La última vez que vimos a nuestro detective había salido en busca de Scarlett, pues había descubierto algo que no le gustaba para nada de la Duquesa de Chickenlorn, y temía que dicha señora le hiciera algo a su Caperucita.
Se dirigía a toda velocidad al palacete de Chickenlorn cuando vio a su querida Scarlett en la distancia. Parecía estar bien…
Erik se lanzó hacia ella y le dio un abrazo.
«¿Estás bien? ¿Te hizo algo?», preguntó nervioso
Scarlett estaba desconcertada. ¿Qué le pasaba ahora al melenudo? ¡Ay, qué bien huele! Y qué calor otra vez…
«Estoy perfectamente», dijo y se sonrojó
«Vámonos de aquí», pidió Erik muy serio
«¿Qué pasa?»
«Te digo luego. Prefiero no hablar aquí», dijo él
Erik prefería contarle todo a Scarlett lo más lejos posible de la Duquesa. Nunca se sabe. Además, tiene claro que hombre precavido sigue valiendo por uno…
Caminaron en silencio hasta que llegaron al puente que los conduciría hacia la cabaña que compartían.
«¿Me vas a decir qué pasa? ¡Se me alteran los moodlets!»
«A ver…», Erik suspiró. «Te lo resumo: Isabella, la chica que vivía con Amarantha está sana y salva…»
«¿Hablaste con ella?»
«Yo no. Tú hablaste con ella… es la Duquesa de Chickenlorn», soltó Erik por fin
Scarlett se detuvo en seco. Justo cuando creía que ya había pasado por todas las interacciones y poses de sorpresa Erik le decía eso… ¡Madre del Plumbob, la Duquesa!
Y aún tenía que contarle lo que le había dicho Lulu, la gata.
Erik le contó toda la historia con lujo de detalles… bueno, omitió un par de cosas… como que reconoció a Morcant por los ojos rojos. Le dijo que después de mucho insistir, y de pagarles, las brujas le habían dicho finalmente la identidad de Morcant…
«¡El zapatero! ¡Por el Plumbob! Parece que todos los zapateros se las traen. Lo siento mucho por él, si soy sincera»
«El pobre no paraba de llorar. Cree que todo es su culpa…»
«¿Pero tú crees esa historia de la sobrecarga mágica?», preguntó Scarlett
«Sí y no. Quiero decir, no creo que Amarantha estuviese practicando un hechizo para… yo que sé… pintarse las uñas y de pronto ¡PUM! ¡Sobrecarga! Pienso que tal vez se defendía de alguien…», explicó Erik
«¿De William? ¿De la Duquesa?»
«¿De ambos? ¡No lo sé!», dijo Erik decepcionado. «En fin, en cuanto Morcant me dijo quién era Isabella salí corriendo a buscarte…»
Se acercó a ella y la rodeó con el brazo. A Scarlett se le pusieron los pixeles de gallina…
«¿Y qué pensaste? ¿Que la Duquesa me iba a convertir en su cena o algo así?», dijo burlona
«No sería raro en una bruja… También pensé que podría maldecirte con la famosa disentería de la que tanto hablas»
«Admítelo», dijo nuestra chica. «Viste la oportunidad de hacerte el héroe y no querías perderla»
«En realidad temía por la Duquesa», dijo y se rio. «Conociéndote la amenazarías con el Extreme Violence»
Scarlett se giró hacia él y le dio un beso en la mejilla. Esta vez los pixeles que se pusieron de gallina fueron los de él.
«Estoy bien. No te preocupes por mí. La Señora que Nos Controla está negada a que yo vuelva a ser una damisela en apuros», le dijo
«Nunca lo fuiste, en realidad»
«No, no estereotípicamente hablando»
Siguieron caminando en dirección a la cabaña.
«¿Qué te dijo del vestido? ¿Se creyó la historia de tus aventuras en la costura?», preguntó Erik
«No lo sé. Ahora lo dudo más… pero mi conversación con ella no fue la más relevante…»
Scarlett le contó toda su aventura en el palacete de Chickenlorn. Desde la aparición estelar del Duque a la conversación con Lulu, la gata. Se sentía rara contándole a alguien sobre su conversación con un animal… sobre todo cuando ese alguien no era su madre.
Llegaron a la cabaña y No sé, el sapo, estaba cantando, pero ninguno de los dos le prestó mucha atención. Seguían discutiendo el tema de la Duquesa y lo que le había contado la gata Lulu.
