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Caperucita y el detective - Capítulo 17


Mientras Erik se divertía en la taberna con su cerveza, el juego de No despiertes a la llama y sus constantes pensamientos en los que siempre estaba Scarlett, la verdadera Scarlett de carne y píxeles llegó a la biblioteca de Windenburg. ¡Menos mal que existían las pantallas de carga porque si no se hubiese perdido!

La biblioteca de Glimmerbrook tenía absolutamente todo que envidiarle a la de Windenburg. ¡Esto era una maravilla! Estaba distraída admirando la perfección del edificio cuando el bibliotecario, Rodolfo Pandeavejas, se acercó a ella.


Apenas pudo saludarla, pues nuestra Scarlett estaba tan emocionada que empezó a hablar sin parar y a darle una lista de razones por las que debería contratarla para hacer el trabajo esporádico que había anunciado en la cartelera del correo.


«… y sé que no es lo mismo la biblioteca de Glimmerbrook, pero allí aprendí a categorizar los libros y a organizarlo todo. El bibliotecario de allí está bastante rendido, así que algunas veces me encargo yo porque, total, me he leído todos los libros y…»


«¡El trabajo es tuyo!», exclamó Rodolfo. «Necesito a una persona apasionada y no a sims de turno que solo buscan sacar simoleones»


«¡Gracias! ¡No se va a arrepentir! ¿Por dónde empiezo?», preguntó entusiasmada


«Por los libros y pergaminos de geografía que acaban de llegar. Hay que categorizarlos por saga sim y alfabéticamente», explicó el bibliotecario

Scarlett empezó la labor. Era muy relajante. ¡Cómo extrañaba leer! Echaba tanto de menos el olor de los libros… ese perfume tan único. ¡Mira, un libro sobre Glimmerbrook! No tenía ni 100 páginas, lo cual era comprensible.


Ahora que lo pensaba… ¿habría ido Erik a ver a las brujas? Seguro que esta noche tampoco volvería… Se quedaría con Odelgarde… mientras ella pasaba la noche escuchando a No sé, su nuevo sapo, quejarse exageradamente del dolor…


Todavía no había decidido si había perdonado a Erik o no, pero se sentía aliviada porque al parecer las cosas volvían a ser como antes. Tal vez debía perdonarlo… no había hecho daño a nadie y, además, iba a intentar arreglarlo con las brujas. Sí, seguro lo arreglaría muy, pero muy bien con Odelgarde…

Scarlett organizó varias pila de libros bastante rápido, pero todavía quedaban algunos. ¡Ojalá tener tiempo de leerlos! Uno de los libros llamó su atención. Se llamaba ‘Pueblos perdidos’ y por lo visto trataba sobre lugares desaparecidos por guerras, bandidos, ladrones, conquistas y así. Todo muy conveniente, claro.


Recordó lo que le había contado Erik de los bandoleros que habían atacado su aldea. ¿Será que encontraría algo sobre ella en ese libro? ¿Cómo era que se llamaba? ¿San Rosebud, verdad? Sí, ese era el nombre que le había dado.

Revisó el libro y luego otro similar, y otro y otro… y no encontró nada. ¡Muy raro! Decidió mirar en otro tipo de libros hasta que finalmente encontró ‘La guía del viajero sin pantalla de carga’. Allí recomendaban visitar varias aldeas y una de ellas, muy pequeñita, se llamaba San Rosebud. ¡Bingo!


Aunque… San Rosebud era una aldea de pescadores y de flores. Un lugar pacífico que se había mantenido durante generaciones. ¡Vaya, vaya! Así que el melenudo le había mentido… Era raro porque lo había visto muy afectado cuando le contaba la historia de los bandoleros. ¿Será que era todo mentira? ¿O tal vez solo le había mentido en el nombre? Pero… ¿por qué?


La decepción volvió a invadirla, pero su lado al que llamaremos ‘racional’ (por falta de algo mejor) le dijo que él no la conocía de nada y no tenía por qué contarle su vida. Se sintió tonta… ella había confiado en él y por alguna razón esto de la aldea le estaba afectando mucho.


«¿Qué más da, Scarlett?», se dijo a sí misma. «Solamente es un mentiroso, ladrón que dice haber pasado la noche en la taberna y no huele a alcohol… ¿SERÁ QUE PASÓ LA NOCHE CON ODELGARDE?»


«¿Y sí es así a ti qué más te da?», preguntó su lado racional. «Ambos son adultos»


«Además, Odelgarde es guapísima y tú eres un palillo con exceso de dientes», interrumpió su lado saboteador


Cerró la guía y decidió reanudar su trabajo. Si todo iba bien y la Señora que nos controla era benévola pronto podría partir a Villa Magnolia y no tendría que pensar en Erik ni en la bruja.

Terminó de organizar todo y fue a buscar a Rodolfo, el bibliotecario. Por fin lo encontró. Venía subiendo una escalera… es que la biblioteca hasta tenía un sótano. ¡Qué maravilla!


