Finalmente, después de mucho intentarlo, el invierno sustituyó al otoño. Era su primer día, por lo que quiso hacer notar su presencia dando un tono más azul al entorno y con alguno que otro aire frío. Aún no lanzaría todo su poder con la nieve; eso lo había dejado sobre todo para Willow Creek y Villa Magnolia, localidades en las que había logrado adelantarse.
Nuestra querida Scarlett caminaba en dirección a la casa de las brujas. Habían pasado dos días desde los eventos del lago y aún no salía de su asombro. Amarantha no había vuelto a aparecer y Harold aún no podía hacer nada por sí mismo. Cuando intentaba hablar solo emitía sonidos de sapo ininteligibles, incluso para Scarlett…
Stella cuidaba a Harold día y noche. Entre los tres acordaron que era mejor esperar un poco para mover a Harold al castillo. Primero porque allí estaba el principejo desgraciado y segundo porque no sabían cómo podía reaccionar Harold. Preferían que estuviera más fuerte física y mentalmente. Por supuesto, tampoco habían dicho nada a los Reyes… Y al menos Scarlett no sabía cómo plantearlo…
Junto a todo ese drama estaba, como siempre, el tema de su madre. Finalmente había llegado una carta suya, pero era la respuesta a la primera carta que le había enviado Scarlett: aquella en la que decía que había tenido que ir a Windenburg, que estaba con una «familia» y que estaba haciendo lo posible por reunir el dinero para ir a Villa Magnolia.
En su respuesta su madre le decía que lamentaba mucho el retraso y le informaba que, según los rumores, iban a reparar el puente temporalmente con magia. La carta era de hace semanas, por lo que tal vez ya el puente estaba en funcionamiento… ¡Qué suerte!
Bueno… en verdad sí que había sido una suerte. Si ese puente no se hubiera caído, ella no hubiera conocido a Erik, ni se habría enterado de lo de ser parte hada, ni estaría metida en todo este drama de los dos príncipes. Aunque es verdad que se había ahorrado muchas lágrimas y noches sin dormir…
En fin… lo que realmente se preguntaba Scarlett es si su madre había recibido su segunda carta. Aquella en la que le decía que sabía que era parte hada y que tenía hechizos para ocultar sus ojos. Suponía que sí, pero a saber cuándo obtendría respuesta…
Finalmente llegó a la casa de Odelgarde y Úrsula. Se le cortó la respiración al pensar que allí había vivido Amarantha…
Odelgarde la recibió con un abrazo. Olía a perfume de jazmín y, como siempre, la casa tenía una esencia curiosa… a plantas no muy legales, pero Scarlett no iba a meterse en esos dramas. Recordó los celos que había sentido hacia la bruja y se sonrojó…
Después de que el Príncipe regresara a su forma humana, Scarlett le había dado a Odelgarde la poción que la gata Lulu había robado a la Duquesa (¿Ya habría despertado?). Así podría estudiarla y ver cómo podía ayudar al Duque…
«Estuve investigando los ingredientes de la poción y haciendo… algunas pruebas», le contó Odelgarde muy animada
«¿Pruebas?»
«Sí… de su funcionamiento», aclaró la bruja
«¡¿Has bebido de la poción?!», exclamó Scarlett preocupada
«Yo no, pero Úrsula sí… Digamos que ha bebido un par de tés especiales. Ya que siempre tiene alguna excusa para no volver a Henford-on-Bagley, supuse que podría serme útil mientras siga aquí»
Scarlett estuvo a punto de reírse, aunque en el fondo le daba pena la pobre Úrsula.
«¿Pero está bien?», preguntó finalmente
«Perfectamente», explicó Odelgarde. «Me ayudó a comprobar lo que pensaba. Verás, la poción es muy poderosa, pero debe administrarse constantemente o sus efectos desaparecen. Igualmente he creado una especie de antídoto que elimina los efectos inmediatamente, si bebe la poción original. Sin embargo, para ‘curarse’ realmente debe dejar de beber la poción»
Odelgarde le dio la botella con el antídoto y Scarlett la guardó en su inventario.
«Una gota es suficiente. Lo mejor de todo esto fue ver lo aún más loca que se volvió Úrsula. Si la vieras, se creía una gallina…»
Odelgarde y Scarlett rieron.
«Muchas gracias por toda tu ayuda, siempre», dijo nuestra chica
«Yo encantada. No sé muy bien en qué estás metida con esto, pero quiero que te salga todo bien»
Scarlett volvió a agradecerle y respiró profundo. Quería pedirle otra cosa y sinceramente ya le daba vergüenza…
«Odel… ¿crees que podrías ayudarme con algo más?»