«¡Santo Plumbob! ¡Y Morcant cree que la Isabella es una santa! Aunque… ¿qué tanto se puede confiar en un gato?», preguntó el melenudo
«Pues a mí no me pareció una mentirosa… Y bueno… digamos que le juré que ayudaría al Duque», dijo Scarlett un poco nerviosa
«¿Y desde cuándo vas por ahí haciendo juramentos?»
«Es que era tan bonita. ¡No pude resistirme! Además, dijo que si no cumplía me sacaría los ojos», contó Scarlett
Erik rio y tomó su mano entre las suyas.
«Todo sea por mantener esos ojos morados en sus cuencas», le dijo burlón
Scarlett se sonrojó. Todavía no procesaba lo de sus ojos…
Erik la notó incómoda y cambió de tema inmediatamente.
«Parece, entonces, que se nos multiplican los dramas y misterios, Caperucita. El embrujo o envenenamiento del Duque, lo del tal Benji… ¿Sabrá William que la Duquesa se ve con un ‘Benji’?»
«Ni idea… Se supone que William y la Duquesa son amantes desde hace mucho. ¿No? Si William estaba también con Amarantha, tal vez la Duquesa estaba ya con el famoso Benji», razonó Scarlett
No sé, el sapo, dejó de cantar para soltar un largo «Croaaaaaaack…» lleno de intriga.
«¡Muy modernos ellos! Pero según lo que me dijo Morcant, Amarantha estaba saliendo con un cazador que trabajaba en el castillo…»
«Sí… un cazador llamado William», soltó Scarlett
«Efectivamente… o eso creo. Mi duda es si Amarantha sabía que se trataba del príncipe heredero…»
«Tal vez sí, pero quería proteger su identidad… o tal vez no… tal vez de verdad creía que era un cazador»
«¡Por la Señora que Nos Controla! ¡El drama que hay aquí! No sé por dónde empezar», suspiró Erik
No sé retomó su canción con cierto desánimo…
«Hay algo que estuve pensando mientras iba a buscarte…», empezó Erik
«¿Te dio tiempo de pensar algo más que hacerte el héroe?», dijo nuestra chica fingiendo sorpresa
«Soy multitasking…»
«Multithinking, más bien»
«Por favor, nunca te dediques a la comedia», soltó Erik haciéndose el serio
«Ni tú a la peluquería», respondió Scarlett con una sonrisa malvada y los ojos clavados en el pelo del Erik
El sapo dejó de cantar nuevamente y susurró algo para sí, pero ni Erik ni Scarlett le estaban prestando atención. Aunque la realidad es que No sé estaba ocupado con sus pensamientos. Estaban viniendo muchos a la vez y se estaba agobiando, así que retomó su canción una vez más…
«Bueno, qué era lo que pensabas, señor héroe»
Erik sonrió. ¡Condenada Caperucita!
«Estaba pensando, y esto debo admitir que se lo debo a la bruja brócoli porque dijo que el velo entre los mundos se afinaba en esta época del año… Tal vez podríamos intentar contactar a Amarantha…», dijo Erik dudoso
«No veo por qué no. Si algunos espiritistas intentaron contactar a William en su momento… supongo que de Amarantha sí que podrían obtener respuesta…»
«Supongo… a menos que sean una estafa. En fin… Felberta menciona en sus notas que un tal Dominguino de Hollow fue el espiritista que intentó contactar a William. Voy a averiguar su paradero… No perdemos nada», dijo el detective
No sé seguía con su canción para evitar sus pensamientos, pero no parecía funcionar así que decidió cantar más alto.
Erik miró al sapo y se le escapó la risa.
«Somos una familia de pocos talentos. Tú no sirves para comediante, yo no sirvo para peluquero y creo que nuestro sapo no nos va sacar de la pobreza con sus cantos…», dijo
En verdad agradecía el momento sapo. Estaba bastante agobiado con todo.
A Scarlett se le escapó una sonrisa tonta. Eso de ‘somos una familia’ y lo de ‘nuestro sapo’… no iba a tomárselo demasiado en serio, pero es que sonaba tan bien. ¡¿Pero qué le estaba pasando?!