«Perdona, Scarlett, hoy me ha tocado actualizar el registro», le dijo. Se veía cansado


«¿Registro?», preguntó con curiosidad


«Sí, el registro de Windenburg se guarda en el sótano. Ya sabes, documentos oficiales, actas de matrimonio, de nacimiento, de defunción. Registro de tiendas, negocios…»


Scarlett parpadeó. En Glimmerbrook eso no existía, que ella supiera…


«¡Claro! El registro… jaja. Acabo de terminar de organizar todo, por si quieres echar un ojo»


Rodolfo asintió y se dirigió a las estanterías. Al poco tiempo volvió y la felicitó.


«¡Todo perfecto! Aquí tienes tu pago: 50 simoleones. ¿Te interesaría volver en un par de días? Van a llegar unos libros sobre la historia de los bugs. Serán 100 simoleones porque es el doble de ejemplares», explicó Rodolfo


«¡Encantada de volver! Muchas gracias, Rodolfo»

Scarlett llegó a casa y para su sorpresa se encontró al melenudo esperándola con la cena hecha. El condenado era un excelente cocinero. Sinceramente ella pensaba que estaría entre los brazos de Odelgarde… tal vez lo había rechazado… quién sabe.


«¡Qué cara tienes», le dijo Erik. «¿Tan mal fue el trabajo en la biblioteca?»


«No, para nada. Solo estoy cansada. Tengo que volver en un par de días para otro trabajo. Es preciosa la biblioteca», explicó Scarlett


«Me alegro… ¿eso quiere decir que pronto tendrás el dinero, no?»


«Lo dudo. Hoy me pagaron 50 simoleones. La próxima serán 100»


Erik miró su plato y dijo: «Tenemos los 10.000 simoleones de la reina…»


«¡Ni se te ocurra! ¡Eso es para la investigación!», chilló Scarlett


«Ya… pero…», empezó Erik, pero se quedó callado… quería ayudarla y fue lo primero que le salió. «Podríamos pedírselo a la reina como un préstamo o un adelanto del pago por la investigación»


«No, ya le debo dinero a Pandulfo y ahora te debería a ti o a la reina…»


«Solo intento ayudar», se justificó Erik


«¿Has ido a ver a las brujas?», preguntó Scarlett

«Sí, pero no estaban», mintió Erik. «Volveré mañana… aunque ya se acerca la fecha del ritual para invocar al hada. Tal vez sea mejor hablar el tema con ellas el mismo día»


«Mientras devuelvan las famosas palomas…»


Siguieron comiendo en silencio. Erik no entendía qué le pasaba ahora. Quería preguntarle directamente lo de los ojos, pero tenía la impresión de que la haría enfadar y le clavaría el tenedor en la cara.


«¿Sabes?», dijo ella. «Me tocó organizar libros de geografía y viajes… ¿Y sabes qué encontré? ¡Tu aldea, San Rosebud! No está para nada destruida, sino llena de pescadores y floristerías… No mencionan nada de ataques de bandoleros»


«Eso es porque no se llama San Rosebud», replicó el detective


«Ese fue el nombre que me dijiste»


«Habrás escuchado mal», respondió él. El comentario de Scarlett le había cerrado el estómago y no podía seguir comiendo, pero no podía dejar que se notara. Tendría que inventarse otra cosa… Aunque esto le hacía sospechar que ella ya lo sabía. Pues si era así que lo dijera en su cara…


«Dijiste San Rosebud»


«Dije San Rosewood. WOOD no BUD», dijo él y le mostró su mejor sonrisa

«¡Aaaaah! ¡Claro! Ya entiendo la confusión», dijo ella y siguió comiendo. Sabía que le mentía. Al parecer el melenudo no quería contarle nada. ¿Por qué? Sería interesante descubrirlo, pero ¿cómo?


Terminaron de comer y Scarlett le dio las gracias. Luego fue a su habitación a buscar a No sé… tenía que revisar su pata y ver si tenía hambre…


Al entrar a la habitación Scarlett escuchó al sapo cantar muy bajito. Le habló en un susurro. No quería que Erik escuchara.


«¡Hola, No sé! ¿Tienes hambre?»


«¿Hambre? ¿Yo? ¡No! Cené moscas. Entraron por la ventana. ¡Deliciosas!»


«Mmmm, sí, deliciosas sin duda. ¿Qué tal tu pata?»


«¡Uy, duele, duele, duele!», dijo el sapo y volvió a enseñarle la pata mientras ponía la cabeza a un lado y cerraba los ojos

Scarlett contuvo una sonrisa. «Ven, vamos a curarte», dijo.


Llevó la improvisada casa fuera de la habitación y comenzó el ritual del falso medicamento que le ponía en la pata. Ya estaba casi curado y se notaba que exageraba.

Erik terminó de lavar los platos y se acercó.