«Por supuesto…»
«Verás… creo que es buena idea que vuelvas a ponerme el hechizo que tenía… el del glamour…»
Odelgarde la miró extrañada. La realidad era que Scarlett estaba bastante incómoda con el tema de sus ojos morados, y desde que la Duquesa había hecho referencia a ellos se había alarmado más. Sabía que la Duquesa había visto sus ojos desde el principio por ser una bruja… pero prefería no exponerse más, incluso ante simshumanos normales. Sabía que los seres sobrenaturales seguirían viendo sus ojos morados, pero al menos no tendría que responder preguntas incómodas de simhumanos entrometidos.
«Recuerda que tenías dos hechizos… ¿Quieres que haga los dos?»
«No, solo el que hace que los demás vean mis ojos negros…»
Odelgarde no hizo más preguntas y lanzó el hechizo.
«Tardará un rato en hacer efecto… ya sabes», le dijo
«Escuché mi nombre», dijo la bruja verde, quien al parecer era otra persona con el talento de salir de la nada
Estaba en ropa de dormir y sin su atrevido maquillaje de costumbre.
«¡Qué placer verte, Scarlett! Perdona estas fachas, pero tengo un dolor de cabeza terrible. Mi hermana aquí presente intentó matarme. En fin, ¿cómo está el Príncipe sapo?»
«Fue una simple poción y los efectos pasaron rápido. Si te duele la cabeza es por pasar la noche bebiendo con Dominguino… y con Síofra. A mí no me culpes», se justificó Odelgarde
Mientras discutían, Elphaba, la tímida gata de Odelgarde hizo acto de presencia.
«Harold está… no muy allá. Pasa gran parte del día durmiendo y aún no articula palabras…», explicó Scarlett
«Es normal», dijo Úrsula. «Con tanto tiempo siendo sapo… Cuando yo fui sapo y luego volví a ser simhumana el cambio no fue tan grave porque estuve poco tiempo transformada. Hay que esperar… ¡Pobrecillo! ¿Y de la muchacha fantasma se sabe algo?»
Scarlett negó con la cabeza.
«No ha vuelto a aparecer», respondió con tristeza
Odelgarde se levantó y abrazó a su gata.
«Scarlett, esta es Elphaba. La tengo desde que era una bebé»
«Hola, Elphaba», saludó nuestra chica
«Así que tú eres la simhumana que habla gatish», dijo Elphaba sin dejar de mirarla. «Se habla mucho de ti en el círculo gatuno»
«¿El qué?», preguntó Scarlett
«Es nuestra red de comunicación, de gato a gato. Es una fortuna que estés aquí porque hay un mensaje para ti circulando por la red», explicó Elphaba. Su voz era suave y hablaba lentamente
«¡Oh! ¿Para mí…? Pero… ¿De quién? ¿De Lulu?»
«Efectivamente. No teníamos muy clara tu localización. Algunos dicen que te han visto por la biblioteca, por el castillo, cerca del lago. Sueles venir seguido a mi casa, así que dije que si te veía te daría el mensaje de Lulu. Necesita hablar contigo. Te esperará hoy y mañana en el lago de Windslar»
Scarlett sonrió.
«Muchas gracias, Elphaba. Yo también quiero hablar con ella»
Scarlett acudió al lago, pero aún no había rastro de Lulu.
Estar allí solo hacía que pensara aún más en Amarantha. Había tanto que la pobre no sabía…
«Bueno… esto es muy raro y no sé si puedes escucharme, Amarantha, pero… estamos preocupados por ti. Harold está… bien. En cuanto se recupere intentaremos que nos cuente lo que recuerda…»
No pasó nada. Los patos siguieron nadando tranquilamente en el lago y no hubo señal de Amarantha.
«Espero que cambies de opinión. Morcant está muy triste y estoy segura de que quiere volver a verte. Te prometo que vamos a descubrir lo que ocurrió esa noche con William y Harold»
«Ahí está, acompáñame», dijo una voz conocida. Era Lulu, la gata
«No, no», respondió una voz masculina aterrorizada
Scarlett se giró hacia las voces y vio a Lulu acercarse, obviamente no estaba sola.
«Ya te dije que no es una bruja»
«Eso tú no lo sabes. ¡Habla gatish!»
