En un lugar de Windenburg, del que siempre queremos acordarnos por su perfecta mezcla entre bosque y mar, se alza un pequeño pero elegante castillo. Es el hogar del Marqués de la Pasa, su hermano y la hermana menor de ambos.
«¡Como dije, mi hermana no asistió al baile y nosotros no vimos nada de ninguna señora huyendo de su alteza real el príncipe Harold!», repitió casi a gritos el marqués Parsimonio de la Pasa
Scarlett estaba impresionada por la reacción del hombre. Prácticamente no los había dejado hablar. No quería responder nada y lo poco que decía se resumía en lo mismo: no vimos nada.
«Ilustrísimo Marqués, por favor, tome un poco de aire, que no quiero que le dé algo», dijo Erik con su mejor cara de preocupación. Scarlett no pudo disimular la risa
«¡A mí no me va a decir usted cuándo respirar! ¡Fuera de aquí! Ya les dije lo que sabemos», chilló el hombre
«Con todo respeto, ilustrísimo Marqués de la Pasa, le recuerdo que somos emisarios de los reyes. Usted tiene un compromiso de lealtad hacia ellos y por lo…», empezó Erik
«Ya me ha dicho de donde vienen y ya le dije lo que sabemos. Puede irse», interrumpió el Marqués
«Parsimonio, por favor…», empezó su hermano
«¡Silencio, Lucrecio!», chilló el Marqués
La hermana de ambos, quien había permanecido callada todo el tiempo se llevó la mano a la cara. Estaba roja de vergüenza. Luego miró a Erik, abrió muchos los ojos y señaló con su rostro hacia la puerta…
«¡Ambrosio!», llamó el Marqués al sirviente. «Acompañe a los señores Longcrow a la puerta»
«Sí… po… por su-su-supuesto, ilustrísimo», dijo el pobre Ambrosio. Estaba aterrado
Erik y Scarlett salieron del castillo. El pobre Ambrosio murmuró un «Lo siento» antes de cerrarles la puerta en la cara.
«Al parecer hemos encontrado a alguien peor que el príncipe Harold», dijo Scarlett indignada. Seguía nerviosa al estar cerca de Erik… después de lo que no había pasado hacía un rato… esa mirada… ¡Santo Plumbob!
«En verdad, Caperucita, hemos tenido mucha suerte estos días. Diría que en la mayoría de mis casos el 20%-30% de las personas personas no quiere cooperar. Aunque muy pocos me han echado a gritos de su casa…»
«¡Pff! ¡Qué asco da la gente! ¿Y qué vamos a hacer ahora?»
«Tú camina con toda la dignidad que nos queda. Tengo la impresión de que no nos iremos con las manos vacías»
«¡Esperen!», gritó Orella de la Pasa, la hermana del Marqués
Erik ahogó la risa y le dijo a Scarlett que no se girara a ver a la chica. «Por efecto dramático, Caperucita. Nosotros dignos mirando el horizonte… distraídos con nuestras cosas…»
Scarlett rio, pero no lo miró.
Orella los alcanzó y se puso delante de ellos.
«Perdonen a mi hermano, por favor. Es un amargado. Desde que lo dejó su novia está peor que nunca», trató de justificar la chica
«Tal vez lo dejó por rancio y gritón», soltó Scarlett
«Esa es mi teoría», rio la chica. «Pero como es taaan elocuente solo nos dijo ‘Mi relación con Sanchia ha terminado’ y se encerró en su habitación tres días»
«¿Sanchia? ¿La Vizcondesa de Batamanta?», preguntó Erik. No podía negarlo, le encantaba un chisme
«¡La misma! Una pena. Me cae muy bien, aunque no sé qué le vio a Parsimonio»
Erik y Scarlett no pudieron evitar reírse
«Supongo que se estarán preguntando qué hago aquí. Verán… es que yo sí asistí al baile, solo que les hice creer a mis hermanos que no… Son muy sobreprotectores y sobre todo muy aburridos», explicó la joven
«¿Y fue usted la que huyó del príncipe?», preguntó Erik… nunca estaba de más
La chica se rio exageradamente, lo cual siempre era una señal de algo
«Noooo… ¿yo? JAJAJAJA… Yo estabaaaa… ocupada con otra cosa. Es lo que digo, mis hermanos son unos insoportables. Antes de irnos al baile fingí que me sentía mal y dije que me quedaría en casa. Ellos se fueron, pero al rato me vestí y me fui»
«¿Qué vestido y qué máscara llevaba?», preguntó Scarlett
«Un vestido gris, máscara negra y peluca. No quería que me reconocieran mis hermanos… al final las máscaras hacen poco»
«¿Y con qué estaba ocupada?», Erik le mostró su clásica sonrisa
«¿Quién?», preguntó ella inocentemente
«Usted, por supuesto», respondió el detective y no pudo evitar arrugar el rostro
«Pues estaba ocupada bailando… disfrutando sin Parsimonio y Lucrecio…»
«¿Y qué nos puede decir de la muchacha que huyó del príncipe?», siguió Scarlett
La chica sonrió sin mostrar los dientes y miró al suelo.
