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Caperucita y el detective - Capítulo 20


Scarlett y Erik se acercaron a la casa de la Baronesa y su familia. Era pequeña, pero hermosa, como todo en Windenburg. Los recibieron Sophia, la viuda del Barón y madrastra de Stella, y Agripina, hija de Sophia de su primer matrimonio. Erik les contó quiénes eran y a qué habían venido.

«¡Qué sorpresa! No me esperaba esto para nada. ¡Detectives!», decía Sophia


«Parece que el bailecito dio para mucho», rio Agripina


Erik sonrió a ambas.


«Así es, señoras. Por eso estamos aquí mi esposa y yo… Por lo visto los reyes han quedado muy intrigados con lo ocurrido en el baile»


«¡Como para no! ¿Y en qué podemos ser útiles?», preguntó Agripina


«Vemos que asistieron al baile…», empezó Erik


«Fuimos invitadas por los reyes. A muchos les sorprende… supongo que a ustedes también. Seguramente se han enterado de lo de mi marido», soltó Sophia un tanto harta de la vida


«No nos sorprende. Los pecados de su marido no son los suyos, Sophia. Y los reyes parecen buena gente», aseguró Scarlett

«Ojalá todos pensaran así», la viuda suspiró. «Y sí, estuvimos en el baile. Asumo que se preguntarán sobre la chica que huyó del príncipe Harold ¿no es cierto?»


«Efectivamente. La familia real la busca desesperadamente», dijo Erik con su mejor voz de drama


«¡Cómo no! Los reyes están desesperados por buscarle pareja al príncipe Harold», contó Sophia

«Como tú a mí», dijo Agripina


«¡Es diferente!»


«¡No lo es!»


Erik y Scarlett se miraron…


«¿Y por qué están tan desesperados los reyes por casar a Harold?», preguntó Scarlett


«¡Niña! ¡¿No has visto la edad que tiene el príncipe?! Hace rato que está en la etapa de juventud. Si sigue así va a ser un solterón… y eso está muy bien si no tienes el futuro de un reino en tus manos»

Erik rio para sí mismo. Era un par de años mayor que el príncipe, lo cual lo calificaba como un solterón. ¡Lo que hay que escuchar!


«¡Totalmente cierto!», dijo Scarlett, aunque no estaba de acuerdo. «¿Pero por qué buscarle pareja… por qué no comprometer a Harold con su hijastra? Digo, si ya estaba el compromiso con William…»


Sophia puso los ojos en blanco


«¡Ay, querida! Porque Stella es la baronesa de las deudas. Hemos caído en desgracia… obviamente ya nadie quiere casarse con ella. Solo puede ofrecer un título vacío. ¡Míranos con estas fachas! Apenas sobrevivimos», decía Sophia con muchísima pena

«¡Ay, mamá! Es verdad que las cosas no son como antes, pero tampoco estamos mal. Jerome y Stella trabajan mucho con los animales. Y yo la verdad soy más feliz aquí… si dejaras de buscarme marido…», dijo Agripina de malhumor


«¡Tienes que casarte bien, ya que Stella no puede y tu hermano es un rancio! ¡Qué dolor de cabeza! Señores Longcrow, no tengan hijos…»


«Pero Jerome estaba de lo más feliz bailando con una muchacha en el baile de los reyes. Tal vez deberías contratar a estos señores para que la busquen y así lo casas a él», respondió Agripina


«¡¿Pero por qué me tocaron a mí dos hijos tontos y una hijastra terca?! ¿Por qué, Señora que nos controlas?», decía Sophia

Erik recordó que Orella, la hermana del Marqués de la Pasa, había mencionado a Jerome…


«Volvamos un momento al tema que nos ocupa, por favor. ¿Asistió toda la familia al baile?», preguntó Erik


«Stella se quedó en casa, la condenada. Le dije que no me dejara sola, pero no quiso… Que le daba vergüenza, que no tenía vestido…», empezó Agripina

«¡Claro que tenía vestido! Logré que la costurera me prestara un par a cambio de un kilo de queso. Pero es una terca. Yo le dije que fuera, que no perdía nada… quién sabe si igual alguien se enamoraba de ella y se casaba a pesar de todo…»


«¡Y dale con el matrimonio!», chilló Agripina. «Como verán, señores, mi madre quiere casar a cualquiera de la familia al mejor postor. Incluso a las vacas. Aunque intenta que la primera sea yo…»


«¡Agripina! Yo solo quiero lo mejor para ti, niña malagradecida»


Se hizo el silencio hasta que Scarlett preguntó si habían visto a la chica que huyó del príncipe.


