violence. Dijo que llamaría al Sheriff y yo me asusté. Le dije que haría cualquier cosa con tal de que no lo hiciera. Me puso a limpiar su casa… poco a poco nos hicimos amigos y me incluyó en el negocio»


«Felberta es una santa»


«Lo es…»


«Pero seguiste robando…»

«Aunque no lo creas viene bien para este trabajo. Siempre beneficia a la investigación. Una vez estaba investigando la emocionante desaparición de un cerdo. Fui a la carnicería y el hombre dijo no saber de qué le hablaba. Le robé unas cuantas monedas mientras atendía a unos clientes. Cuando se fueron le ofrecí ese mismo dinero y el hombre habló»


«¿Y qué pasó?»


«Nada, no se dio cuenta en ese momento»


«Con el cerdo», quiso saber Scarlett


«¡Ja! Se lo había vendido el vecino de mi cliente. Era un cerdo enorme. Al parecer el animal invadía su jardín y destrozaba su arbusto ñiquiñiquil cada vez que podía. El hombre se hartó, lo secuestró y se lo vendió al carnicero por un precio de risa. El pobre ya era chuletas… no pude hacer nada»


«¡Qué horror! ¿Y qué hizo tu cliente?»


«Incendió el arbusto de ñiqui ñiqui del vecino y al poco tiempo su casa. Yo no dije nada»


«Hiciste bien», aseguró nuestra chica

«¿Robar está mal, pero callar un crimen no? Huele a doble estándar, caperucita», le dijo el detective con su clásica sonrisa


«Se trata de un animal… es diferente… es la excepción. Si alguien atacara a mis ovejas yo lo destrozaría», aclaró Scarlett


«No sabía que tenías ovejas»


«Son un poco perrunas. Se llaman Blancanieves y Jack Sparrow. Mi amiga Leonor bautizó a Jack Sparrow… supongo que era una señal temprana de su obsesión con los piratas»


«Me tienes que presentar a Leonor», le dijo Erik


«¡Ojalá! No sé en qué parte del mundo está. La echo mucho de menos… Por cierto, ¿Qué pasa con ese mega moño?»


«Nada que no sea tu envidia. Jamás podrías peinarte así», dijo él


«Y tampoco quiero. Pareces la tía de alguien»


«Envidiosa»

Llegaron al pueblo y Scarlett decidió contarle por fin lo que había descubierto…


«Hay algo que debes saber… Bueno, dos cosas: la duquesa de Chickenlorn y el príncipe son amantes. Y ahora tenemos un sapo en casa, está herido, le hice una casita improvisada. Cuando mejore lo liberaré», soltó sin anestesia


«¡¿Eh?! ¿De dónde sacas todo eso? ¿Pero qué…», Erik no entendía nada


«Del bosque. Verás, anoche no podía dormir y me fui a dar un paseo…»


«¡¿Sola?!»


«¡Con mi hada madrina! Por supuesto que sola, tú estabas en la taberna ¿no? En el bosque escuché voces y era una pareja… los estuve espiando un rato hasta que la cosa se puso… a punto de Wicked Whims…»


Scarlett le contó todo lo que había escuchado.


«Por eso estabas tan rara y dijiste lo de la araña»


«¡Exacto! A ella me costó más reconocerla porque no la vi tan de frente, pero a él sí»

«Pues eso explicaría también el desagrado de la reina por la duquesa y por qué dijo que éramos constructores. Quiere alejarla de su niñito encantador, que no sepa que le está buscando novia», dijo Erik


«¿Pero crees que su relación sea un secreto a voces?», preguntó Scarlett.

«Si lo fuera no creo que irían al bosque… tal vez simplemente se esconderían en el castillo»


«Tiene sentido, pero creo yo que no hay secretos para la reina. Tenemos que averiguar más del principejo y el hermanito perdido. Si este payaso es el que va a heredar el trono tenemos que hacer lo posible por encontrar a William»


«Dicen que es mejor malo conocido…», se rio Scarlett


«¿Qué nombre le has puesto al sapo?», preguntó Erik de pronto


«Se llama No sé»


«Una oportunidad perdida. Con lo bien que le hubiese quedado llamarse Torquato Tasso. Combina con tus ovejas»


Scarlett se echó a reír.


«Prometo llamar así a mi próxima oveja», dijo entre risas

«¿Vamos a comer?», le preguntó Erik. «No he probado bocado en todo el día»


«Ahora no puedo… vi un anuncio de un trabajo esporádico esta mañana en el correo. Necesitan ayuda en la biblioteca… mi abuela, Villa Magnolia, ya sabes…»


«Sí, no lo he olvidado. Ve, yo iré a comer y luego pasaré a hablar con las brujas. Deséame suerte», pidió Erik


«No te hace falta. Creo que tienes a Odelgarde ganada, por más seria que parezca»


«No me gustan las brujas», soltó él

«No te creo. Estabas encantado con ella antes de que llegara Úrsula»


«Es que no soy ciego. Es hermosa», le dijo y la miró fijamente


«Como el príncipe», respondió Scarlett

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