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Caperucita y el detective - Capítulo 27


A la mañana siguiente, Erik y Scarlett salieron a despedir a Stella. La pobre tenía unas ojeras enormes, y eso que era la única de los tres que realmente había dormido.


«Creo que después de todo esto no estoy en posición de pedir nada, pero… si fuera posible me gustaría que no dijeran nada a los Reyes…», pidió la Baronesa

«Stella, querida, como comprenderás mi esposa y yo tenemos que cobrar… Pero no te preocupes, si te refieres al intercambio de principej… príncipes no diremos nada… aún necesitamos más pruebas», explicó Erik


«No es solo eso… es que me da tanta vergüenza que sepan que fui yo quien hizo todo el lío con la zapatilla… ¿Qué excusa les voy a dar?»


«La misma que intentaste darnos a nosotros», soltó el detective. «¿Por qué no vienes con nosotros al castillo y lo hablamos en privado con la Reina?»

Stella se ruborizó y se le llenaron los ojos de lágrimas…


«Estoy segura, cariño, de que podemos esperar un par de días. Cuando Stella se recupere un poco podemos hablar con la Reina… así también tendremos más tiempo de averiguar algo sobre Harold-William», sugirió Scarlett


«Lo pensaré…», dijo Erik, pero realmente no iba a pensar nada. Había estado dándole vueltas al asunto toda la noche y ya tenía bien claro cómo iba a proceder

«Por favor… lo agradecería muchísimo… sé que es complicado», pidió Stella


Erik asintió y le devolvió su típica sonrisa. En realidad quería que se fuera ya, pues quería quedarse a solas con Scarlett…


«¡No te preocupes! Ve a casa tranquila. Necesitas descansar. Haremos lo posible por ayudarte… y por ayudar a Harold», dijo Scarlett

Stella les dio las gracias y les pidió perdón por interrumpirlos en su aniversario. Se marchó con el moodlet de tristeza…


«Al fin…», dijo Erik para sí mismo


«Tengo que preguntar», soltó Scarlett con una risita


«¿Qué?»


«¿Qué es ese peinado, por la Señora que nos controla? Jajaja»


Erik puso los ojos en blanco…


«Sí, sí, ya sé, parezco la tía de alguien…», dijo


«Más bien la hermana recién entrada en la juventud», Scarlett se echó a reír. «Pero te queda bien»

«Lo sé», dijo él


Se acercó a ella y sostuvo sus manos.

«¿Sabes? Creo que ayer fuimos vilmente interrumpidos…», le dijo


«Y en nuestro aniversario», respondió Scarlett sin aguantar la risa


«Deberíamos retomarlo justo donde lo dejamos…»


«Deberíamos, pero no puedo. Me voy a casa de la Duquesa de Chickenlorn, como tenía pensado. Supongo que te habrás dado cuenta, pero Stella comentó que William se veía con una chica rubia antes de que Harold desapareciera, así que supongo que será la misma Duquesa… A ver si puedo averiguar algo…»

«No sé, Caperucita, tal vez deberías reevaluar tus prioridades. ¿No crees?», le dijo y se acercó a ella


«A menos que tengas otro libro que darme…»


«¡Aaaah! ¡El interés!»


«Solo reevalúo mis prioridades», le dijo. Sentía que se le iba a salir el corazón

«Bueno, pues, en ese caso, te veo luego», dijo él sin dejar de mirarla


La forma en que la miraba era impresionante… Podría decir que sus ojos brillaban, pero era más que eso… centelleaban.


Erik le acarició el rostro y Scarlett tembló ligeramente. Él sonrió.


«Sí… adiós», balbuceó la pobre muy nerviosa


Se acordó de Stella, de cómo había besado a Harold… Y de Emérito Mangaslargas, quien la había besado a ella antes de irse a vivir a Al Simhara. ¿Era correcto hacer algo así? ¿Besar a alguien así de la nada? Aunque lo de Harold y Stella no parecía tan de la nada… Lo de Emérito, sí…


Erik se separó de ella, lo cual sinceramente la sorprendió. ¿Iba a dejar que se fuera así de fácil?


«Pues claro, tonta, básicamente le has dicho que no», dijo su yo interior


«Seguro que Odelgarde no lo habría rechazado», dijo su yo saboteador


«¡BÉSALO YA, POR EL PLUMBOB!», gritó un tercer yo de nuestra querida Scarlett


«¡Caperucita!», la llamó Erik. «¿Estás bien? Parece que tienes la mente en Sixam. ¿Que no te ibas?»


Era ahora o nunca. Scarlett tomó aire y dijo:


«Sí, pero no»

Y le dio un beso…


Específicamente el de la interacción del primer beso, esa de la que salen corazones…

Se separó de él todavía nerviosa.


«Bueno, ahora sí, me voy… Llego tarde. Adiós»


Pero Erik la detuvo.


