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Caperucita y el detective - Capítulo 22


«Buenooooo, ¿ya has terminado de hablarle tonterías a la niña? ¿Me vas a decir qué hago aquí», chilló el hada en cuanto Erik se separó de Scarlett


Erik suspiró… ¿De verdad, no había más hadas en toda la simtierra?


«Síofra, necesito tu ayuda», dijo


«¿MI QUÉEEEEE? JAJAJA», se rio el hada. «¿Quién diría que llegaría este día? ¡TRAMPOSO! ¡TRAIDOR!»

«Sí, tu inestimable ayuda…»


«Yo no ayudo a tramposos, pelos»


«¿Por qué no admites que simplemente eres MALÍSIMA en No despiertes a la llama?», la retó Erik


«¿POR QUÉ NO ADMITES QUE HICISTE TRAMPA?», replicó ella


«¡Porque no fue así! Si te hace feliz, que sepas que no gano una sola partida de No despiertes a la llama desde que te gané a ti»


«JAJAJAJA Te puse un hechizo y VEO QUE HA FUNCIONADO DE MARAVILLA. ¿Crees que iba a dejar que hicieras trampa y te salieras con la tuya?», gritó Síofra


A Erik se le hundió el corazón y le subió la furia. ¡LA CONDENADA LO HABÍA HECHIZADO! ¡SE HABÍA QUEDADO POBRE POR UN HECHIZO DE ESTA HADA DESGRACIADA, HIJA DEL CAS! Había perdido su dinero apostando en No despiertes a la llama… y claro… ¿Cómo iba a ganar si había sido hechizado por esta condenada? Pero bueno, estaba en Sulani de vacaciones… visitando a Felberta. Se fue al bar y ahí esta el hada… apostaron y él le ganó. Es que había sido tonto… no le gustaban las hadas… no tenía que haber apostado con ella…


«Pero Scarlett tiene algo de hada», dijo la voz en su cabeza

«¿Qué pasa?», chilló Síofra. «¿Te has enfadado? JAJAJA. ¡NO SOPORTO A LOS TRAMPOSOS!»


Erik logró controlarse. No iba a hacer una escena delante de Scarlett, que ya estaba muy afectada, la pobre.


«Te juro por el plumbob que no hice trampa cuando jugamos a No despiertes a la llama. Tu hechizo no ha sido solo cruel, sino injusto… he perdido mucho por eso»


«Buuuu Juuuuu. ¿Vas a llorar o qué?»


«Síofra… esto no tiene que ver con apuestas, ni con tu hechizo. Necesito tu ayuda. Puedo darte dinero a cambio…»


«¿PERO NO ES QUE ESTABAS POBRE?», gritó Síofra. Tenía esa horrible costumbre de alternar gritos con hablar normal

«Es para un caso. Mi cliente está dispuesto a pagar… Necesito saber si has encantado una zapatilla de cristal para una joven que asistió a un baile de máscaras hace unas semanas», dijo Erik, quien sinceramente se sentía derrotado


«JAJAJA ¡NO QUIERO DINERO! Además, no tengo por qué revelar nada sobre lo que hago o no hago con mis poderes. Y creo que hoy ya he hecho mucho por ti y tu novia de turno», chilló


«No es mi novia, es mi esposa… y mi asistente», soltó

Al hada casi se le salen los ojos. Scarlett, quien estaba recibiendo ánimos por parte de las brujas escuchó todo y miró a Erik


«¡Pero qué mal gusto el de esta muchacha! JAJAJA»


«Síofra… ayúdanos, por favor. Si no quieres dinero ¿Qué quieres?», pidió Erik


El hada sonrió y mostró sus afilados dientes.


«Si me ganas a una partida de No despiertes a la llama te responderé a tres preguntas con toda la verdad y nada más que la verdad. Si yo gano, tú harás lo mismo», dijo burlona


«¿Cómo voy a ganar si me has hechizado?», replicó Erik


«¡Ay, pelos, pelos, pelos! Yo no soy una tramposa como tú… Te quitaré el hechizo. Pero debemos hacer un pacto… de magia y sangre. Si haces trampa… MORIRÁS», condenó el hada

«¿Y si tú haces trampa?»