«Más bien poco… yo estaba bailando cuando vi que ella corría y Harold iba detrás. ¡Fue muuuuy vergonzoso!», explicó la joven
«¿Con quién bailaba? Me refiero a usted, Orella», soltó Erik
La muchacha se sonrojó levemente.
«No sé… no le vi la cara…», respondió ella
«Pero dijo usted que las máscaras poco hacían…», insistió Erik
«Es que tenía toda la cara tapada. Era una máscara entera»
«¡Aaaah, claro!», Erik la miró con su mejor cara de ‘No te creo’ y ella volvió a sonreír sin mostrar los dientes
«Dicen ustedes que los reyes quieren información sobre la noche del baile… ¿Por qué? ¿Se trata de la misteriosa muchacha que huyó del príncipe, verdad?», preguntó Orella
«No estamos autorizados para discutirlo con nadie que no sea la reina o el rey. Lo siento mucho, Orella…», explicó Erik. Esta muchacha era muy curiosa
«Lo decía sobre todo por si podía ayudar en algo. Conozco a mucha gente y tal vez pueda averiguar sobre la chica y ayudarlos»
Erik no le creyó, al menos no del todo.
«Pues adelante… sería de gran ayuda. Seguro que el príncipe estaría muy agradecido…», dijo el detective
Orella sonrió.
«Seguro que sí», dijo
«Señorita Orella, ¿conoce usted a la duquesa de Chickenlorn?», preguntó Scarlett
«¡Sí! Estaba en el baile. Tal vez ella sí que conocía a la chica. Se quedó mirándola fijamente cuando empezó a bailar con Harold»
Scarlett y Erik se miraron. Adiós a la ya débil teoría de que la chica de la zapatilla fuera la duquesa, suponiendo que Orella dijera la verdad, claro.
«¿Es usted amiga de Harold?»
«jeje… solíamos salir por ahí, antes de que se fuera de viaje. Antes de lo de William», explicó
«Y supongo que Sanchia de Batamanta también iba a esas salidas ¿no?», soltó Scarlett y no pudo evitar reírse
Orella rio y lanzó un suspiró.
«¿Qué más da contarlo? Sí, Harold y yo solíamos ir a todas las fiestas que podíamos. Casi siempre nos encontrábamos a Sanchia. Pero era diversión sana, lo juro. Y solo éramos amigos. Yo pasaba el día aburrida entre tutores y Harold también, más todo el drama del reino. Nos escapábamos cada vez que podíamos»
«¿Y William no iba con ustedes?», siguió nuestra Scarlett
«Muuuuy rara vez. Cuando iba era porque se trataba de un acto oficial»
«¿Ha hablado con el príncipe Harold desde su regreso?»
«Sí, en el baile. Le dije que era yo, pero que mis hermanos creían que estaba en casa enferma. Nos reímos un rato de eso. Dijo que pasaría a visitarme, pero que venían días complicados con su coronación como heredero. ¡Lo echaba de menos!»
Así que iban a coronar al principejo…
«Orella… ¿sabía usted que los reyes querían que Harold fuera el heredero y no William?», se aventuró Erik
La joven se puso blanca y asintió…
«Sí… me lo contó Harold cuando sus padres se lo propusieron. Él no quería. Para él William era perfecto: responsable, seguro de sí mismo, muy inteligente. Harold adora a William y se negó rotundamente a la propuesta de sus padres. Yo nunca dije nada. Ahora al pobre no le queda otra opción»
«¿Y usted cree que William es o era como lo describe su hermano?», preguntó Scarlett
«Sí. Todo eso, pero hay que sumarle que era un engreído con cara de palo seco. Siempre pensé que se llevaría bien con Parsimonio, pero nada que ver…»
«Claro», Erik asintió. «Supongo que usted conoce a la exprometida de William, ¿cierto?»
Otra vez la chica miró al suelo y volvió a reír exageradamente.
«JAJAJA. Parece que conozco a todo el mundo… Sí, sí, conozco a Stella y a Jerome, su hermanastro», los ojos de la chica brillaron cuando dijo el nombre del muchacho. «Y a su hermanastra y a su madrastra… y conocía a su padre… que, bueno, ya sabrán lo que pasó…»
Los detectives asintieron.