«Y vas a llegar aún más tarde»




La atrajo hacia él y finalmente se dieron el beso con ínfulas de película que tanto esperábamos. Viéndolo fríamente podríamos decir que el momento no era tan ideal como el de la noche anterior. No hubo discurso romántico, ni luz de luna, ni cena, ni regalos… pero nuevamente eran ellos dos y eso era lo que realmente importaba.

Scarlett había leído muchos libros de romance (sobre todo porque, como sabemos, el catálogo de la biblioteca de Glimmerbrook no es la envidia de nadie) y en muchos de ellos cuando los personajes recordaban un beso era por lo que les había hecho sentir la otra persona…


En este momento, y por primera vez, nuestra chica se sentía como la sim más especial del simuniverso. Había dejado atrás todos sus miedos (así fuera temporalmente) y los pixeles se le estaban acalorando…


Nuestro querido Erik no se quedaba atrás. No se esperaba que Scarlett tomase la iniciativa (al menos no como la noche anterior, en la que habían sido tan vilmente interrumpidos por Stella). Caperucita, siempre en su línea, había intentado huir después de besarlo, pero Erik no iba a perder la oportunidad.


Era curioso como podía sentirse el sim más afortunado y sexy del mundo, mientras trataba de ignorar ese pensamiento que le decía que esto era demasiado bueno para ser verdad…

«Feliz aniversario, Carmen», le dijo él tratando de aguantar la risa


«¿Pero Carmen no era tu hermana?»


«Esa es la otra Carmen»


«¿Pero esa no se había muerto de disentería?»

Erik la abrazó con una maravillosa pose que les proporcionó la Señora que Nos Controla. Si fuera por ellos se habrían quedado así durante un rato más, pero ya era hora de despedirse, pues no nos vamos a pasar todo el capítulo viendo a esta gente babosearse…


«Ten mucho cuidado, Scarlett. No me gusta la tal Duquesa…»


«No te preocupes. Creo, más bien, que será una visita en vano. ¿Tú a dónde irás?»


«A la dirección que encontraste del tal Morcant… y luego a la casa de Amarantha. A ver si está la tal Isabella», dijo Erik. No era del todo verdad…

Erik le dio otro beso, esta vez en la mejilla. Ambos estuvieron a punto de decir «Te quiero», pero por vergüenza o tontería (más lo segundo, diría este narradora), nadie dijo nada y las palabras no dichas se quedaron allí en el aire, siendo solo un pensamiento y una realidad.

Scarlett se alejó. Parte de ella no podía creer lo que acababa de pasar y tenía muchas ganas de gritar de alegría. Hasta su yo saboteador estaba callado. Su tercer yo, el que le había gritado que lo besara, solo le decía que esto tenía que seguir más tarde.


Erik la observó mientras se alejaba y no pudo evitar sonreír.


«Me vuelves loco, Caperucita», le dijo, aunque sabía que estaba muy lejos para escuchar

El palacete de Chickenlorn se alzaba frente a la bahía de Windenburg. Era absolutamente precioso… Aunque a decir verdad, en este momento, a Scarlett le parecía todo perfecto…

No se le borraba la sonrisa de la cara y no podía dejar de pensar en el melenudo. En su sonrisa, en cómo la miraba (sus ojos centelleaban), en cómo la había besado, en sus brazos… ¡Qué calor de pronto!


Pero tenía que concentrarse y hacer bien su papel. La idea inicial de ver a la Duquesa de Chickenlorn tenía que ver sobre todo con el tema de la misteriosa chica de la zapatilla, pero ahora que sabían quién era, la cosa era muy diferente. Si la Duquesa era la chica rubia que había sido amante de William antes de que Harold desapareciera, eso quería decir que tenían mucho tiempo juntos. Obviamente ella sabría que el desaparecido nunca fue William, sino Harold…


Nuestra sonriente y coqueta chica venía con una propuesta para la Duquesa. Una propuesta que podría darle acceso a su día a día, al menos durante un tiempo…

El mayordomo le dio la bienvenida con un toque de superioridad.


«Me llamo Scarlett Hood. Necesito hablar con la Duquesa de Chickenlorn. Vengo de parte de Su Majestad, la Reina Violet», le mostró un pergamino enrollado con el sello de la casa real (en verdad era la lista de invitados al baile de máscaras, pero el mayordomo no tenía que saber eso)

«Su Excelencia, la Duquesa de Chickenlorn, está ocupada fuera de la residencia. Es bienvenida a esperarle, a dejar el mensaje conmigo o a volver en otro momento a conveniencia», dijo el hombre


«Las instrucciones de la Reina son claras. Debo entregar el mensaje en persona a su Excelencia», dijo Scarlett imitando el tono pomposo del hombre


«Como dije, es bienvenida a esperarla»


El hombre guio a Scarlett hasta un pequeño salón y la dejó allí esperando. Ni un té le ofreció. ¡Odioso!