«¡¿YO?! ¡SERÍA INCAPAZ! Pero muy bien… si hago trampa… MORIRÉ», soltó el hada con tono lúgubre


«¡De acuerdo, pero solo si me aseguras que me has quitado el hechizo!», exigió Erik


«¡Que me muera YA si no lo he quitado!», dijo Síofra

«¿Qué es un pacto de magia y sangre? Me lo puedo imaginar pero…», preguntó Scarlett a las brujas. ¿En qué se había metido ahora el melenudo?


«Es un acuerdo en el que se definen las consecuencias en caso de romperlo… y estas siempre se cumplen. El nombre es exagerado… no siempre tiene que ver con sangre», explicó Odelgarde

«Y bien lo sabe Odelgarde, que tiene deudas con medio Reino de la Magia y un pacto de magia y sangre con la otra mitad jajaja», soltó Úrsula


«¡Cállate, desastre con patas! No tengo pactos con nadie», aclaró Odelgarde


«Será ahora…», murmuró Úrsula


Llegaron a una de las múltiples tabernas de Windenburg. Scarlett seguía triste y decepcionada… ¡No podía creer que esto le estuviera pasando! Pensaba en su madre… en que de seguro le había mentido. De niña siempre le preguntaba por qué podían hablar con los animales y Emma siempre le había dicho que no lo sabía. La madre de Emma, la fallecida Anacleta, también había tenido el don, pero lo había ignorado… ¿Eso quiere decir que descendían de hadas, no?

«¿Preparado para la humillación?», preguntó el hada burlona


«Para nada. No soy yo quien va a perder», respondió Erik

Scarlett se estaba mareando. Seguía pensando en lo de sus ojos y en si su madre sabía todo…


«¿Scarlett, quieres algo de beber? No te veo bien. Estás pálida», le preguntó Odelgarde


«Estoy… preocupada… No sé qué implica todo esto de ser parte hada… ¡Es que no me lo puedo creer! ¡Qué tonta fui!», respondió

«¿Tonta por qué?», siguió Odelgarde y la miró. «¿Sospechabas algo? ¿Tienes acaso algún poder?»


Nuestra chica se quedó callada. No debía decirlo… ¿o sí? ¿Qué más da?


«Bueno… yo…», bajó la voz. «Puedo hablar con los animales… y mi madre también»


Las brujas sonrieron.


«Pero ese es un poder muy bonito», dijo Úrsula. «Odel y yo también somos híbridas y tenemos todos los poderes de brujas… aunque es verdad que con las hadas lo híbrido puede afectar más. Tú por ejemplo no tienes alas… ¿o sí?»


«¡No, no! La cosa es que mi madre también puede hablar con los animales. Siempre me dijo que no dijera nada, que no sabía de dónde venía nuestro don… pero si tenía un hechizo… ya no le puedo creer nada»


«Tal vez ella tampoco lo sabe. No te apresures a juzgarla», recomendó Odelgarde


«Pero, Odel, si la madre no lo sabe… ¿Quién más le iba a poner el hechizo?», soltó Úrsula


«Pero era magia de bruja», respondió Odelgarde


«Bueno, se lo pediría a una bruja. Tampoco es tan difícil»


«No te adelantes, Úrsula. Ni tú ni yo sabemos lo que pasó. Deja que Scarlett hable con su madre…»


«¿Vas a hacer tu movimiento algún día o qué?», preguntó Erik al hada


«Estoy analizando. Yo a ti no te meto presión, pelos», chilló


Todo apuntaba a que iba a perder. La llama se había tambaleado tres veces y las tres veces había sido culpa de ella.


Síofra hizo su movimiento y fue tal cual como Erik había predicho. Rápidamente hizo el suyo y el hada lo miró con odio.


«Si las miradas mataran, Síofra…»


«Matan, pelos. Puedo hacerte un hechizo con solo mirarte… De pronto te saldrían llamas por todas partes y se te quemaría esa maraña de pelos… y todo tú, claro JAJAJA», rio

Scarlett se levantó. Se estaba agobiando…


«¿Estás bien, querida?», preguntó Úrsula


«Necesito un poco de aire… saldré un rato»


«Por supuesto. Nosotras nos quedamos pendientes de este par. Si alguno muere te llamamos»

La llama se despertó y cayo estrepitosamente sobre la mesa. Síofra sostenía el palo de madera que había tratado de quitar. Erik sonrió.