«Sí, yo la vi de lejos cuando salía del castillo porque mamá me obligó a bailar con un conde random y estábamos al otro lado del salón»


Sophia volvió a poner los ojos en blanco.

«La muchacha llevaba un vestido precioso. Me fijé en ella cuando entró. Llegó tarde ¿saben? Fue directa al príncipe. Parecía como si lo conocía», contó Sophia


La viuda contó que la chica y el príncipe se habían ido al jardín. Al rato la muchacha había salido corriendo y el príncipe detrás. Lo que ya sabemos hasta el cansancio.


«Bueno, señores, Agripina y yo nos vamos. Tenemos cita para tomar el té con la madre del porcicultor…»


«¡Me quiere casar con el criador de puercos! ¡Es un viejo horrible! ¡Socorro!», chilló Agripina


«¡Silencio, Agripina!»

Scarlett tuvo que ahogar la risa. Recordó a Clara Villapálida y al zapatero.


«¿Podríamos hablar con Stella y su hijo, señora Sophia?», preguntó Erik


«Por supuesto. Están allí atrás, con las vacas…»


Erik y Scarlett salieron de la casa y se dirigieron a la parte de atrás. Efectivamente allí estaban Jerome y la famosa Stella, cada uno con una vaca.


Se acercaron primero a la muchacha y le contaron la historia de siempre: somos detectives, nos contrataron lo reyes, el baile, la muchacha, etc., etc.

Por lo visto Stella no había quedado muy impresionada.


«Perdonen, señores, pero creo que deben hablar con el resto de la familia. Yo no asistí al baile», dijo la Baronesa


La vaca mientras tanto hacía ‘Muuuuuu’, pero Scarlett entendía perfectamente lo que decía: «¡Esclava, deja de distraerte con estos seres y termina de limpiarme!»


«¿No? ¿Y eso por qué?», preguntó Erik


«Pues porque no…»


«Pero si estaba invitada… Y es usted la Baronesa ¿no?», continuó el melenudo


«Si han venido a reírse de mí, créanme que ya he escuchado todos los chistes posibles. Así que pueden irse por donde han venido»

«¡No, no, Stella! Perdónenos. Si no ha ido, pues no ha ido y ya está. Verá, los reyes están realmente muy interesados en conocer la identidad de una joven que bailó con el príncipe esa noche. Y aunque usted no haya asistido, pues entendemos que conoce al príncipe Harold…», se apresuró a decir Scarlett


La muchacha tragó saliva.


«Sí, claro que lo conozco. Aunque no entiendo qué tiene que ver eso…»


«Verá, tenemos la sospecha de que el príncipe conocía a la chica con la que bailaba, y por alguna razón no quiere comentarlo a sus padres», soltó Erik


«¿Y creen que yo podría saberlo?», Stella se echó a reír. Sonaba triste en realidad


«Como usted es cercana a la familia… por lo de su compromiso con William», Scarlett sonrió, pero Stella estaba tiesa


«Eso fue hace mucho. Lo del compromiso fue un acuerdo de mi padre con los reyes. A mí nadie me preguntó. Solo se me informó que tenía que casarme con William. Y no, no sé con quién estaba Harold. No he hablado con él desde que se fue de viaje»

Erik se fijó que la chica tenía una venda en una mano.


«¿Está usted bien?», le preguntó y señaló la mano


«Sí, claro. Fue un pequeño accidente con la vaca», respondió la chica


«¿Perdona?», chilló la vaca, que solo Scarlett podía entender. «¡Lo que faltaba! ¡La esclava culpándome por sus torpezas!»

Jerome, el otro hijo de Sophia dejó a su vaca y se acercó a ellos.


«¡Eh! ¡Cara ancha!», lo llamó la vaca. «¿A dónde vas?»


Scarlett fingió toser para ocultar la risa.

