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Caperucita y el detective - Capítulo 31


La oscuridad cayó sobre castillo de Windenburg… Bueno, en realidad ya había caído por todas partes porque era de noche, pero aún tenemos intenciones de algún día ser capaces de hacer una introducción profunda a esta historia.


El Príncipe, cansado y de mal humor, se dirigía a su torre con paso firme. Había perdido el tiempo con Isabella. Era una exagerada y una dramática… No sabía poner las cosas en perspectiva… ¿Pero qué podía pedirle a una chica como ella?

«¡Harold!», llamó su madre, quien ya sabemos tiene la costumbre de salir de la nada.

El Príncipe se sobresaltó…


«¿Mamá?», dijo y se giró hacia la voz

«¿Estabas fuera?», preguntó la Reina


«Necesitaba un poco de aire… Ha sido un día largo…», respondió


«Hay bastante aire en nuestro jardines…»


«Mamá, por favor… No soy un niño», dijo el Príncipe con toda la paciencia que pudo y su mejor sonrisa


«Lo sé… simplemente no quiero que vuelvas a tus andanzas», explicó la Reina muy seria


El Príncipe se hizo el ofendido, aunque realmente le hacía gracia.

«Tienes responsabilidades, Harold. Muchas más que antes. No puedes seguir escapándote cada noche, de aquí para allá, de fiesta en fiesta…», siguió la Reina


«Te juro que simplemente necesitaba despejarme. Sabes perfectamente que todo esto está siendo muy difícil. Yo… el príncipe heredero… ¡Es tan absurdo!», dijo él con toda la tristeza de la que fue capaz


«Lo sé… Perdóname si estoy siendo dura contigo. Me preocupa que pueda pasarte algo…»

«No va a pasarme nada. Estaré perfectamente bien para la coronación…», dijo fingiendo enfado


«Harold, por favor… La coronación es importante, pero más lo eres tú. Simplemente quiero que estés bien… te veo siempre tan triste… tan alejado de nosotros…»

«Sabes bien que esto no es lo que yo quería…», respondió con todo el dolor del que fue capaz. Estaba seguro de que su habilidad de actuación estaba cerca de alcanzar el máximo nivel


La Reina asintió y finalmente sonrió.


«Y sin embargo lo estás haciendo muy bien, cariño. ¡Perdóname! Por supuesto que tienes derecho a despejarte, a salir de aquí… Simplemente me preocupo…»

El Príncipe se estaba hartando de dar vueltas sobre lo mismo, así que hizo la interacción más Harold que pudo imaginar: le dio un abrazo a su madre.


«Perdóname tú a mí», le dijo a su madre


A la mañana siguiente Scarlett y Erik iban en dirección al lugar más visitado por ambos desde que estaban en Windenburg: la casa de las brujas.


«¡No tiene sentido, Scarlett! Es mejor ir directamente a casa del tal Dominguino. No me creo nada de lo que dijo Úrsula», repitió Erik


«Ya te dije que Odelgarde me confirmó que era verdad. Además, creo que nos conviene llevarnos bien con ellas…»


«Yo no me llevo mal con Odelgarde… y creo que tú tampoco. Parecía tu mejor amiga…», dijo Erik con sorna

«¿Y qué tiene de malo? Me cae bien…», respondió Scarlett tratando de no reírse, aunque era verdad lo que decía


«¿Sí? ¿Desde cuándo?»


«¡Desde siempre! Y sobre todo desde que nos dijo lo de No sé… Me siento rara llamándolo No sé»

«¿Crees que debimos dejarlo solo en casa?», preguntó el detective


«Por supuesto que no. Lo llevo en mi inventario», dijo ella en voz baja


«Siempre piensas en todo. ¿Qué haría sin ti?», dijo Erik sonriente


«Lo mismo que hacías antes de conocerme»


Erik pensó que lo que hacía antes de conocerla era trabajar igualmente, aunque solo; beber y apostar demasiado (bueno, siendo justos, esas dos últimas cosas ya las estaba intentando cambiar él antes de conocerla). No quería volver a ser un borracho sin un céntimo y ahora más que nunca quería ser mejor.

