La hermosa mañana de luz naranja estaba muy orgullosa de sí misma. Pronto llegaría el invierno a Windenburg, pero ella había logrado verse como si fueran los primeros días del otoño.
Su belleza no había sido admirada solo por ella misma, sino también por un impaciente detective, quien se había levantado con los primeros rayos del sol y se había puesto a hacer pan mientras observaba los colores de dicha mañana por la ventana.
Erik tenía demasiadas cosas en la cabeza: Scarlett, el sapo, Amarantha, Scarlett, Dominguino, Úrsula, Scarlett, Amarantha, el principejo, los reyes, Scarlett, sus amigos Farkas y Kendra…
Pero bueno… una cosa a la vez. Esta noche Dominguino trataría de invocar a Amarantha, lo cual sería claramente un antes y un después para la investigación. Le preocupaba mucho la reacción de la pobre chica, sobre todo por lo que había dicho Dominguino de que estaba atrapada en un bucle. Sin embargo, nuestro detective tenía una idea…
La puerta de la cabaña se abrió lentamente y nuestra querida Scarlett entró poco a poco, sin hacer ruido. Sin embargo, esta extraña entrada se vio interrumpida por la presencia de Erik…
«Pensé que estabas dormida», dijo el detective, tan feliz de verla, mientras ponía el pan en el fantástico horno medieval
«Me fui a dar un paseo… no podía dormir», explicó ella algo nerviosa
Erik fue a saludarla y notó que tenía las manos heladas.
«¿Estás bien?», le preguntó
«¡Perfectamente! ¿A que huele?»
«A mi fantástico pan de leche»
Se sentaron a desayunar y como siempre Scarlett estaba maravillada con la comida que preparaba el melenudo. Ni siquiera su madre hacía comida tan deliciosa… ¡Su madre! ¿Qué estaría haciendo, la muy mentirosa? ¿Habría leído su carta? ¡Qué ganas tenía de verla y de exigirle que le contara toda la verdad!
«¿Caperucita? ¿Me escuchas?», preguntó el detective extrañado
«¿Qué? ¡Ay, perdón! Estaba pensando en mi madre… ya sabes. ¿Qué decías?»
Erik suspiró. Estaba muy rara…
«Quería saber si seguías con la idea de ir a casa de la Duquesa»
«Por supuesto que sí», aseguró ella
«Bien. ¿Cuándo nos vamos?»
«Sabes perfectamente que tú no vienes», le recordó Scarlett
«¿Y si te hace algo?»
«¿Cómo que?»
«Convertirte en sapo, por ejemplo…», aventuró Erik
«¿Crees que ella maldijo a No sé?»
«Tengo varias teorías…»
«Pues con más razón tengo que ir a verla. Tal vez pueda sacar algo… Una pista, algo. Además, le prometí a la gata que ayudaría…»
«No me gusta nada que vayas para allá. Hay que tener mucho cuidado con esa señora…», insistió Erik
«Lo tendré. No te preocupes. Estaré de vuelta para el ritual, tal vez antes. Ya verás»
Terminaron de desayunar en silencio y Erik la acompañó a la puerta. No le gustaba nada la idea, pero tenía que confiar en ella… Aunque era en la Duquesa en quien desconfiaba…
«Si veo que se acerca el ritual y aún no has vuelto iré a buscarte»
«Me rescatarás de las garras de la malvada Duquesa, entonces…», dijo ella divertida
«¿No me crees capaz?», dijo él haciéndose el ofendido
«Por supuesto que sí. Recuerda llevar a No sé en tu inventario si sales de casa»
«Sí, no voy a dejarlo solo. Pasaré por el correo… y bueno… tengo otra parada que hacer…»
Erik procedió a explicarle la idea que había tenido. A Scarlett le pareció perfecta.
«Cuídate mucho, por favor. Sal de allí en cuanto veas algo raro… La historia no la cuentan los héroes muertos», le dijo mientras la abrazaba
«Lo sé. Suele ser contada por los precavidos, los cobardes y aquellos héroes que quedan vivos»
«¡Muy graciosa!»
«No te preocupes por mí. Recuerda que la Señora que Nos Controla está negada a que yo sea una damisela en peligro de manera permanente»
«Yo no me confiaría…»
Scarlett se puso en marcha al palacete de Chickenlorn y Erik se quedó allí parado sintiéndose inútil. ¿En serio la estaba dejando ir así como así? Tal vez debería seguirla… Asegurarse de que no le pasara nada… Pero no… ella se daría cuenta y se enfadaría. ¿Pero qué importaba eso? Él solo quería que ella estuviera bien…
Como siempre hacía en momentos difíciles se preguntó qué haría Felberta, su mentora…. Dejarla ir en paz y prepararse por si hacía falta un rescate de última hora. Si se veía en esa situación probablemente tuviera que…
No quería que se enterara así, pero si no había más remedio…
Lo dicho, si Scarlett no aparecía antes del ritual iría a rescatarla.