«¡AAAAAAAAAH!», gritó el hada furiosa


«Bueno, bueno, bueno… yo sigo vivo y tú también. Hora de admitir que no soy un tramposo y que eres malísima en No despiertes a la llama», le dijo Erik


«¡QUE NO HAYAS HECHO TRAMPA ESTA VEZ NO QUIERE DECIR QUE NO LA HAYAS HECHO ANTES!», siguió gritando el hada. La gente los estaba mirando, pero a ninguno le importaba

«¡Cumple tu promesa, Síofra! Una vez más te he ganado justa y limpiamente»


«¡BUENO, PUES, PREGUNTA! ¿QUÉ ESPERAS, PELOS?»


«¿Hechizaste tú las zapatillas de cristal para una joven vestida de azul que asistió al baile de máscaras de los reyes hace unas semanas?»


«¡SÍ!», chilló Síofra


Erik suspiró… Definitivamente Síofra tenía que ser la única hada en el mundo.


«¿Stella de Cinder te pidió que encantaras las zapatillas?»

El hada sonrió con malicia.


«No», dijo finalmente


Erik se quedó frío.


«¿Quién te pidió que encantaras las zapatillas? Nombre y apellido»


«JAJAJAJA. Orella de la Pasa. JAJAJAJA»


La risa no le gustaba nada a Erik. No creía que le mintiera, pero seguramente estaba haciendo de las suyas… Así que Orella de la Pasa era la chica del baile… pero algo no encajaba. ¿Por qué había bailado con el principejo? ¿Para darle celos a Jerome?


Dicho esto el hada desapareció.

Scarlett estaba afuera sentada sola, en silencio. Tenía sueño, pero seguía estando triste. Tenía que verse… tenía que ver esos ojos violeta, pero no encontraba ninguna superficie que reflejara nada. Aunque quién sabe si el hechizo ya había cumplido su labor…

«¡NIÑA!», gritó Síofra, quien había aparecido a su lado. «Parece que hubieras descubierto que eres mitad zombie y no mitad hada»


Scarlett se recuperó del susto y la miró.


«Es que… no lo entiendo… Mi madre…»


Nuestra chica le contó lo mismo que le había contado a las brujas.


«Yo también hablo con animales… es un don de las hadas de la tierra, aunque no me divierte mucho… Prefiero volar… y hacer magia. No creo que tu don se limite a hablar con bichos. Tal vez podrías hacer más…»


Scarlett suspiró.


Ambas observaron la salida del sol hasta que el hada se levantó.


«Debo irme ya. No he dormido nada y eso me afecta mucho la piel», dijo sin gritar


«Síofra… gracias»


«Creo que te he hecho sufrir más que nada. No fue intencional… pensé que lo sabías. De pronto me encontré rodeada de brujas y del pelos… y allí estabas tú con tu ojos de hada. ¿En serio estás casada con el pelos?»


Scarlett rio por primera vez.


«No, pero es algo que solemos decir… fue un malentendido y decidimos seguir el juego…»


«Ya decía yo que no podías tener tan mal gusto»


«¿Te ganó?», quiso saber Scarlett


«Esta vez sí…»

El hada sacó un regalo de su inventario.


«Toma», le dijo


«¿Para mí? Síofra… yo…»


«¡NO ME DIGAS QUE NO!», gritó el hada en su línea. «Es un pequeño amuleto. Úsalo para llamarme si me necesitas… sobre todo si algún día quieres descubrir más sobre tu poder de hada»


A Scarlett se le encogió el corazón.

Se abrazaron.


«Gracias… lo digo en serio»


«Lo sé, niña», respondió el hada, quien intentaba reprimir sus lágrimas.

Mientras ocurría el momento de unión entre las hadas, Erik hablaba con las brujas.


«¿Dónde está Scarlett?», les preguntó


«Afuera. La pobre necesitaba respirar… No la culpo… aquí huele fatal y no todos los días te enteras de que eres un hada», respondió Úrsula


«Supongo que no…»


«¿Tú no lo sabías?», preguntó Odelgarde


«No… sabía que no era 100% humana, pero no sabía lo que era. En fin… necesito una vez más de la valiosa ayuda de las dos», pidió Erik

«Una pulida del Plumbob y lo que quieras, jajaja», rio la bruja verde


«Y sigues con eso…», dijo Odelgarde en tono de hastío. «¿Qué necesitas, Erik?»