«No, me gusta más la persona que soy ahora», respondió finalmente


«¡Qué profundo!», rio ella


«Soy la fuente de sabiduría y autoconocimiento», aseguró el detective


«¡Sin duda! A ver, fuente de la sabiduría y el autoconocimiento. ¿Crees que debemos contarle a Stella nuestra teoría de No sé?»


«Mmmm… primero quiero asegurarme con los reyes de que efectivamente Benji es el apodo de quien creemos que es»

Scarlett sonrió.


«¿Y cómo piensas sacarle eso a los reyes si se supone que buscamos a la chica de la zapatilla?»


«Tienes que tener más fe en mí y en mi increíble capacidad de empezar una conversación con un tema y redirigirla a otro que no tiene nada que ver…»


«¡Por el Plumbob! ¿Qué más talentos ocultos tienes?», preguntó ella


«Tengo la habilidad de baile al máximo. Y ya sabes lo que dicen… el que no sabe bailar…»


«No, no sé lo que dicen. ¿Me lo explicas?», dijo irónicamente

«Es mejor demostrártelo», aseguró Erik y le besó la mano. «Me refiero al baile, claro»


«Sí, claro», rio Scarlett

Siguieron andando entre risas tontas, aunque después de semejante frase a Scarlett le hubiese encantado volver a casa y vivir la demostración, pero bueno…


«Es que no lo has pensado, ¿verdad?», dijo alegre


«A ver, Caperucita, qué se supone que debía haber pensado…»

«Ayer pensé brevemente en la posibilidad, pero le vi más sentido esta mañana cuando guardé a No sé en el inventario… Creo que sé cómo romper la maldición… o al menos intentarlo, pero necesitamos a Stella. Por eso creo que debemos contarle…»


Erik se sorprendió, no sabía ni por qué, porque sinceramente Scarlett siempre tenía una respuesta para todo.


«Verás, en la biblioteca de Glimmebrook si algo abunda son libros de romance, cuentos, leyendas y así. Hay un cuento muy raro de un príncipe que era un egocéntrico y es convertido en una bestia por una hechicera. ¿Sabes cómo se rompía su maldición? ¡Con un beso de verdadero amor!», explicó muy contenta


«Hola, Stella. ¿Podrías besar a este sapo? Creemos que es tu novio perdido. No sabemos si ahora es venenoso, pero, mira, no pierdes nada… Anda, un besito nada más», dijo el melenudo tratando de no reírse


«¡Sí, así mismo!», rio Scarlett


«Pues me parece perfecto. Peores cosas habrá escuchado ya la pobre…»

Se acercaron finalmente a la casa de las brujas.


«Por cierto, mañana voy a casa de la Duquesa. Hemos quedado para lo de su vestido, ya sabes… y quiero preguntarle a Odelgarde sobre la poción que dijo Lulu…», le recordó nuestra chica

«Tú no vuelves a casa de esa señora», soltó Erik muy serio


«Tú a mí no me dices lo que tengo que hacer», respondió ella y se fue a llamar a la puerta

Odelgarde les dio la bienvenida y los invitó a entrar. Erik seguía pensando que esta visita era un despropósito, pero, si Scarlett quería hablar con Odelgarde sobre la poción que le daba la Duquesa a su marido, tal vez serviría de algo.

«¡Vaya, vaya! Scarlett y el ladrón. Están en todos lados, como la sal…», dijo la bruja verde desde el sillón. Erik juraría que hace un segundo no estaba allí


«¡Úrsula, por favor!», gritó su hermana


«¿Por favor qué? Entiendo que este… señor ha venido a devolverme mi sombrero»

«Te di uno de mis sombreros…», replicó Odelgarde


«Pero ese no tiene flores. El mío tenía flores… flores negras. ¡Preciosas!»


«¡Pero si eran de plástico!», chilló Odelgarde desesperada


«¡¿Y qué?!»

«¿Odelgarde, podemos hablar un momento?», pidió Scarlett. «Me gustaría preguntarte una cosa»


«Por supuesto», respondió la bruja. «Dejemos que estos dos resuelvan sus diferencias»


Scarlett y Odelgarde subieron al salón de la segunda planta.

«Bueno, parece que solo somos tú y yo. Dame mi sombrero ahora y prometo no hacer un espectáculo», soltó Úrsula


«Última vez que te lo digo. Yo no tengo tu sombrero», respondió Erik


«¿Pero aún quieres mi ayuda para ver a Dominguino, verdad?»