«¿Estaba contenta Stella por el compromiso con William?»
Otra mirada al suelo…
«Contentísima…»
«¿Y cuando William desapareció cómo estaba Stella?»
«Devastadísima… Y después pasó lo de su padre… pobrecita. La suerte no está de su lado»
«¿Y estaba ella en el baile?», lanzó Erik
«¡NO!», respondió Orella de forma brusca. «JAJAJA Me refiero… a que… a ver… no tiene un céntimo… ¿Cómo va a ir a un baile así?»
«Estaba invitada», siguió Erik y le mostró su sonrisa más falsa
«Pues ni idea… yo no controlo a quiénes invitan los reyes», dijo y miró hacia su castillo. «Me tengo que ir ya… no quiero que mis hermanos noten mi ausencia. Si me entero algo de la misteriosa chica les avisaré»
«Muchas gracias por todo, señorita Orella», le dijo Scarlett. Erik solo sonrió y la miró
La chica se fue corriendo.
Caminaron en silencio por la playa. El sol había vuelto a salir o tal vez se trataba de un truco de la Señora que nos controla. Nunca lo sabremos.
Erik se giró hacia ella.
«¿Conclusiones? ¿Ideas? ¿Opiniones?», le preguntó
«Mmmm… pues que Sanchia, Harold y Orella eran los tres mosqueteros de las fiestas. La duquesa no es la de la zapatilla, o eso parece, y la famosa Stella era correctísima en su compromiso con William… pero aún no sabemos mucho de ella»
«¿Y?», insistió él
«Ehhh, pues no sé… ¿que hasta ahora nadie dice nada especialmente bonito de William?», dudó Scarlett
«Correcto, pero te falta algo»
«No sé…»
«La reacción de Orella cada vez que mencionábamos a la chica del baile. Sabe quién es. Estoy seguro», explicó Erik
Scarlett se quedó callada…
«Tienes que fijarte no solo en lo que dice la gente, sino en sus reacciones a lo que le dices. Hacia donde miran, si se mueven o no…», siguió él
«Lo intentaré», respondió ella. «Eso de que Harold le contara a Orella que sus padres querían que él heredara en lugar de William… para mí implica un grado de confianza superior a noches de borrachera y fiesta. ¿No?»
«Efectivamente. Tal vez Orella conoce tanto a la chica de la zapatilla porque es ella misma… pero no me encaja»
«No lo descartaría… Lo de la duquesa, ¿quieres que igual intente hablar con ella?»
«Por supuesto», aseguró Erik. Nunca está de más
El melenudo se acercó más al mar, sonrió y suspiró.
«Me encanta la playa», dijo feliz
Scarlett se quedó embobada mirándolo, pero desvió la mirada en cuanto vio que abría los ojos.
«Seguro en tu otra vida fuiste un pez», le dijo burlona
«Un tiburón. ¿Nos vamos a casa de la famosa Stella?», dijo él
Nuestra chica asintió y siguieron el camino.
«¿Por qué crees que nadie tiene nada bueno que decir de William?», quiso saber Scarlett
«Tampoco es que hayan dicho nada excesivamente malo. Serio, amargado, que le gustaba la cacería, que no iba mucho a fiestas, que tenía una amante pelirroja probablemente bruja…»
«Bueno, visto así y quitando lo de la cacería y la amante, bien podrían estar describiéndome a mí en Glimmerbrook», aseguró Scarlett.
Erik sonrió
«Pero ahora estás aquí… conmigo», le dijo
«A lo que me refiero», continuó nuestra chica, «es que, por ejemplo, cuando alguien se va con La Parca se tiende a exagerar y a decir lo bueno que era. Puede que William no esté muerto, pero ha pasado bastante tiempo… tal vez por eso ya no se habla de él con exageración sobre lo bueno que era, si es que alguna vez se habló así de él… No sé, es una idea»
«Y muy acertada. Supongo que la gente se está acostumbrando a su ausencia y ya les da igual mostrar empatía con él. Además, la vuelta de Harold habrá causado revuelo. De todas formas, de todo esto podemos sacar dos cosas: una, en general la gente tiene algo contra el pobre William; y dos, realmente el hombre era un imbécil»
«Me parece que ambas son correctas», dijo Scarlett
«Hay otro cosa…», siguió Erik
«¿De William?»
«Sí… de William»
Y se alejaron en dirección a casa de la Baronesa caída en desgracia.
¿Qué dijeron? Imposible saberlo, una de las gaviotas low poly decidió que era el momento ideal para contarle su vida a otra gaviota low poly que estaba al otro lado. A esta narradora aún le duelen los oídos.
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