Volvieron a besarse, esta vez con No sé dando concierto de fondo…
El sapo llegó a una parte de la canción… una parte que resonó en la memoria de los dos…
«CroackCroackCroackCroack CroackCroCroCroCroCroack CroackCroackCroCroCroCroCroack»
Erik y Scarlett se separaron… parece que estaban destinados a las interrupciones…
«¿Es la canción que siempre canta?», preguntó Erik. Su cerebro estaba intentando hacer ‘click’
«Creo que sí…»
Scarlett se acercó al sapo. La daba un poco de vergüenza hablar con él delante de Erik, pero qué más iba a hacer…
«¿Estás bien?», le preguntó. «¿Te duele la pata?»
«No sé… creo que… croaaaaack… me duele la cabeza», respondió el sapo. Su tono era diferente al de otras veces. Parecía como desanimado
Nuestra chica lo observó. No veía ninguna señal física de que estuviese enfermo. Con las mismas el sapo retomó su canción, pero Scarlett lo interrumpió…
«Es muy bonita esa canción…», empezó
«Me ayuda a quitar los pensamientos…», respondió el sapo y siguió cantando
«¿Qué pensamientos?», preguntó. No sabía si el sapo se hacía el enigmático o qué
«No sé…»
«¿Cómo que no sabes? ¿Qué pensamientos tienes?»
«Son muchos… veo mi cara, pero no soy yo… y… y estoy corriendo… tengo mi espada de madera y él me persigue… Hay una fiesta y ella se va, pero yo la sigo… Croaaaaack»
¿De qué plumbobs hablaba este sapo loco?
Volvió a cantar como si nada…
Erik vio la cara de desconcierto de Scarlett y se acercó a ella. Nuestra chica le contó los extraños ‘pensamientos’ de No sé.
«¿Soy yo o está relatando algo parecido a lo que nos contó Stella?», dijo Erik
«Eso parece… A ver, él escuchó todo…»
«Lo que no entiendo es qué es eso de la espada de madera. ¿Quién lo persigue? ¿Y qué dice de la cara?»
Scarlett le preguntó al sapo. Este se quedó callado un rato hasta que por fin dijo:
«Estamos jugando. Me escondo en el jardín, pero él me encuentra… salgo corriendo y me caigo. ¡Croack!»
«¿Qué dice?», insistió Erik
«Espera… creo que está ‘pensando’… No sé, ¿quién te persigue?»
«¡Yo! Bueno, no soy yo pero es mi cara… Es un juego, pero siempre me atrapa y pierdo la pelea de espadas… Croaaaaack»
Dicho esto se puso a cantar de nuevo. Scarlett tradujo la última frase al melenudo… Los dos se quedaron en blanco escuchando la canción.
Finalmente los cerebros de ambos hicieron ‘click’. No sé estaba cantando la canción que había tarareado Stella cuando les contó su historia con Harold. Erik seguía sin recordar el nombre, pero la había escuchado mil veces…
«¿Cómo se llama esa canción? ¿Es tu favorita, verdad? Siempre la cantas», le preguntó Scarlett
«¡Croooooaaack! No sé, pero estoy bailando con ella… hace frío»
«Ehhhh… parece que estuviese… recordando cosas… o inventándolas. ¡No entiendo nada! Ahora habla de un baile con una ‘ella’ y de que hace frío», le dijo a Erik. Se estaba frustrando
«Pregúntale con quién baila», pidió Erik
«Puedes preguntarle. Él te entiende», explicó Scarlett
‘¡Cierto!’, pensó Erik
«No sé… ¿con quién bailas?»
«La chica del invierno… croooooack. Iba con él de camino a la iglesia… yo también iba pero estaba triste.. ¡Croack!»
Scarlett tradujo, pero era lo mismo que decir nada. No entendían…
«¿Quién es ‘él’, No sé? ¿Sabes su nombre?», insistió Scarlett
«Sí… él es yo, pero no soy yo… estamos jugando y ahora él está con ella y vamos a la iglesia. ¡Croack!», respondió el sapo cada vez más triste
«Entonces, si tú no eres él, pero él es tú. ¿Cómo lo llamas?», siguió Scarlett en la que se había convertido en la conversación más surrealista que había tenido en su vida
El sapo pareció pensativo…
«¡Crooooack! Benji… es Benji, es yo pero no soy yo… Me persigue y siempre me atrapa y me gana la pelea de espadas», dijo y volvió a su canción
Scarlett tradujo a Erik y ambos se quedaron desconcertados. ¿Benji? ¿El Benji de la Duquesa? Todo apuntaba a que el sapo se estaba inventando cosas, pero de dónde sacaba lo de la espada de madera y eso de que Benji lo perseguía…
«¡Holaaaaaaa!», llamó una voz desde afuera
Erik podría reconocer esa voz a kilómetros. Era la insoportable bruja brócoli. ¿Qué le pasaba a la gente de esta ciudad? ¿Por qué todos tenían el desafortunado don de la oportunidad?