«¿Esta es nuestra nueva mascota?», dijo y miró al sapo


Scarlett no pudo evitar sonreír… eso de ‘nuestra’ sonaba muy bien. Pero ¡NO! ¿Qué le pasaba? El melenudo podía ser muy buena gente, pero también era un mentiroso ladronzuelo…


«Hola, No sé», dijo Erik


El sapo lo miró y le dijo «Hola. ¿Tú quién eres?», pero Erik solo escuchó:

«Croack. Cro croack croacccc»


«Muy habladora la rana», dijo el detective y se echó a reír


«Es un sapo», corrigió Scarlett


«¡Cierto! ¿Cuál es la diferencia?»


«Las piernas, por ejemplo. Los sapos tienen piernas más cortas. Los sapos son más terrestres y suelen corren más que saltar…»


«Eres toda una enciclopedia»


«Ya sabes que en Glimmerbrook no hay nada que hacer. En fin, me voy a dormir»

Erik se quedó solo con el sapo. Por lo visto Scarlett seguía odiándolo y no entendía por qué…

Al día siguiente pusieron rumbo al pueblo. Iban a visitar a los invitados al baile de máscaras de los reyes, específicamente a aquellas familias con doncellas ‘casaderas’.


«¿Has pensado que la chica de la zapatilla podría ser la duquesa se Chickenlorn?», dijo Scarlett


«Por supuesto que lo he pensado. Pero no nos va a decir nada… al menos no todavía. Necesitamos más detalles, más evidencia que apunte hacia ella. Por cierto, tengo que contarte lo que averigüé ayer…»


Erik le contó las conversaciones que tuvo con el guardia, la cocinera, la dama de la reina y el ayudante de cámara.

«¡Santo Plumbob! O sea que el duque de Chickenlorn está un poco loquito ¿no? Por eso en el bosque la duquesa decía que no se daría cuenta si ella se iba…», dijo Scarlett impresionada


«Eso parece…»


«¿Y William estaba comprometido con la hija del Barón? ¿Y el Barón resultó ser un deudor?», decía Scarlett y se reía. «¡Esto tiene más drama que los libros de Simastía!»


«Lo del compromiso lo sabía por el cuaderno de Felberta, pero no lo del Barón…»


«¿Y eso de que la duquesa de Chickenlorn sea una bruja…? ¿Será verdad?», Scarlett seguía pasmada


«Creo que Úrsula y Odelgarde podrán ayudarnos con ese tema…»


«Sí, claro… Odelgarde. ¿Y cuándo fuiste al castillo? ¿Antes o después de ir a buscar a las brujas?»


Erik suspiró. Así que no le había creído lo de que las brujas no estaban…


«Después de ir a verlas y descubrir que no estaban en casa», aseguró él


«¡Ahmm! Claro…»


«¿No me crees o qué?»


«No he dicho eso. En fin, supongo que iremos a visitar a la ex de William ¿no?», siguió Scarlett


«Por supuesto, será nuestra última parada. Hice un pequeño mapa. Primero veremos a las doncellas casaderas que asistieron al baile y luego iremos con la exprometida, que también estaba invitada», explicó Erik

«¿Por qué damas casaderas?», quiso saber Scarlett. «¿Que acaso las damas casadas o viudas no pueden aportar información? La duquesa de Chickenlorn está casada y se ñiqui ñiquea al príncipe…»


«Caperucita, querida. Es culpa mía por no haberte mostrado la lista de invitados y tuya también por no interesarte en ella. Pero la lista que me dieron los reyes tiene escrito al lado de los nombres quiénes están solteras. El 90% de los invitados son familias con jóvenes solteras. No intento discriminar a nadie»


«O sea que tal vez el verdadero motivo del baile de máscaras era buscarle novia al encantador príncipe Harold», concluyó Scarlett


«¡Exactamente!»


«¿Y la duquesa de Chickenlorn estaba invitada?», quiso saber nuestra querida Caperucita


«Sí»


«¿Y cuándo vamos a hablar con ella?», quiso saber Scarlett


«Vas a hablar con ella. Será después de esta ronda con las damas casaderas… por lo que decía la cocinera sobre la duquesa, creo que no será difícil que la gente hable sobre ella», explicó Erik

«¿Yo? ¿Y por qué yo?»


«¿Que no te quedaste con ella esperando su carruaje? Vi como hablaban. Y visto lo visto, hasta podrías ser su mejor amiga»


«Sí, pero eso fue para asegurarme de que era la chica del bosque. Ya te lo dije»


«Supongo que siempre podemos ir a su casa a ofrecer nuestros servicios como constructores», bromeó Erik


A Scarlett se le iluminó el cerebro…


«No necesariamente. No creo que se sienta atraída por ello, parecía cero impresionada cuando la reina comentó lo del castillo de verano y bla bla. Le llamaría la atención otra cosa… un vestido tal vez, uno exclusivo, hecho para ella… Necesitaré algunas cosas…»


«Soy todo oídos», respondió Erik

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