Nuestra chica se sentó… seguía sonriendo como tonta. ¡Ay, Erik! ¡Por la Señora que Nos Controla! ¡Qué calor hacía de pronto!


Un ruido interrumpió sus pensamientos… parecía que se acercaba alguien, pero era como si corría.. No se imaginaba a la Duquesa corriendo a su encuentro…

Un hombre mayor apareció frente a ella. Estaba completamente desnudo…


«¡Lulu! ¡LULU!», gritaba

Solo en ese momento Scarlett se dio cuenta de que una gata se había subido a la mesa.


«¡Ooooops! ¿Esta quién es?», dijo la gata más para sí misma


«¿Eres tú, Lulu?», dijo el hombre mirando a Scarlett


«Yo… eh… No…», nuestra pobre chica no sabía a dónde mirar

El hombre se echó a reír.


«¡Siempre se me olvida! Lulu tiene 40 años muerta. ¡MUERTA! ¿La has visto?»


Scarlett no entendía nada y no sabía dónde meterse.

«¡Excelencia!», llamó una mujer que entró corriendo en la habitación


«¿Dónde está Lulu?»


«¡Por el Plumbob! ¡Tenemos compañía!», exclamó la chica al ver a Scarlett

«Lo siento mucho», continuó la mujer. «Es inofensivo… Solo que no se encuentra muy bien»


«Mi abuela decía que Lulu era del infierno, pero para mí era la mejor», decía el hombre

«¿Puedo ayudarte con él?», preguntó Scarlett sonrojada


«No, no te preocupes. ¡Egbert! ¡Egbert! ¿Eres la nueva lavandera? Yo me llamo Magda, soy la enfermera de su Excelencia», dijo y miró al hombre


¡El Duque! ¡Este hombre era el Duque de Chickenlorn! Recordó lo que le había contado Erik. Según la cocinera de los Reyes, el Duque de Chickenlorn había perdido la cabeza y parecía poseído por una llama…


«Eh… No, yo solo vengo a entregar un mensaje de la Reina a la Duquesa…»

«¿De la Reina?», Magda estaba impactada. «¡Ay, lo lamento muchísimo! ¡EGBEEEEEEEERT!»


«¿Por qué gritas? ¿Dónde está Lulu? ¿Se la llevó la abuela?», seguía el Duque


«No, no, Excelencia. Lulu está allí», dijo Magda y señaló a la gata que estaba en la mesa


«¡Esa no es Lulu!»

Finalmente apareció el tal Egbert, quien resultó ser el mayordomo. Pidió disculpas a Scarlett de mil maneras y ayudó a Magda a llevarse al Duque.


«Lulu, está muerta muerta. ¿Verdad?», decía el Duque con tristeza


«Luego buscamos a Lulu, Excelencia. Primero debe tomar su medicina. La Duquesa la dejó preparada con mucho cariño», dijo Magda


«¡Simhumanos idiotas!», chilló la gata


«Yo solo quiero a Lulu…», lloraba el hombre


«Eres una descuidada», le susurró Egbert a Magda. «¿Cómo dejas que se te escape? ¿Y más cuándo hay visita?»


«¡Fue un accidente!», replicó la enfermera


Salieron de la habitación y dejaron a Scarlett a solas con la gata, quien seguía refunfuñando.

«¡Hola!», le dijo Scarlett a la gata en un susurro


«¡¿QUÉ?!», la gata la miró sorprendida. «¿Cómo…? ¿Una simhumana que habla gatish? ¡Debe ser el día en que vuelan los elefantes!»


Scarlett sonrió. No iba a darle explicaciones… ‘Es que soy parte hada’. ¡No veía el sentido! Muchos animales se sorprendían cuando hablaba con ellos. Preguntaban cómo era posible y ella siempre les decía que era un don especial. Ahora sí que podría darles respuesta… pero ella misma tenía tantas dudas…

«Es un talento que tengo de toda la vida. Me llamo Scarlett. ¿Tú eres Lulu?»


La gata miró al techo desesperada.


«No. O sea, sí, pero no. Los simshumanos de aquí me llaman Lulu, que era el nombre de la gata que tenía el simhumano desnudo cuando era joven… Tú puedes llamarme igual…»


Scarlett sabía por otros gatos que había conocido que usualmente tenían tres nombres: el dado por la familia simhumana, uno más digno que normalmente solo conocen otros gatos y un último nombre que solo conocía el gato en cuestión y nunca compartía con nadie.

«Encantada de conocerte Lulu», dijo Scarlett


«Lo sé»


«¿Suele pasar mucho esto con el Duque?»


La gata miró a su alrededor, como asegurándose de que no hubiera nadie más en la habitación. Aunque si lo hubiese no entenderían nada de lo que dijera.


