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Caperucita y el detective - Capítulo 35


La gata Lulu subió a la cama en la que se encontraba Scarlett. Había entrado silenciosamente a la habitación después de ver a la Duquesa desaparecer en las mazmorras. Sabía que algo se traía entre manos la mujer, sobre todo desde la noche anterior en la que la había visto (desde las sombras, claro está) preparar varias pociones…

Sabía que Scarlett venía hoy, pero se distrajo cazando en el bosque. En cuanto se dio cuenta del cambio en la luz volvió corriendo al palacete.


«Pssst… ¡Scarlett! ¡Despierta!», llamó la gata

Pero nuestra chica estaba roncando tan feliz, como si no hubiese dormido en la vida.


«Estos humanos», pensó Lulu

Un ronquido sobresaltó a la gata. ¡Por Grizabella! ¿Cómo podían los humanos generar semejantes sonidos tan indignos?


Se acercó a ella y maulló en su oído, pero no hubo resultado. Scarlett seguía tan dormida y tan feliz…

Había intentado ser sutil y diplomática, pero como no funcionaba recurriría a sus amigas…

…las garras

Scarlett se despertó nerviosa y confundida… ¿Dónde estaba? ¿Por qué le dolía tanto el brazo?


«¡Al fin!», exclamó la gata. «Pensé que me ibas hacer arañarte hasta sacarte sangre…»


«¿Quéee…? ¿Lulu?», dijo entre bostezos. El sueño que la invadía era tremendo…


«La misma. Deberías agradecerme ¿eh? A saber qué te habrá dado la Duquesa…»


«¡Por la Señora que Nos Controla! por eso tengo… *bostezo*…tanto sueño»


«¡Eh! Escúchame. ¡No te puedes volver a dormir! ¡Mírame!», exigió la gata

«¿Pero cómo pudo hacerme esto…? Dijo que iba a buscar té y… ahora estoy aquí. No he bebido nada…», dijo Scarlett curiosa


«¡Qué poco sabes de la vida! Algún truco tendrá. No todas las pociones son para beber», replicó la gata


Scarlett suspiró y recordó un olor. Un olor que la invadía… ¿Podría haber sido eso?


«¡EH!», volvió a llamarla la gata. «Será mejor que te largues de aquí porque dudo que las intenciones de la Excelencia sean que te eches la siesta en su cama… Lo que no sé es cómo sacarte sin que te vean»


«No te preocupes… *bostezo* …No he venido sin ayuda»

Scarlett sacó el amuleto en forma de mariposa que llevaba en el bolsillo escondido que tenía su vestido (Una de las grandes ideas de su madre, quien siempre se quejaba de que los vestidos más elegantes no tenían bolsillos y estos siempre eran necesarios).

En menos de un minuto, Síofra, el hada, entró por la ventana.


«¡Scarlett, querida! ¿Qué ha pasado? ¡NO ME DIGAS QUE TE HA HECHO ALGO ESA DESGRACIADA! LA ÚLTIMA VEZ QUE VOLÉ POR AQUÍ LE ESTABAS TOMANDO MEDIDAS…», dijo el hada con sus acostumbrados chillidos


«Síofra, baja la voz», pidió Scarlett


La gata miró al hada con curiosidad, indignación y fascinación.

Aquella mañana de luz naranja, como bien le había dicho a Erik, nuestra Scarlett había salido a dar un paseo, pero su objetivo no era tomar el aire, ni despejarse. Se le había ocurrido durante la noche: llamaría a Síofra y le pediría ayuda.


No le había contado todo al melenudo porque sabía que él detestaba al hada y se haría el dramático con la idea…

Allí, sola y muy cerca del lago de Windslar, sacó el amuleto que le había regalado el hada el día en que se conocieron. Como bien le había dicho en su momento el amuleto funcionaba para llamarla.

Síofra había aparecido en todo su esplendor.


«¡SCARLETT! ¡QUÉ ALEGRÍA VERTE!», chilló nada más darse cuenta de quién la había convocado

«¡VEN AQUÍ!», dijo y le dio un enorme abrazo. «¿Has visto mis alas nuevas? ¿Verdad que estoy divina?»