«Lamentablemente sí»


«¡Ay, es que al final soy toda bondad! Ven. Sígueme», dijo y soltó una risa malvada

La bruja lo condujo al ático.


«¿Qué plumbobs hacemos aquí? A menos que tengas a Dominguino escondido en un armario o en uno de esos frascos, no veo el sentido de traerme aquí», dijo el detective. Estaba de pésimo humor


«Te traje para que finalmente me pulas el plumbob. Después iremos a ver a Dominguino», dijo ella con su voz más sexy


Erik enfureció aún más.

La bruja sonrió y señaló un objeto que había detrás de ella.


«Es un candelabro en forma de plumbob. Púlelo y déjalo como nuevo. Si me complace el resultado te llevo con Dominguino», explico la bruja verde


Erik estaba entre la incredulidad, el alivio y la furia. Úrsula en cambio parecía divertida y se echó a reír.

Se acercó a él y le lanzó una mirada sugerente.


«¿Qué pasa? ¿Creías que con ‘pulirme el plumbob’ me refería a otra cosa? ¡Ya quisieras! No eres mi tipo, querido»


«Ya quisieras tú», replicó él

«Y recuerda, querido, te quedan solo unas horitas para que aparezca mi sombrero… Ya sabes que si no aparece, no vas poder pulir el plumbob de nadie. Llámame cuando termines tu labor», dijo la bruja y se marchó

Scarlett contó a Odelgarde el drama del Duque que estaba siendo ‘envenenado’ con pociones. Aunque no le dijo que era el Duque ni que la supuesta envenenadora era su esposa, la Duquesa. Simplemente le comentó que era un caso en el que estaba trabajando junto a Erik.


«¡Por el plumbob! Tienes un sapo maldito, un hombre envenenado… ¿Algo más?»


Scarlett se tuvo que reír para no llorar.

«¿Sabes exactamente los síntomas del hombre?», preguntó la bruja


«Pueees… actúa como si estuviera loco. Físicamente no parece enfermo… pero mentalmente está mal. Buscaba a una gata que tenía de pequeño», contó Scarlett


«Mmmm… hay muchas plantas que afectan la memoria y otras que causan alucinaciones… Tal vez sea mucho pedir, pero si pudieras encontrar una muestra de esa poción o alguno de los ingredientes. Así podré analizarla y tratar de darte una solución»


«Voy a intentarlo. La gata me dijo que la supuesta medicina olía a algo amargo…»


«¿Amargo? Podría ser flor de Motherlode o semillas de planta lápida. De todas formas, ten cuidado», pidió la bruja

Erik bajó las escaleras y gritó a Úrsula, quien se encontraba en la otra habitación: «Ya tienes pulido el plumbob. ¡Le hacía mucha falta!»


«Voy a inspeccionarlo», chilló ella


«Tranquila», susurró Odelgarde a Scarlett. «Es solo un candelabro en forma de plumbob»


Scarlett se sonrojó ligeramente, pero no pudo evitar reírse.

«Tu hermana está acabando con mi paciencia», le dijo Erik a la bruja


«¡Imagínate la mía! Espero que vuelva a hoy a Henford-on-Bagley o va a perder su trabajo como bruja del pueblo»


«¡ODEL! ¡ODEL! ¡Ven ya!», gritó la bruja verde desde el ático


«¡¿Qué pasa?!», respondió Odelgarde

«¡Encontré mi sombrero!», gritó Úrsula


«¡Te lo dije! ¿Dónde estaba?», respondió Odelgarde mientras subía las escaleras


La conversación de las brujas se escuchaba perfectamente, pues por alguna razón tenían la costumbre de gritarse.


«Estaba debajo de la mesa de flores», decía Úrsula


«Y decías que te lo habían robado»


Scarlett trató de no reírse.


«Seguro lo dejó aquí mientras me pulía el plumbob. Te digo que es un ladrón», chillaba Úrsula


«Yo creo que ayer no miraste debajo de la mesa», respondió Odelgarde. Sonaba atormentada


«Claro que sí… Bueno, no recuerdo, pero lo busqué por todas partes», explicó la bruja verde

Nuestra chica miró a Erik muy seria.