«El pobre ha perdido la poca cabeza que le quedaba. Hago lo que puedo por ayudarlo pero solo recibo quejas y gritos…»


«Bueno, tal vez el resto no entienden que quieres ayudar…», empezó Scarlett

«¡Son imbéciles! Pero tú… podrías ser útil», dijo la gata y la miró de arriba a abajo. «¿Quién eres? Y no me cuentes lo de la Reina… no me lo creo»


Scarlett sonrió. Le contó que era detective y que estaba investigando la posible relación de la Duquesa de Chickenlorn con la desaparición del príncipe heredero… Había venido porque necesitaba una excusa para hablar con ella.


La gata no parecía sorprendida.

«¡Ay, qué lío tienen los simhumanos con eso! ¡Reinas, Reyes! jajaja. Si son todos iguales… En fin… llevo aquí toda la vida soportando que me llamen Lulu, aunque al menos es un nombre digno. Tengo un amigo al que sus simshumanos llaman ‘Botas’… ¡La humillación! ¿Qué iba a decir? ¡Ah, sí! ¡La Duquesa! ¿Cómo te lo digo sin que suene mal? Supongo que no hay manera…»


La gata hizo una pausa dramática…


«La Duquesa envenena al Duque. Le prepara una supuesta medicina, pero es eso mismo lo que lo tiene loco. He intentado de todo para que la cabeza hueca y el estirado con ínfulas dejen de dársela: salto sobre ellos, rompo el frasco, hago que el Duque me persiga por la casa para distraerles, pero no hay manera. Siempre me gritan que soy un trasto… Llevo años así y, sinceramente, estoy agotada»

Podríamos decir que Scarlett se sorprendió, pero después de todo lo que había escuchado en las últimas horas ya se había curado en salud. Esa ‘medicina’ debía ser algo mágico… recordemos que se rumoreaba que la Duquesa era una bruja. Asumía que ‘la cabeza hueca’ y ‘el estirado con ínfulas’ eran Magda y Egbert…


«¡Santo Plumbob! Hay rumores de que la Duquesa es una bruja… ¡Pobre hombre!», dijo Scarlett


«Me gustaría compadecerlo más, pero siempre ha sido un idiota supremo. No tiene capacidad de juicio… y sí, es una bruja, claramente. Tiene una habitación a la que no entra nadie. Sé que allí hace sus venenos… pociones o como sea»

«Creo que aunque sea un idiota supremo le tienes algo de cariño, si no no intentarías ayudarlo. ¿Sabes qué contiene la poción que prepara la Duquesa?»


«Lo tolero. Simplemente. Su dinero es el que paga mi alimento… Y no, no sé qué le echa a la supuesta medicina, pero es un olor amargo… a vacío… a pérdida», aseguró la gata y se quedó callada nuevamente para el efecto dramático


Scarlett no sabía a qué olía el vacío, ni la pérdida, pero si olía como se sentía debía ser horrible.


«¿Sabes por qué hace eso la Duquesa?»

«Alguna razón estúpida tendrá, como todos los simhumanos. Ahora está muy ocupada con no sé qué evento de caridad y un tal Benji. El otro día casi se le olvida preparar la ‘medicina'»


«¿Benji? ¿Quién es ese? ¿Lo conoces?», preguntó Scarlett ahora sí un poco más sorprendida


«No. Pero sé que tiene una relación con él. Se mira al espejo, se cambia la ropa, pregunta en voz alta a la nada si le gustará a Benji», la gata suspiró. «Y luego dicen que los gatos somos los raros…»


«¿Alguna vez ha mencionado a William o a Harold?», quiso saber nuestra chica


«No, al menos no frente al espejo cuando se cambia de ropa como tonta y habla sola cuando cree que no la oigo. ¡En fin! Estoy cansada. Llévame hasta la puerta»


Scarlett supo que lo último no era una petición, sino una exigencia.

Una vez en sus brazos la gata la miró con una mezcla de adoración y amenaza.


«Júrame que harás lo posible por ayudar al Duque»


«Te lo prometo…»


«¡Júramelo!», exigió


«Lo juro», soltó Scarlett nerviosa. ¿En qué berenjenal se estaba metiendo?


«Bien. Si no lo haces te sacaré los ojos», dijo Lulu muy seria


«No tengo dudas. En el fondo no creo que solo toleres al Duque. Le tienes cariño. Admítelo, Lulu»


«Es el idiota supremo cuyo dinero me alimenta. Por supuesto que me preocupo», aclaró la gata

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3 Comments


María Castro
María Castro
Mar 13, 2023

Al fin se besaron!!!! Esa tensión me tenía mal...

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María Castro
María Castro
Mar 13, 2023
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Yo soy igual!!! Ya quiero el final feliz jajajajajajaja xD

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