«¿Stella, quiénes son estas personas? ¿Te están molestando?», el muchacho era, como había dicho su madre, un rancio


«Son detectives. Vienen de parte de los reyes. Quieren saber lo que pasó en el baile con la chica que bailó con el príncipe. Tal vez tú puedas contarles más que yo»


«¡Ah! Bueno… eh… Bienvenidos», dijo incómodo


Scarlett y Erik le preguntaron lo mismo: si había visto a la chica, si sabía quién era, etc. El muchacho dijo que no tenía ni idea. Erik sonrió y miró a la vaca que el chico había estado peinando.

«¿Es una vaca milka, verdad?», dijo el melenudo y se acercó al animal. «Son preciosas. La abuela de mi esposa también tiene una. ¿Verdad, cariño?»


«Sí, la vaca Paca», aseguró Scarlett


«Al fin se fijan en lo guapa que soy», decía la vaca marrón


«jajajaja pero si estás llena de moscas», soltó la vaca blanco y negro

Erik empezó a peinar a la vaca marrón, pero a Jerome no le gustó nada


«Oiga», le dijo. «Le agradecería que no toque a mis animales»


«¡Perdona, Jerome! No pude resistirme. Es tan adorable», dijo el melenudo


«¡Déjela!», repitió el muchacho, pero Erik no le hizo caso


«¿Sabes, Jerome? No debe ser nada fácil ser tú…», empezó Erik. Iba a lanzarse con una teoría que no tenía casi base, pero su instinto le decía que era correcta. «Joven, con la vida por delante, pobre de la noche a la mañana… Supongo que muchas cosas habrán quedado fuera de tu alcance…así de pronto ¿verdad?»

«¡Lárguese ya o le rompo el plumbob!», dijo el chico


«No hace falta», Erik sonrió. «Solo quería decirte que te entiendo. Yo también estaría frustrado y amargado con la vida si estuviese enamorado de la hermana del Marqués de la Pasa y supiera que mis esperanzas de casarme con ella son pocas o nulas, sobre todo si me he quedado pobre de la noche a la mañana. Pero bueno… supongo que tendrás que seguir viéndola a escondidas… o a escondidas a plena vista, como en el baile ¿no?»


La cara del muchacho fue por un microsegundo un poema. Esto le dio a entender a Erik que su teoría era correcta. Orella se había hecho la enferma y les hizo creer a sus hermanos que no había ido al baile, pero en realidad sí asistió para encontrarse con Jerome.

El chico se quedó callado, así que Erik siguió.


«No te preocupes. Orella no dijo nada, pero me parece que, al igual que tú, sabe más de lo que dice sobre la chica del baile. Tal vez tanto tú como ella tengan un curioso caso de amnesia, pero si llegan a acordarse de algo seré todo oídos»

«Siento no poder ayudar con esto», le dijo Stella a Scarlett


«No, no, perdónenos de verdad si fuimos un poco pesados. Es que pensábamos que tal vez usted podría darnos más pistas… Pero claro, si no ha hablado con Harold… y después de lo de William»


«Sí… lo de William», dijo la Baronesa. Estaba incómoda y Scarlett juraría que estaba a punto de llorar


«¿Y a mí cuando me van a peinar?», se quejó la vaca blanco y negro

Nuestros queridos protagonistas volvieron a la cabaña que les habían prestado los reyes. No lo dirían nunca en voz alta, pero estaban especialmente nerviosos de quedarse solos…

Por supuesto, Erik se puso a hablar sobre el caso. Le contó lo que había hablado con Jerome y que su teoría de que tenía algo con Orella de la Pasa era cierta.


«De todas formas creo que ella sabe más de lo que dice. Espero que el amigo Jerome lo hable con ella y decidan contarnos algo…»


«O sea que básicamente lo has chantajeado con contarle todo al Marqués de la Pasa», soltó Scarlett


«De mi boca jamás salieron esas palabras, pero a buen entendedor…»


«… pocas palabras. ¡Eres terrible! ¡Pobres! Hacen una bonita pareja», dijo nuestra chica

«¿Qué piensas de la Baronesa?», quiso saber Erik


«Es que no sé… estaba muy a la defensiva, pero tampoco fue grosera…»


«A la defensiva, como el principejo. De todas formas no parecía muy feliz por el compromiso con William. Dijo que nadie le preguntó…», reflexionó el melenudo


«Si es ella, creo que hizo un Orella. Es decir, dijo que no iría, pero sí fue. Y se aseguró de llevar puesto algo muy distinto a lo que esperaba su familia… así nadie la reconocería», explicó Scarlett


«El tema es… ¿por qué?», preguntó Erik, pero un sonido lejano interrumpió sus pensamientos… ¿Qué era?