«¿Te llevaste su sombrero y luego lo escondiste debajo la mesa de flores?», le preguntó


«¿En serio me estás preguntando eso?», respondió él


«¿Te lo llevaste o no?», exigió saber ella

«¿Tú que crees?», preguntó el detective y mostró su mejor sonrisa

Como había prometido, Úrsula llevó a Scarlett y a Erik a casa de Dominguino, el espiritista. Se pasó todo el camino hablando con Scarlett sobre la vida en Henford-on-Bagley y lo supuestamente muy emocionada que estaba por regresar. Ella también le explicó un poco más lo que necesitaban de Dominguino, sin revelar demasiado. Odelgarde había sido la más inteligente y se había quedado en casa porque tenía clientes que atender (o eso decía ella).

«¿Dónde está tu famoso sombrero? No me digas que lo has perdido de nuevo», preguntó Erik a la bruja, mientras Scarlett llamaba a la puerta

«Solo lo uso para viajes largos y rituales muy avanzados. Y, sea como sea, no pienso usarlo cerca de ti… dadas tus… costumbres», respondió ella con seriedad


Scarlett se acercó a ellos junto a un niño.


«Erik, este es Federico, el hijo de Dominguino. Úrsula, supongo que ya conoces a Federico. Me dice que su padre está bastante ocupado en este momento»


El rasgo de niñofóbica de Úrsula salió a flote y no pudo esconder su desagrado.

El niño la observó con furia y cierto asco.


«¿Cómo es que eres verde?», le preguntó


«¿Cómo es que sigues siendo niño? ¿No se suponía que crecerías a adolescente?», preguntó la bruja igual de asqueada que él


«Aún me quedan días. Papá está ocupado, vuelve después… o más bien nunca»

«Sabes perfectamente que tu padre siempre tiene tiempo para mí», respondió la bruja verde


«Pues hoy no lo tiene»


«¡DOMI! ¡ESTOY AQUÍIIIIIIIIIII! ¡DOMINGUINO!», gritó Úrsula

«¡Cállate! ¡Está en medio de una sesión! Estará libre en unas horas, pero por poco tiempo. Síganme», pidió Federico de mal humor

Federico los hizo esperar en la mesa de la cocina. Pasó más de media hora y Úrsula se estaba aburriendo.


«Tengo curiosidad», dijo con lo ojos clavados en Erik. «¿Alguna vez has tenido pulgas?»


El detective sacó a flote toda su habilidad de actuación y comenzó a reírse. Scarlett miró a Úrsula extrañada.


«¿Por qué habría de tener pulgas? Tú también tienes el pelo largo. ¿O es que se quedan en tu sombrero?», respondió entre risas, pero con el puño apretado de la furia


«No lo digo por el pelo largo…», empezó ella, pero Erik la miró con desesperación y lanzó una rápida mirada a Scarlett

Úrsula comprendió todo y trató de arreglarlo, lo cual sorprendió al detective.


«Lo… lo digo porque supongo que viajas mucho por bosques y eso… yo me he encontrado con todo tipo de bichos. Scarlett, háblame de Glimmerbrook. Nunca he estado allí»


Pasaron tres horas. Tres horas en las que Úrsula interrogó a Scarlett sobre cada detalle de Glimmerbrook. Por supuesto, Scarlett la puso al día de la boda de Clara Villapálida y el anciano zapatero.

Finalmente Dominguino de Hollow hizo su esperada aparición. Úrsula hizo las presentaciones rápidamente y se lo llevó a un lado.

«Mi Úrsula», dijo el hombre y le dio un beso en la frente. «Estás más divina que nunca. ¿Cómo es que eres verde? ¡Te ves deliciosa! ¿Te has cortado el pelo? Veo que Henford-on-Bagley te ha sentado bien»


«¡Mi Domi! Nadie se había fijado en mi corte de pelo, ni mi propia hermana. Lo verde es un tema de pociones. No te preocupes, no es tóxico»


«Nada en ti podría ser tóxico. Dime… ¿has pensado mi oferta?», preguntó él esperanzado


«Ya te dije que no pienso casarme contigo»


«¡Ay, qué pena!»

Se dieron un beso… un beso largo, larguísimo, de esos que generan tensión en el resto de las personas que hay alrededor y hasta causan vergüenza ajena.