El palacete se Chickenlorn se alzaba, como siempre, entre sus coloridos árboles y la playa. Dentro, la Duquesa de Chickenlorn dormía profundamente…
Se había quedado despierta hasta las tantas. Las lágrimas y las múltiples copas de néctar tampoco habían ayudado. Ahora la pobre se encontraba lejos, en un mundo de ensueño y sin preocupaciones…
Pero una suave voz la trajo de vuelta a la agria realidad…
«Perdón, Excelencia», dijo el mayordomo. «Ha llegado la muchacha del otro día… la mensajera-costurera…»
«Gracias, Egbert. Dile que tendrá que esperarme un rato. No me siento muy bien y dormí de más…»
«Puedo decirle que vuelva otro día», sugirió el hombre
«No hace falta. Dile que espere»
Unas dos horas más tarde nuestra querida Scarlett finalmente fue convocada por la Duquesa. Subió las escaleras con su mejor sonrisa, lista para saludar a tan digna señora, pero la realidad es que estaba aterrada. No había querido mostrarse nerviosa frente a Erik, pero en el fondo sabía que él sabía que estaba bastante asustada…
«Todo va a salir bien. No tienes nada que perder…», se dijo a sí misma
Al abrir la puerta se encontró frente a frente con la Duquesa, que como siempre era una visión. Sin embargo, Scarlett notó que llevaba muchísimo maquillaje…
«Perdona que te haya hecho esperar, Scarlett», le dijo amablemente. «No me sentía bien»
«Puedo volver en otro momento, Excelencia. No quiero molestar…», respondió tratando de disimular su decepción. Por la Señora que Nos Controla, que no le diga que se vaya
«Ya estoy mejor. Tengo muchas ganas de que empieces a trabajar en mi vestido», aseguró la Duquesa con una gran sonrisa
Se dirigieron al espejo y Scarlett le pidió que extendiera los brazos para poder empezar con la interacción. Primero verían los colores que mejor encajaban y luego le tomaría medidas…
«¿Cómo está su marido, Excelencia?», preguntó Scarlett muy casual
La Duquesa la miró de reojo, pero nuestra chica se hizo la tonta.
«Más calmado, afortunadamente», respondió
«Me alegro mucho. No debe ser nada fácil para usted… encargarse de todo sola…»
«Estoy más que acostumbrada», aseguró la Duquesa
«¿Cómo va la investigación sobre la famosa muchacha del baile?», preguntó su Excelencia después de un rato de silencio
«Uy, pueees… no puedo decir mucho, ya sabe, pero mi marido está bastante frustrado. Creo que ha alcanzado un punto muerto. Mi teoría es que esa muchacha ni siquiera estaba invitada y se coló en el baile… Se dio cuenta de que bailó con el príncipe Harold y se fue corriendo… pero lo que hizo fue llamar más la atención», soltó Scarlett super segura de lo que decía
«Ummmm… pero si sabía quién era el Príncipe no podía ser una simple plebeya… Bueno, podría serlo, pero las probabilidades serían bajas…»
«Eso es verdad… pero bueno, yo le dejo esas cosas a mi marido. Soy solo su asistente y ya sabe usted que poco me interesa seguir ayudándolo. ¡Creo que he dado con el color correcto para el vestido!», exclamó animada para cambiar el tema
La Duquesa sonrió.
«Será de un tono cayena… aunque podría tener toques violeta. ¿Qué piensa usted, Excelencia?»
«¿Violeta, como tus ojos?», preguntó la Duquesa inocentemente y la miró a través del espejo
Scarlett empezó a tomar las medidas de la mujer y trató de disimular lo chocante de la pregunta… ¿Desde cuándo habría visto sus ojos? No podía preguntarle eso, pero suponía que desde siempre… lo cual reconfirmaba que la Duquesa era una bruja.
Desde que Odelgarde le había quitado el hechizo todo el mundo podía ver el verdadero color de sus ojos, incluida ella misma. Si la Duquesa hubiese visto sus ojos negros al inicio y ahora los veía violeta… su pregunta o al menos su reacción habría sido diferente…
«Mmmm… no tanto… solo toques de violeta», respondió con su mejor sonrisa
«Nunca había visto a nadie con unos ojos como los tuyos. Son muy bonitos… ¿Los tiene más gente en tu familia?», insistió
«No lo sé, Excelencia. Me adoptaron de bebé… Mi madre me encontró en un bosque y se hizo cargo de mí», mintió Scarlett, quién bien podría haberse ganado un premio por la forma tan convincente en que lo dijo
«Menos mal aún hay gente buena en el mundo, como tu madre. ¿No te da curiosidad lo de tus ojos?»
«Pues la verdad nunca les he prestado mucha atención. Siempre me dicen que son muy bonitos…»
«Los son», aseguró la Duquesa. «¿Te parece si tomamos un descanso?»
«Por supuesto, Excelencia»
«Pediré a Egbert que nos prepare té. ¿Te gusta con miel?»
«Me encanta, Excelencia. Gracias»
«Vuelvo enseguida, querida. Ponte cómoda», dijo la mujer y salió de la habitación
Un par de minutos después Scarlett empezó a buscar algo por toda la habitación. Sí, literalmente ‘algo’ porque no tenía ni idea de qué podría guardar la Duquesa que resultara incriminatorio o que la ligara con el Príncipe. Tenía la esperanza de que Lulu, la gata, apareciera y la guiara hasta la habitación en la que había dicho que la Duquesa preparaba sus venenos… pero no había rastro del animal. ¿Le habría pasado algo?
Poco a poco empezó a sentirse pesada. Le costaba moverse… podía sentir un olor… muy suave, un olor a…
Scarlett cayó al suelo.
La Duquesa entró nuevamente a la habitación y sonrió. Todo estaba yendo como lo había planeado. La dejaría dormir un rato y luego le daría la poción de la verdad.
Por fin sabría lo que se traía entre manos la supuesta costurera y su maridito, el detective…
No!! Mi pobre Scarlett!!! Espero q la poción no funcione o que la gata la salve