«¡Estás espectacular! No sabía que podías cambiar de alas…», dijo Scarlett un poquito nerviosa


«¡PERO POR SUPUESTO! Si tuvieras alas te enseñaría JAJAJA. Dime, querida, me has llamado porque por fin te has decidido a explorar tu maravilloso lado feérico ¿verdad? ¿VERDAD?»

Scarlett la miró aún más nerviosa y sonrió…


«Ehhhh… pueeeees… te llamaba por otra cosa… Por si podías ayudarme con algo. Necesito un favor», explicó


«¡PERO QUÉ DECEPCIÓN! ¡UFF, UFF! Bueno… a ver… de qué se trata ese favoooooor», respondió el hada haciéndose la indignada


Scarlett le contó que debía ir a visitar a una bruja, bueno a una Duquesa, que posiblemente estaba involucrada con la desaparición del Príncipe. Además, sabía que envenenaba a su marido y debía encontrar algún tipo de pista…

«¡QUERIDA! Esto huele a la bola de pelos esa por todos lados… ¿SIGUES CON ÉL?», chilló Síofra después de escuchar la explicación


«Sí…», dijo y se sonrojó


«¡Ay, qué mal gusto! Pero bueno quién soy yo para juzgar JAJAJA. Pero si es un caso suyo que vaya él, niña… ¿O es que te está enviando a ti al peligro?»


«¡No, no! Él no quiere que vaya, pero debo hacerlo. Hay una gata en esa casa y fue ella la que me contó que la bruja envenena a su marido… Le prometí que ayudaría…», explicó Scarlett

«Ajá… ¿Y yo qué tengo que ver ahí, niña?»


«Pueeees, pensaba que tal vez… podrías acompañarme… Sin que ella se dé cuenta… No confío en esa mujer y temo que me haga algo. Creo que es bastante astuta. Sabe que trabajo con Erik… Bueno, cree que estamos casados…»


«A veeeeer, pero la bola de pelos estaba hasta hace poco con una historia de unas zapatillas encantadas… por mí JAJAJAJA ¿Ahora investiga lo del Príncipe? ¡Sí que debe estar mal económicamente! Ese muchacho se desvaneció ¡Hizo PUFF!», dijo el hada y se echó a reír


Scarlett sonrió. Por supuesto que no iba a contarle que ya habían encontrado al Príncipe… y que no era quién todos esperaban.

«Bueno, Síofra… no se puede venir a Windenburg sin investigar lo del Príncipe. ¿Podrás ayudarme?», insistió nuestra chica


El hada sonrió con un toque de malicia…


«Por supuesto… pero debemos hacer un trato. Te acompañaré a dicha casa, pero iré volando. De vez en cuando pasaré a ver si estás bien… Y si pasa algo llámame nuevamente con el amuleto, si ves que tardo, claro. ¿Te parece, querida niña?»


«¿Y cuál es el trato?», preguntó Scarlett dudosa


«Yo hago eso por ti, pero tú me deberás un… FAVOR», aclaró el hada


«¿Qué tipo de favor?», insistió Scarlett


«¡LA PROVIDENCIA DIRÁ!», rio el hada

Por supuesto Scarlett había aceptado y ahora, afortunadamente, nuestra querida Síofra había venido en su ayuda.


El hada empezó a olisquear la habitación…


«¡PFFF, PFFFFFF, PFFFFF! ¡HUELE A…! Digo… huele a… magia de bruja… ¿Qué te ha hecho?»

«La durmió, pero mis garras la despertaron», respondió la gata. «Soy Lulu»


«Encantada, querida. Síofra, hada de la tierra y el aire, hada madrina en entrenamiento»


«Un placer. Cualquier amiga de Scarlett tiene mi aprobación inicial», aclaró Lulu

Scarlett tomó a Lulu en brazos y le dio las gracias. La gata ronroneó contenta.


