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Caperucita y el detective - Capítulo 37


Amarantha suspiró y empezó a contar todo…


«Conocí a William en el bosque. Había ido a alimentar a una plantavaca y de vuelta me perdí…»



«Tuve la fortuna de encontrarme con un chico, un cazador. Me dijo que se llamaba Benji y que trabajaba para la Reina»

«Me guio de vuelta al pueblo. ¡Fue tan amable conmigo! Nunca sospeché quién era realmente… Ni siquiera se me pasó por la cabeza…»

«Nos encontramos por causalidad nuevamente en el bosque y empezamos a vernos cada vez más seguido. Siempre me traía algún regalo y alguna vez me sorprendió mientras estaba trabajando…»

«Me enamoré de él. Así de simple… Me sentía en una nube. Mi magia crecía y mejoraba cada día, tenía a mi hermana, una casa bonita y a él… No le conté que era una bruja, aunque supuse que no le sorprendería porque sabía que trabajaba para ti, Morcant»

«Me hice todas las ilusiones del mundo… Supongo que es lo que pasa cuando te enamoras por primera vez. Planeaba contarle sobre mis poderes, presentarle a mi hermana… Pero todo fue falso…»

«Un día mi hermana insistió en que fuéramos a ver el recorrido del Príncipe William y su prometida hasta la iglesia de la Señora que Nos Controla. Yo solo quería seguir con mi magia, pero pasaba muy poco tiempo con mi hermana, así que dije que sí. Fue allí cuando descubrí todo… Benji, el cazador, era el tal William… el heredero al trono»

«Le conté todo a mi hermana. Se puso furiosa y de la rabia me dijo que debía vengarme de él, pero yo no vi sentido»

«En realidad en ese momento no le vi sentido a nada… ni a la magia, ni a mí. Solo quería estar sola, quería desaparecer. Nunca nada me había dolido tanto. En verdad pensé que había sido muy estúpida… ¿Cómo se iba a enamorar de mí un chico así, tan guapo, tan inteligente?»


«Me refugié en mi magia y empecé a hacer experimentos. Poco a poco dejé de estar triste y la rabia se apoderó de mí. Él me enviaba cartas, quería verme, bla bla bla, pero yo lo ignoré. Cada vez que abría una carta suya me dolía la cabeza de la furia. ¿Cómo podía causarme todo eso? ¡No podía seguir así! En ese momento supe que mi hermana tenía razón… William iba a arrepentirse de sus mentiras, y además me iba a servir para un experimento mágico que quería hacer…»

Morcant miró a Amarantha con absoluta tristeza.


«¿Qué intentabas hacer, mi niña?», preguntó con un hilo de voz


«Estaba experimentando con animar a objetos inanimados, pero no como lo sería una escoba mágica, por ejemplo. Quería que hablaran, que se movieran libremente, que pensaran… No sabía qué tan posible sería, pero se me ocurrió que podría funcionar parecido a una maldición, pero nunca había lanzado una», explicó Amarantha avergonzada


Morcant palideció.

Al fondo, Úrsula conjuró palomitas con queso cheddar.


«¡Esto se pone cada vez mejor!», dijo mientras masticaba


«¿Qué plumbobs es eso?», preguntó Odelgarde indignada y mirando con cierto asco el plato de su hermana


«Maíz explotado. Es comida del futuro. ¿Quieres?», ofreció la bruja verde

Amarantha estaba visiblemente nerviosa, pero continuó contando lo ocurrido…


«Finalmente acepté ver a ‘Benji’ una noche en el bosque. Me daba igual si me contaba la verdad o seguía con su mentira, yo ya tenía muy claro lo que haría. Al final saldría ganando yo: lo castigaría por su engaño y me ayudaría a practicar las maldiciones… con un simhumano»

«La noche anterior lancé una maldición sobre un gato, para practicar antes de ver a William… ¡Nada malo!», dijo rápido al ver la cara de Scarlett. «Se llamaba Botas. Siempre entraba a casa y tiraba mis libros al suelo y hacía un desastre con la tinta. Sus dueños vivían por la playa, pero él venía hasta casa… No sé por qué. Simplemente le cambié el color del pelaje para que fuera como el de la tinta que siempre derribaba. El efecto duraría hasta la medianoche y la maldición se rompería. Era algo sencillo, que incluso podría hacerse sin ser una maldición, pero necesitaba la práctica…»