El detective no tuvo más remedio que levantarse y abrir la puerta.
«¡Mira, Odel! ¡Qué lugar más bonito! ¿Qué tal, Erik?», dijo la bruja tan contenta mientras entraba como si la habían invitado
«¿Pero tú no te ibas de vuelta a Henford-on-Bagley?», soltó el detective visiblemente molesto
«Ese es el plan… o era», dijo Odelgarde decepcionada
«Sigue siendo el plan. La cosa es que mi sombrero ha desaparecido y no me puedo ir sin él», explicó Úrsula y lo miró con odio
«¿Y a mí qué me importa tu sombrero?», ladró Erik
«No me preguntes cómo lo sé, pero lo sé… eres un manos largas. Seguro tienes el rasgo de cleptómano… Mi sombrero desapareció en cuanto te fuiste. ¡Dámelo!», exigió la bruja
«Úrsula, por vigésima vez, Erik no tiene tu sombrero. ¿Para qué iba a quererlo?», dijo Odelgarde desesperada
«Yo qué sé… ya sabes cómo son los de su tipo… les gusta apoderarse cosas, tesoros, juguetes, llámalo como quieras», rezongó la bruja verde
«Pues yo no lo tengo, Úrsula. Tal vez te sentaste en él y se ha quedado incrustado. ¿Has mirado?», respondió Erik bastante enojado
«He mirado, sí, y no está. ¡Devuélvemelo!», chilló la bruja
«¡Ay, por todos los plumbobs!», exclamó Odelgarde
Scarlett estaba observando la escena con total asombro. Aunque en verdad nunca había estado tan feliz de ver a Odelgarde. Esto del sapo era muy raro. Había hablado con muchísimos animales durante toda la vida y ninguno había dicho nada tan… ¿extraño? Era como si mezclaba cosas que había dicho Stella con la famosa canción… y lo había unido con lo de Benji al escucharlos hablando sobre él, pero luego estaba lo de las espadas de madera y el juego, la persecución…
Era un desbarajuste y al ver a Odelgarde fue como si se abrieran los cielos. Le pidió que se acercara y la bruja pareció aliviada de dejar la ¿conversación? ¿pelea? de Erik y su hermana.
«Perdona este circo, Scarlett. Úrsula insistió en venir… traté de detenerla, pero fue imposible. Sé que Erik no se ha llevado nada», dijo la bruja
Scarlett dudó un poco de eso último, pero es verdad que el melenudo no necesitaba un sombrero de bruja. O eso creía ella…
«No te preocupes… en verdad creo que has venido en el mejor momento. Esto va a sonar raro, pero… ¿te importaría ver a mi sapo? ¿Mágicamente, quiero decir? Como hiciste conmigo y lo de mis ojos…», dijo un tanto avergonzada
No sé, mientras tanto, seguía cantando. Más pensamientos estaban viniendo a él y lo mejor era cantar y cantar y cantar…
«¡Yo no tengo tu condenado sombrero y lo sabes muy bien! Algo me dice que te lo estás inventando todo porque no quieres volver a tu trabajo en Henford… Así como te inventaste que te habías dejado el caldero aquí…», dijo Erik a la bruja verde, quien no tuvo ni la decencia de fingir indignación
«¿Y si no lo tienes tú dónde está? ¿Y por qué justo desapareció cuando te fuiste de casa esta mañana?», replicó Úrsula
Odelgarde se acercó al sapo y lo observó. En realidad había tenido peticiones más raras de sus clientes, como ‘¿Puedes hacer que mi cerdo vuele?’, ‘Mi vaca no gana ningún concurso así la vista. ¿Será que le han lanzado un maleficio?’, ‘Saco a pasear a mi perro y él se va por allí y yo me quedo haciendo la interacción, pero realmente no está…’. La mayoría se debía a bugs que ella lograba solucionar con el famoso hechizo de resetear… Aunque otras cosas no tenían solución mágica fácil. En fin…
Definitivamente el sapo emanaba un aura mágica bastante fuerte. La bruja cerró los ojos y tanto su instinto como su intuición le dijeron que se trataba de un hechizo de transformación.