«Toma», le dijo y guardó algo en su inventario


«¿Qué es?», preguntó Scarlett intrigada


«Es una de las pociones que le da la Duquesa al zopenco del Duque. Se la robé ayer de su famosa habitación mágica, la que tiene en las mazmorras. Estaba borracha y llorando… toda una visión. Pero mejor para mí… a ver si puedes encontrar a alguien que haga una cura o algo…»


«¡Qué maravilla eres, Lulu!», exclamó Síofra sorprendida


«Lo sé», respondió la gata segura de sí


«¿Sabes por qué lloraba?», quiso saber Scarlett


«Ni idea. El exceso de néctar… luego se quedó dormida llamando al tal Benji y a una tal Amaran… algo así»


«¡Amarantha!», soltó Scarlett


«¡Eso! Por cierto, no quiero ser una aguafiestas, pero, si van a huir, ahora sería un buen momento. No creo que la Duquesa tarde en volver…»

«¡Que vuelva!», soltó Síofra con una sonrisa malvada. «A ver quién hace mejor el hechizo de los sueños… ella o yo. Scarlett, hazte la dormida. Lulu, escóndete…»

Media hora más tarde el día dio paso a la noche. Esta tenía mucho que probar, puesto que la mañana lo había dado todo con su luz naranja otoñal. Para diferenciarse, la noche decidió ir con toques del inminente invierno, un rastro de misterio y un aire de miedo con romance.

Fue ese momento el que la Duquesa de Chickenlorn eligió para ir a ver su dormida prisionera. Todo estaba saliendo de maravilla. Ya estaría por despertar, así que le daría la poción de la verdad con gotas de la de sueño. La muy tonta contaría todo…

Pero la Duquesa no había terminado de regodearse cuando el hada le lanzó un hechizo desde las sombras de la habitación.


La mujer no tuvo tiempo de reaccionar, ni de ver de donde venía el ataque. En menos de un segundo estaba en el suelo…

Scarlett corrió hacia ella. Apenas la sentía respirar…

«¿Va a estar bien?», preguntó al hada


«¿Qué más da? ¡Vámonos!», dijo esta impaciente

«¡Síofra! ¿Va a despertar, verdad?», insistió nuestra chica nerviosa. La Duquesa podía ser poco querida en el reino, pero una cosa era que amaran odiarla y otra era que se muriera. A la gente le gustaba el pan y el circo… y claramente Scarlett sería la principal sospechosa


«Eventualmente…», aseguró el hada


Mientras tanto en la cabaña Erik hacía lo que mejor se le daba últimamente: preocuparse. Ya no era por el dinero, ni por su futuro, ni por el Príncipe, sino por Scarlett. Se estaba acercando peligrosamente la hora del ritual y ella aún no aparecía…


Mientras tanto No sé seguía cantando su canción:


«Croack crooack croack croack croack», entonaba tan feliz


Había pasado el día bastante ocupado. Pasó por el correo y recogió una carta de la madre de Scarlett… Nuevamente había resistido la tentación de leerla… Luego había hecho otra parada, una muy importante…


El sonido de alguien llamando a la puerta interrumpió sus pensamientos y lamentos. No podía ser Scarlett… ella no llamaría a la puerta, claro está.

Al salir se encontró frente a frente con Stella, la baronesa caída en desgracia y la novia de Harold, antes de ser sapo, claro…


«¡Buenas noches!», dijo ella. «Espero no interrumpir nada esta vez…»


«Solo mis pensamientos…»


«Me gustaría hablar contigo y con Scarlett», pidió


«Tendrás que conformarte conmigo… Scarlett volverá más tarde…», dijo esperanzado

La invitó a pesar. Nada más entrar el canto de No sé subió de volumen…


«Ummm… ¿Te gustan los sapos?», soltó Erik


«Ehhh… ¿Sapos? ¿Como ese tan cantarín?»


«Todo un artista… ¿Harold… Harold cantaba, cierto?», preguntó el detective… se estaba poniendo nervioso entre los cantos del sapo, la cara de Stella y la ausencia de Scarlett


«Sí… pero no entiendo qué tiene que ver… ¿Has descubierto algo de él?», dijo esperanzada


«No… ¿Es ese el motivo de tu visita?»