«Por el príncipe ¿no? Si es verdad lo que hablamos en la playa… pero igualmente no encaja… Ella estaba comprometida con William», Scarlett suspiró


Ambos estaban perdidos… Las teorías que tenían estaban basadas en la evidencia de la percepción… y eso era muy subjetivo.


«¿Te fijaste en la venda que llevaba en la mano?»,


Scarlett asintió. Recordó lo que había dicho la vaca, pero eso no podía decírselo a Erik…


«No me convenció lo que dijo de la vaca», dijo nuestra Caperucita


«Ni a mí. Imagina que vas corriendo, huyendo de un principejo y por accidente se te sale un zapato… ¿Qué haces con el otro? No puedes parar y no vas a devolverte a recoger el zapato perdido»

«Me lo quito porque no voy a poder andar bien… bueno, correr»


«Llevas el otro en la mano, pero resulta que es de cristal y se te rompe…», siguió el melenudo


«¿Y por qué no se rompió antes? ¿Cuando corría con ellos?»


Volvieron a quedarse en blanco.


Erik escuchó el sonido nuevamente. Era una canción, sí, pero muy rara… parecía cantada por… por un sapo… ¿No sé estaba cantando?


Ambos suspiraron.

«Supongo que tendremos que esperar a hablar con la famosa hada… a que nos diga si fue ella quien encantó las zapatillas… y para quién», dijo Erik resignado


«Y hablando de hadas y magia… ¿No se suponía que irías hoy a casa de las brujas? Si lo sigues posponiendo venderán las palomas…», le recordó Scarlett


«Sí, sí. No se me ha olvidado. Voy ya, pesada»


«Pasa por el mercado y trae lo que te dije para ir a ver a la duquesa»


«Sí»

«Y no te olvides de pedir los recibos… para la reina»


«No me olvido. ¿Quieres venir?», preguntó él esperanzado


«No. Voy a ver qué tal está No sé… creo que lo oigo cantar. También haré la cena… supongo que vendrás a cenar», dijo ella dudosa… en el aire flotaba la frase que nunca dijo: ‘¿O pasarás la noche con Odelgarde?’


«¡Por supuesto! ¿Qué vas a preparar?», preguntó el melenudo


«Frijoles. Lo siento, pero no soy tan buena cocinera como tú», admitió ella


«Normal. Dejo el listón muy alto»


Scarlett se levantó y entró a la cabaña. Erik se alejó por el camino y aún podía escuchar el canto que creía era del sapo. ¡Ay, por el plumbob! Nunca había aprendido a dominar el oído y a veces podía seguir escuchando cualquier cosa a pesar de la distancia, así no quisiera. Los sonidos se colaban de pronto, especialmente si se trataba de animales… La canción de No sé era un tanto pegadiza… Erik intentó tararearla un poco… pero un nuevo sonido lo interrumpió.


Era otro ‘Croack’… y venía de una voz conocida…


Se dio la vuelta y se acercó lentamente a la cabaña…

Se asomó por la ventana y lo que vio fue a Scarlett hablando con el sapo. No parecía ser una conversación unilateral como la que tienes con tu perro (aunque esta narradora está convencida de que los perros contestan, aunque no con palabras). Parecía ser una conversación fluida…


Croacccck, croack, croaaaaaaack, croack, era todo lo que escuchaba Erik

Al parecer ya no iba a hacer falta preguntarle nada de sus ojos. Estaba claro… pero… ¿por qué no se lo había dicho?


Pues por la misma razón por la que él tampoco se lo había contado… Por miedo…

El pensamiento de que ella ya sabía lo que él era volvió a invadirlo… Si ese era el caso ¿por qué no le había dicho nada? ¿o estaba esperando para usarlo en su contra?


Se recordó a sí mismo que Scarlett no era su enemiga, todo lo contrario…


«Scarlett, me vas a volver loco», pensó


Por cierto, la canción que cantaba el sapo es Stay.

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