«¿Conocen a un brujo llamado Morcant?», preguntó el melenudo


Ambas se miraron. Erik ya sabía por donde iba la cosa. Sacó un bolsa con monedas…


«Guárdalo, no hace falta», dijo Odelgarde


«¿Cómo que no? Pero si estás de deudas hasta el cielo… y yo quiero mi caldero nuevo… bañado en oro», se quejó Úrsula


«¡Úrsula, cállate un rato! Sí, Erik, conocemos a Morcant. ¿Qué pasa con él?»


«Necesito verle»


«Morcant se retiró de la magia…», soltó Úrsula

«¿Y qué? ¿Eso lo hace invisible o algo?», le respondió Erik


La bruja verde sonrió con maldad.


«¿Es verdad que tenía una tienda?»


«Sí, era muy popular. Pero mi hermana tiene razón. Dejó todo lo relacionado con la magia hace años»


«¿Sabes por qué?»


«En esa época Úrsula y yo no estábamos mucho por aquí. Íbamos a la academia de magia. Cuando nos mudamos aquí definitivamente descubrimos que había cerrado la tienda»


«¿Y dónde está ahora?», quiso saber Erik


«No lo he vuelto a ver», aclaró Odelgarde


«Una pena porque era guapete», comentó Úrsula

Erik y Scarlett regresaron a casa prácticamente en silencio. Scarlett seguía muy afecta y él no sabía qué decirle ni qué hacer…


Solo hablaron cuando ella le preguntó qué había dicho el hada. Él le había contado que Orella había pedido ayuda al hada…

Una vez dentro de casa Scarlett corrió hacia la ventana y comenzó a mirarse como si fuera un espejo. Efectivamente sus ojos habían cambiado… o, bueno, ahora ella los veía del color correcto.


No pudo evitarlo y se echó a llorar como una tonta. Solo pensaba en Emma, su madre… Sentía que le había mentido, que siempre había sabido que eran hadas… ¿Por qué se lo había ocultado?


Erik se acercó a ella y le limpió las lágrimas. Nunca habían estado tan cerca. Por alguna razón esto hizo que llorara aún más…


«¿Los ves ahora?», preguntó ella entre lágrimas


Erik se sintió fatal. Le había dicho que nunca había visto sus ojos morados… es que si se lo decía entonces ella sabría que él no era humano. En verdad ya no importaba ¿o sí? Pero decírselo ahora tal vez no era lo mejor. La pobre estaba muy triste.


«Son preciosos», dijo él

Scarlett siguió llorando.


«Creo que… creo que mi madre tiene la culpa… es que ella… Bueno, es que yo…»


«Puedes hablar con los animales ¿verdad? ¿Es eso? ¿Ella también?»


«¿Cómo…», lloró aún más fuerte


«Te vi hablar con No sé el otro día… Bueno, hacías ruidos como ‘croaaaack’, pero parecía una conversación. Cuando Síofra dijo que eras un hada híbrida recordé eso…», respondió el melenudo


«Yo… es que nunca… nunca se lo había contado a nadie. Y sí, mi madre y su madre también pueden hablar con los animales. Bueno, mi abuela Anacleta murió hace tiempo… ¡Fui una imbécil! Mamá siempre dijo que no sabía de dónde venía nuestro ‘don’… que no debía contarlo…»


«Tal vez ella tampoco lo sabe. No seas tan dura con la pobre. No está aquí para defenderse», dijo Erik


«Odelgarde dijo lo mismo…»


«¿Se los has contado a las brujas?», preguntó sorprendido


«Y a Síofra… ¿Hice mal?»


«No, no… si fueron ellas quienes descubrieron todo…»


«Mi madre lo sabe… tiene que saberlo. Seguro fue ella quien hizo que una bruja me hechizara… Lo que no entiendo es por qué»

Scarlett lo abrazó. Se sentía cómoda y reconfortada en ese abrazo. Ojalá no la soltara nunca…


«Scarlett», dijo él después de un rato. «Más tarde trabajas en la biblioteca ¿verdad?»


«Sí…»


«¿Vas a ir?»


«Por supuesto»


«Bien, pero no has dormido nada. Será mejor que descanses… Iré al pueblo, pero volveré para preparar la comida. ¿Te parece?»

Erik esperó a que Scarlett se durmiera. No podía hacer nada por ella… absolutamente nada. Y a la vez se sentía fatal por mentirle sobre lo de ver sus ojos morados…


Pobre Scarlett… pasar su vida pensando que simplemente tenía un don de hablar con animales… Era entrometida, peleona, terca, pero a la vez era tan inocente… Ojalá pudiera animarla un poco.

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