«No realmente… Y tampoco venía por los cantos del sapo», respondió y trató de sonreír. «Creo que estoy lista para contar todo a los Reyes…»


‘Si tú supieras…’, se dijo Erik a sí mismo


«Me alegro. Podemos ir mañana a hablar con ellos, si te parece», contestó el detective


No sé cantó aún más alto, pero no pudo ahogar los sonidos que provenían de la puerta. Alguien más estaba llamando.


«Dame un minuto», pidió a la Baronesa

Erik abrió la puerta y encontró a Morcant, el brujo. Tal como había prometido… Allí estaba… listo para el ritual en el que llamarían a Amarantha…


Esa era la otra parada que había hecho Erik por la mañana. Si invocaban a Amarantha, y Dominguino lograba sacarla del bucle en el que estaba, la pobre estaría rodeada de desconocidos. Era mejor tener un rostro familiar cerca.


Así que aquella mañana de luz naranja, Erik había ido a ver al brujo y le había contado los planes de invocar a Amarantha. No quiso profundizar en detalles, pero le explicó que había descubierto ciertas cosas interesantes sobre el famoso cazador…


Después de mucho rogar y llorar, el hombre había aceptado.

«¡Morcant! ¡Gracias por venir!»


El hombre miró hacia la cabaña y vio que Erik tenía visita.


«Llámame Crispín… Veo que tienes compañía»


‘Compañía’, pensó Erik. ¿Dónde estaba Scarlett? Se estaba haciendo demasiado tarde… En cualquier momento aparecería Dominguino. Tendría que ir a buscarla ya… ¿Por qué había esperado tanto? ¡Era imbécil!

«Perdón por la interrupción…», dijo Stella


Erik carraspeó…


«Será mejor que me marche ya… ¿Eres tú, Crispín?»


«¡Baronesa! ¡Qué placer verla después de tanto tiempo!», dijo el hombre con toda la alegría que pudo


«Llámame Stella, por favor…»



El silencio invadió el ambiente…

A Erik, que estaba de los nervios y no pensaba muy bien, solo se le ocurrió decir:


«No sabía que se conocían…»

«Sí…», dijo Crispín. «La madrastra de la Barone… de Stella era gran cliente mía. Aún me debe unos zapatos que hice para ella hace unos años»


El hombre sonrió y la incomodidad se apoderó del ambiente.

Stella se sonrojó…


«Bueno… yo no sé nada de eso, Crispín. Lo siento. Hablaré con ella…»

Erik escuchó un ruido a la distancia y miró hacia el camino. ¿Sería Scarlett? ¡No! ¡Ni rastro de ella!


¿Qué iba a hacer? Stella se iría… que vuelva mañana… sí, eso. A Morcant le diría que espere por las brujas… y él… él tendría que…



Sí, iba a tener que hacerlo para ayudar a Scarlett.

¿O tal vez era mejor esperar a Odelgarde y pedirle ayuda? Ambos podrían ir a buscarla… ¡Pero no sabía si Odelgarde vendría! ¡Maldito sea el Plumbob!


No había ni parpadeado cuando tres sombras se posaron sobre ellos…


«Buenas noches», dijo Dominguino, quien venía acompañado de Úrsula y… (¡Gracias, Señora que Nos Controlas!) de Odelgarde.


La artística noche, con todos sus variados toques emocionales, les daba un aspecto un tanto siniestro…



Morcant y Stella se sobresaltaron. Erik no se podía ni imaginar lo que estaría pasando por la cabeza de la Baronesa en este momento…


Probablemente estaría bastante confundida, pero bueno de eso se preocuparía después. Ahora debía hablar con Odelgarde y pedir su ayuda para salvar a Scarlett.

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2 Comments


María Castro
María Castro
Mar 15, 2023

Pobre mi Erik preocupado por su Scarlett ❤️

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simmersomar
simmersomar
Mar 16, 2023
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¡Ay siiii! Se sentía culpable por dejarla sola :(

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