Se acercó más al sapo y empezó a lanzar un hechizo para que volviera a su estado natural. No era un hechizo sencillo y requería de mucha carga mágica…
Úrsula y Erik dejaron de pelear y se acercaron a ver qué pasaba. Scarlett estaba nerviosísima…
«Le he pedido ayuda… No es normal lo de este sapo…», dijo Scarlett a Erik
«Creo que está de acuerdo contigo», respondió él al ver a Odelgarde haciendo el hechizo
«¡Cuidado, Odel! No te me sobrecargues… ¿Qué le haces a la ranita?», quiso saber Úrsula
«Convertirla en sombrero, quizás», soltó Erik con amargura
«Es un sapo…», les recordó Scarlett en un susurro
Odelgarde estuvo un buen rato haciendo el hechizo, pero claramente no funcionaba…
«Lo siento, Scarlett. No puedo continuar… me está dando dolor de cabeza. Claramente hay algo bastante mágico en… ¿Cómo dices que se llama?», preguntó la bruja
«No sé… o sea su nombre es No sé», explicó Scarlett
Odelgarde se dijo a sí misma que no era quién para juzgar nombres, al menos no en voz alta.
«Pues… No sé, tiene un hechizo… me temo que su verdadera forma no es la de un sapo. He intentado que vuelva a su forma real, pero no puedo…»
La bruja verde se giró hacia Scarlett.
«Yo también fui un sapo una vez. Me transformó Fulgencio de Willow Creek cuando estábamos en la academia de magia. Era un brujo envidioso y maaaaalo como él solo. Menos mal Odel me encontró a las pocas semanas y me devolvió a mi forma real», contó Úrsula como si nada
«¡¿A las pocas semanas?!», dijo Scarlett sorprendida
«O sea que ya fuiste verde anteriormente», le lanzó Erik
«Roja», dijo la actual bruja verde con su mejor sonrisa. «Lo que quiero decir es que si alguien puede transformar a un ser a su verdadera forma esa es mi hermana»
«Odelgarde… ¿Cuál es la verdadera forma de No sé? ¿Por qué no puedes transformarlo?», insistió Scarlett
«Me parece que es humano… me transmite la misma energía que me transmitía Úrsula cuando estaba convertida en sapo rojo. No puedo transformarlo… lo siento… Me temo que…», la bruja miró a su hermana
Erik tenía la teoría de que se comunicaban mentalmente…
«No sé si exagero, pero creo que no es un simple hechizo… Parece más bien una maldición», concluyó Odelgarde
«¡No entiendo! ¿Cuál es la diferencia?», preguntó Scarlett nerviosa
«Hay varios tipos de maldiciones: las que solo puede quitar quien las haya lanzado y las que solo se rompen si se cumple una o varias condiciones establecidas por la bruja o el brujo que la lance. Las primeras suelen desaparecer cuando el brujo muere o las retira voluntariamente. Las segundas, como digo, no se rompen hasta que se cumplen las condiciones», explicó Úrsula
Scarlett recordó el famoso libro de La Bella y la Bestia que tanto había leído y releído a falta de más material en la biblioteca de Glimmerbrook. En esa historia el príncipe estaba maldito y solo volvería a ser guapo si alguien se enamoraba de él en su forma monstruosa… ¡Madre del plumbob! ¿Cómo había podido leerse ese libro horrible tantas veces?
«¿Pero cómo podemos saber qué tipo de maldición es?», preguntó Erik
«Creo que es la segunda, la de las condiciones. La energía es demasiado fuerte», explicó Odelgarde
«¿Y cómo podemos saber esas condiciones?», siguió Erik
Úrsula se echó a reír.
«No te preocupes, agitamos nuestras varitas y decimos ‘Abracadabra’ y aparece la lista de condiciones para romper la maldición», dijo la bruja verde con sorna
«¡Cállate, Úrsula!», chilló su hermana. «Normalmente es algo que sabe quien haya lanzado la maldición y generalmente el maldecido…»
Con lo confundido que parecía el sapo ni Erik ni Scarlett se lo imaginaban respondiendo a eso. Al menos no con lógica…
«¿Hay alguna manera de buscar a quien haya lanzado la maldición?», preguntó Scarlett
«Sería como buscar a un sim sin la opción de enfocar la cámara. Vamos, una aguja en un pajar», dijo Odelgarde apenada
Erik suspiró. Ahora a quien le dolía la cabeza era a él…
Nunca pensó que diría esto, pero cómo echaba de menos el día en el que creía que solo tenía que buscar a la chica de la zapatilla…
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