«Pero lanzar una maldición, incluso tan simple, no es nada fácil… Tuve una sobrecarga mágica. Mi hermana escuchó los gritos y vino a ayudarme, pero me recuperé en poco tiempo. Incluso, me sentía aún más fuerte después de la sobrecarga»

«Isabella, mi hermana, no paraba de preguntar qué estaba haciendo para haberme causado eso. Le conté sobre mi idea de animar objetos con magia y de cómo creía que podría lograrlo haciendo algo similar a las maldiciones. Pero sin haber hecho nunca una maldición iba a ser difícil… Así que le dije que planeaba experimentar con el famoso Príncipe»

«Se asustó y me rogó que no lo hiciera. Le recordé que la venganza había sido su idea, pero me dijo que fue por la furia del momento. Tenía que haberle hecho caso, pero para mí ya no había vuelta atrás. La pobre no paraba de advertirme… Se calmó un poco cuando le dije que sería temporal, que planeaba revertir la maldición pasados unos días…»


«¿Qué pasó con el gato?», interrumpió Scarlett


«¿Botas? Todo bien. Se quedó conmigo hasta la medianoche y la maldición se rompió. Recuperó su color normal y se marchó a casa»

«La noche siguiente fui al bosque. Allí estaba William esperándome. Al solo verlo me llené de aún más rabia. Solo podía pensar en que estaba haciendo lo correcto, yo tenía razón. Que él fuera un Príncipe no le daba derecho a hacerme daño»

«Creo que notó mi furia a pesar de que intenté sonreír. Me observó durante un rato sin decir nada, y yo, siempre tonta, pensé que se disculparía o al menos intentaría contarme la verdad…»

«Pero el muy imbécil simplemente intentó besarme, como si nada. Lo empujé y le dije que se alejara de mí»

«Le dije que lo sabía todo, que lo había visto con su prometida yendo a la iglesia. Le aclaré que no quería nada con él. Sorprendentemente no me negó nada, pero todo lo que me dijo sonaba tan falso… parecía un títere»

«Me dijo que no podía ir por allí diciendo quién era, que a él siempre lo habían querido por ser el Príncipe y que era la primera vez que alguien lo quería de verdad y no por un título. Juró que quería estar conmigo y me dijo que nada tenía que cambiar entre nosotros, que su matrimonio no impediría nada. Según él yo sería feliz, él se encargaría de mí, tendría mi propio castillo…»

«Sus palabras me enfurecieron aún más y le dije que se podría introducir su castillo donde no brilla el sol, que me alegraba de haberme enterado de todo porque no quería estar con un ser despreciable como él. Le dije que temía por el reino cuando llegara a ser rey. Eso hizo que explotara. Me llamó zorra y dijo que más bien tenía que darle las gracias por haberse fijado en alguien como yo… Me miró de arriba a abajo con asco y se rio de mí»

Stella, quien estaba escuchando todo en silencio y con los ojos llenos de lágrimas, ahogó un grito y se llevó la mano a la boca. Aún seguía sin comprender muchas cosas y su vida no era para nada lo que había esperado, pero una vez más volvió a sentirse aliviada de no haberse casado con William.

«No paraba de gritarme y de insultarme, así que supe que no podía esperar más. Lancé un hechizo que lo elevó por los aires y hacía que le costara respirar»

«¡¿Has visto, Domi?! Como el hechizo que te acabo de hacer yo», dijo Úrsula, quién seguía comiendo su maíz futurista


«Tú siempre a la vanguardia, amor mío», respondió el espiritista

«Mientras William flotaba y se retorcía, cambié de opinión. Mi plan inicial era lanzarle la maldición más típica de todas y, según mi investigación, una de las más fáciles: convertirlo en sapo»


Scarlett y Erik intercambiaron miradas nerviosas.