«¡Qué asco!», exclamó Federico. «¡Váyanse a un arbusto!»


«Perdón», pidió Dominguino. «Teníamos mucho tiempo sin vernos. ¿Me acompañan, por favor, a la siguiente habitación?»

Se sentaron en una mesa redonda que tenía una bola de cristal.


«Domi, mi amiga Scarlett y este… señor son detectives y quieren invocar a una muchacha para resolver un caso», explicó Úrsula

«¡Detectives! He trabajado con muchos, sobre todo por el caso de la desaparición del Príncipe William… No quiero sonar egocéntrico, pero gracias a mí sabemos que no está muerto», dijo Dominguino con todo menos humildad


Erik y Scarlett se miraron pero no dijeron nada.


«Necesito saber detalles de la persona que quieren invocar. Nombre, edad, a qué se dedicaba, cómo murió…», pidió

«Amarantha de Oasis Springs…», empezó Scarlett


«¡¿Cómo?! ¿La que vivía antes en mi casa? Esa parte olvidaste mencionarla, Scarlett», chilló la bruja verde


«¡No quería preocuparte!», aseguró nuestra chica


«¡¿Pero en qué andan metidos ustedes dos?! ¿Tiene que ver con mi casa?», Úrsula estaba impresionada


«Dominguino», interrumpió Erik. «Como dice Scarlett la joven se llamaba Amarantha de Oasis Springs, cuando murió estimo que tendría unos años menos que Úrsula actualmente. Era una bruja y falleció por sobrecarga mágica»

«¡Una bruja! No son nada fáciles de invocar. ¿Tienen algo de ella?», preguntó el hombre


Erik y Scarlett negaron con la cabeza.


«Bueno… vamos a intentarlo. Ojos cerrados, copien mi postura….»

Dominguino se elevó con su silla. Erik no pudo evitar lanzar una mirada, pero volvió a cerrar los ojos cuando vio al hombre flotar.


La temperatura de la habitación descendió significativamente.


«Amarantha… Amarantha», susurraba Dominguino


Scarlett estaba entre aterrada y maravillada. ¿Y si Amarantha aparecía realmente?

De pronto empezaron a escuchar una voz lejana. Era una mujer que gritaba…


«¡TODO ESTE TIEMPO! ¡TODO ESTE TIEMPO ME HAS MENTIDO!»


La mujer lloraba, pero de rabia…


«¡MALDITO ASQUEROSO!»


«Amarantha… Amarantha», volvió a llamar Dominguino


Se hizo el silencio durante un rato y volvieron a escucharse los mismos gritos, los mismos llantos y las mismas palabras…

La silla de Dominguino cayó al suelo con un sonido seco. Úrsula se giró nerviosa.


«¡Ay, ay, ay! ¡Se me paran los pelos! ¿Qué fue eso, Domi? Esa muchacha claramente no está bien. Bueno, que si te has muerto de sobrecarga mágica… dudo que estés bien»


«Me temo que su alma está atrapada en un bucle…», explicó Dominguino bastante triste. «Está reviviendo el momento de su muerte de manera infinita. Va a ser muy difícil invocarla así. Necesito algo suyo o ir a un lugar en el que haya estado… preferiblemente el lugar de su muerte»


«¡A mi casa no!», chilló Úrsula


«Allí no se murió», soltó Erik

«Encontraron su cadáver en el lago de Winslar», contó Scarlett a Dominguino


«Pues allí es donde debemos ir. Haré todo lo posible por sacarla del bucle… Pero no puede ser hoy. Tengo otros clientes en un rato. Mañana por la noche»

«Pero habías quedado conmigo, Domi, para la cena y para el postre…», dijo Úrsula coqueta

«Por supuesto, mi amor. La noche es larga. Después del postre me voy al lago de Winslar con tus amigos. ¿Vas venir, verdad?», respondió él


«¡Pero claro! Esa muchacha vivió antes en mi casa… Tengo curiosidad»

Erik suspiró. La voz de Amarantha lo había dejado bastante intranquilo, pero ver a estos dos tan normales con sus cosas casi le hizo reír.


Los miró. Seguían coqueteando como si estaban solos…


En fin, siempre hay un roto para un descosido.

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