«Hay dos tipos de maldiciones», explicó Amarantha. «Una es la que solo puede revertir quien la haya lanzado y la otra solo se rompe si se cumplen ciertas condiciones. Originalmente planeaba hacer la primera y quitarla al paso de unos días… pero después de todo lo que me dijo me fui sin pensar por la segunda opción, que mágicamente es mucho más difícil de lograr»



«Se convirtió en sapo ante mis ojos y no pude evitar sentirme orgullosa de mí misma… pero la alegría no duró demasiado…»

«Comencé a sentir un hormigueo que se convirtió rápidamente en lo que parecía ser fuego. Me quemaba los brazos y la espalda. Supe inmediatamente que era una sobrecarga, como la de la noche anterior, pero el dolor era mucho peor…»

«Ahora quien se elevaba por el aire era yo… sentía que me quemaba y no paraba de gritar…»


«Desperté en el lago. Estuve mucho rato perdida tratando de salir, llamando a mi hermana… Hasta que comprendí lo que había pasado y empecé a revivirlo todas las noches»

Síofra estaba tiesa como una estatua, Dominguino permanecía impávido y Odelgarde estaba nerviosa. Ni la propia Úrsula pudo seguir comiendo de su maíz futurístico.

«Sé que lo hice todo mal. Debí haber escuchado a mi hermana. No pensé en ninguna consecuencia. Creí que podría dominarlo… Era muy buena con la magia y me sentí imparable. Tampoco pensé en qué sería de mí por convertir en sapo al Príncipe…»


«¿Por qué no me dijiste nada de lo que te había pasado con ese muchacho?», le preguntó Morcant entre lágrimas


«Me daba vergüenza, pero por mí misma sobre todo. No quería que pensaras que era una tonta»


«¡Pero Amarantha! ¿Y de tu investigación, lo de animar objetos? Tampoco dijiste nada. Podríamos haber investigado entre los dos sin meternos en maldiciones…»


«Lo sé, lo sé… pero por una vez quería hacer algo por mí misma. Se me subió a la cabeza lo rápido que estaba evolucionando mi magia…»

«Lo siento mucho, Amarantha», le dijo Erik. Nuevamente se había quedado sin palabras y, aunque sonara típico, realmente le dolía el relato de la bruja. ¡Desgraciado principejo!


«¿Amarantha, recuerdas cómo llegaste al lago?», preguntó Scarlett preocupada


«No lo sé seguro. Supongo que con la sobrecarga de energía caí allí…»

Amarantha miró a Stella a los ojos por primera vez en mucho rato.


«Supongo que tendrías otra imagen de William… y seguramente lo estás buscando…», le dijo

«William no es el problema principal… al menos no ahora…», interrumpió Scartlett. «Amarantha… no sé cómo, pero creo que lanzaste la maldición al hombre equivocado… William tenía un hermano gemelo llamado Harold…»


«Sabía que el Príncipe tenía un gemelo, pero nunca lo conocí. ¡Es imposible!», aseguró la bruja


«Todo este tiempo William se ha hecho pasar por Harold», continuó Erik. «Todo el mundo está buscando al Príncipe equivocado…»


«¡NO! ¡IMPOSIBLE!», gritó Amarantha

«No sabemos cómo pasó, pero es la verdad. Necesitamos saber cómo romper la maldición… Hemos encontrado a Harold», aclaró Erik


«¡MENTIRA! Lo dices para que te explique cómo romper la maldición y salvar al Príncipe, pero eso no va a pasar… ¡Es irrompible!», chilló la bruja

«Han encontrado a Harold…», susurró Stella. Empezó a marearse. «¿De verdad es… un sapo? ¿Es en serio todo esto?»


«Lo es», le aseguró Scarlett


«No es a William a quien busco, es a Harold», explicó la Baronesa a Amarantha. «Estábamos juntos. Yo nunca quise casarme con William… fue todo una idea absurda de mi padre. Nadie sabía que Harold y yo nos veíamos. No queríamos que nadie se metiera en nuestras cosas… Pero mi padre y los reyes hicieron ese compromiso sin consultar… Harold iba a contarle todo a William, pero desapareció. Al principio creímos que era William el desaparecido, pero no…»

La Baronesa cayó de rodillas al suelo. Amarantha se arrodilló frente a ella e intentó limpiarle las lágrimas. Stella empezó a temblar de frío y le contó como pudo lo del viaje de ‘Harold’, el baile de máscaras y cómo se había dado cuenta de que no era Harold.


«Si ese no era William, te aseguro que hizo una muy buena imitación…», dijo Amarantha apenada. «Supongo que su hermano le pidió que se hiciera pasar por él… no lo entiendo…»


«Harold no haría algo así. No creo que supiera nada de ti… en realidad pensábamos que William se veía con… t-t-t… una chica rubia…», le contó Stella y se cortó a tiempo. Estaba claro que Amarantha no sabía que William tenía algo con su hermana

«Sabemos que esa chica también es bruja», contó Erik


Amarantha se quedó boquiabierta…


«No sé si sea posible, pero… tal vez ella tuvo que ver en esto… en la confusión», sugirió Scarlett


«Realmente la única forma salir de dudas es romper la maldición. Harold podrá contarnos lo que pasó y hasta qué punto estuvo involucrado», comentó el detective


«¡Pero cómo puede ser esto posible! ¿Quién era esa bruja? ¿Cómo…?», dijo Amarantha desconcertada


«Te prometo que lo averiguaremos», la tranquilizó Erik

«Mírame», dijo Amarantha a la llorosa Stella y sostuvo su rostro con sus fantasmales manos. «Si me estás mintiendo…»


Stella negó con la cabeza. Amarantha la miró fijamente y finalmente dijo:


«La maldición es muy fácil de romper… muy típica, pero en el momento pensé que sería imposible revertirla. Él mismo me dijo que nadie lo había querido realmente, así que asumí que sería un sapo para siempre. Se rompe con un beso de verdadero amor…»

Síofra no pudo evitar sonreír. Era el rompemaldiciones que utilizaban todos los amateurs y, sin embargo, el más cruel.

Odelgarde creía que había visto muchas cosas en su vida como bruja, pero no estaba preparada para esto. Amarantha le daba mucha tristeza. Podría haber sido una gran bruja… Eso de animar objetos la dejó perpleja. Era una idea brillante.

Úrsula sacó el plato de palomitas de su inventario y comió las últimas que quedaban. ¡Vaya historia más triste! ¡Qué asco dan los hombres, sobre todo cuando tienen poder!

Dominguino observó a Stella y a Amarantha. No se esperaba toda esta historia ni tanto drama. No sabía si cobrar el doble a los detectives o si debía hacerles un descuento. Una idea no relacionada con su factura cruzó su mente…

Instintivamente Erik sostuvo la mano de Scarlett.


«Tenías razón», le dijo. «Se rompe con un beso»


Scarlett sonrió más para sí misma.


Erik la miro. Ambos pensaron lo mismo… Era el momento.

Scarlett sacó a No sé de su inventario y lo puso cerca de Stella. Lo había recogido antes de ir al lago, mientras el hada y el espiritista coqueteaban sin vergüenza alguna.


El sapo empezó a cantar su famosa canción…

Stella sacó a No sé de la improvisada casa. El resto se colocó detrás de ella con impaciencia…


Úrsula comenzó a lanzar besos al aire para animarla.


Síofra le dijo que si lo besaba y se transformaba le haría un vestido mágico aún más bonito que el que le había hecho para el baile de máscaras.

Stella lo miró nerviosa, pero sobre todo escuchó el ruido que hacía el sapo. Sonrió…


«Es nuestra canción», dijo

¡Que sea lo que la Señora que Nos Controla quiera! Después de todo lo que había visto y escuchado esta noche, sentía que ya no tenía nada que perder…


«¡Vuelve, por favor!», pensó


Cerró los ojos y le dio un beso.


El sapo calló y se quedó quieto. Stella no sabía qué hacer, así que lo puso en el suelo frente a ella.


La tensión era prácticamente palpable.

Y así fue como sin luces, sin música misteriosa, sin volar por los aires y sin ningún tipo de aspavientos, el sapo No sé dejó de ser sapo y se convirtió en un abrir y cerrar de ojos en joven un tanto espelucado…


El resto no pudo disimular el alivio.


«¡Harold!», exclamó Stella desesperada

Dominguino se acercó al triste Morcant. Amarantha había vuelto al lago en cuanto Scarlett había sacado al sapo de su inventario.


«Tienes que darle tiempo», le dijo al brujo. «Ahora es libre. Estoy seguro de que irá a buscarte»


«No puedo hacer nada. ¡Nada! ¿De qué sirve tanta magia, tanto estudio, tantas pociones si no puedo traerla de vuelta?», se lamentó Morcant


«Eres solo un brujo… Y yo tengo una idea…»

Stella abrazó a Harold. No se movía.


Lloró en silencio sobre su pecho…

Poco a poco empezó a sentir su respiración.


El Príncipe había vuelto.

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2 Comments


María Castro
María Castro
Mar 16, 2023

Dios!!! Cuánta tensión

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simmersomar
simmersomar
Mar 16, 2023
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¡Dramón máximo! jajaja. Gracias por leer, como siempre :)

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