«¿Cuándo has visto a una bruja hablar gatish? Si así fuera ya hubiese tenido varias conversaciones con la bruja con la que vivo», respondió Lulu impaciente
«Siempre hay una primera vez… Dijiste que iríamos a cazar»
«Te dije que la esperaría aquí un rato y luego iríamos a cazar», respondió Lulu. «Hola, Scarlett»
«¡Lulu! ¡Qué alegría verte! Elphaba me dijo que me esperarías aquí», saludó Scarlett y se fijó en el compañero de la gata, un minino color naranja, quien se escondía entre la maleza
«No estaba segura de donde vivías. Espero no haber importunado tu día, aunque supongo que entenderás que soy prioridad…»
«¡Por supuesto! ¿Quién es tu compañero?», preguntó Scarlett
«Los simhumanos lo han bautizado con el desafortunado nombre de ‘Botas’. Cree que eres una bruja y está aterrado. Solemos salir a cazar juntos. Botas, ten la decencia de saludar a la simhumana»
(Nota de la señora que escribe: no es la primera vez que Botas aparece en la historia. Lulu lo mencionó cuando conoció a Scarlett en el capítulo 27 y también fue mencionado en el capítulo anterior)
«No estoy aquí», respondió el gato. Scarlett sonrió
«Es un placer conocerte, Botas. Me llamo Scarlett. No te preocupes, no soy una bruja…»
Al decir la palabra bruja a Scarlett le vino el recuerdo… Amarantha había mencionado a un gato llamado Botas. ¿Sería él? ¡Pero claro que sí! ¡Tenía que serlo!
«Botas… no quiero incomodarte y sé que nos acabamos de conocer, pero… ¿conoces a una bruja llamada Amarantha?», le preguntó con el tono más calmado posible
El gato se quedó como una estatua. Lulu lo miró extrañada.
«Contéstale», le dijo la gata
«Noooo yo-yo-yo no-no sé nada de brujas… ¡Nada!», respondió el gato aterrado
«Sí que sabe. Su padres y sus abuelos eran familiares de brujas… Y él alguna vez quiso serlo también, pero ahora les tiene miedo», contó Lulu
«¡Yo no-no tengo miedo!», exclamó Botas
Lulu parecía harta de la situación. Miro a su compañero y le dijo:
«Voy comentarle a la simhumana un par de cosas. Cuando termine de hablar con ella contestarás a sus preguntas o a partir de ahora irás a cazar solo»
El gato no reaccionó.
«El idiota del Duque parece estar recobrando sus sentidos. Su adorada esposa sigue en el plano de Morfeo y no ha podido preparar ‘la medicina’. El imbécil de Egbert y la cerebro hueco de Magda no han sido capaces de sumar 2+2 y están diciendo que se trata de un milagro de la Señora que Nos Controla», empezó a contar Lulu
«¿Pero la Duquesa sigue dormida? ¡Ay, por el plumbob!», exclamó Scarlett
«Sí y no. Despierta a veces, pero no tiene fuerzas suficientes y se vuelve a dormir. El par de idiotas de Egbert y Magda dicen que el milagro de la Señora que Nos Controla se ha llevado la fortaleza de la Duquesa para dársela al Duque…», la gata puso los ojos en blanco
Scarlett hizo nota mental de llamar a Síofra. ¿Cuánto tiempo iba a estar así la Duquesa? No sabía si su estado era bueno o malo para todo lo que estaba ocurriendo con los príncipes o si podía traerle alguna consecuencia a ella (aunque parecía que Magda y Egbert, según decía Lulu, no asociaban el estado de Isabella a la visita de Scarlett, menos mal).
Nuestra chica le contó que había dado la poción a una bruja y que efectivamente la cura para el Duque era dejar de beberla. Igualmente le dio el antídoto que había hecho Odelgarde, porque mujer precavida vale por dos y porque nunca se sabe.
Mientras tanto, Botas seguía haciendo la mejor impresión de una estatua.
«Has cumplido tu juramento», declaró la gata. «Supongo que ya no te sacaré los ojos. Te has ganado parcialmente mi lealtad. Solo espero que la Duquesa siga con su cansancio… para siempre…»
«Lulu, por favor, si llega a despertar… Bueno, a volver a la normalidad, avísame. Vivo en la cabaña de allí», dijo Scarlett y señaló la casa que estaba al otro lado de la colina
«De acuerdo. Botas, contesta a Scarlett lo de la bruja», ordenó Lulu
Botas permaneció entre la maleza, pero empezó a temblar como una hoja.
«Botas, no voy a hacerte daño. Soy detective, no bruja. Estoy investigado sobre Amarantha… creo que la conocías…», empezó Scarlett
«¿Qué es ‘detective’?», preguntó el gato a Lulu en voz baja y aterrada
«Simhumanos que se entrometen en cosas que no serían de su importancia si no les pagaran o amenazaran», explicó Lulu
El gato se acercó a Scarlett lentamente y con mucha desconfianza.
«La conocí… pero ya se murió. No hay nada más. Adiós», dijo aún asustado
«Espera, por favor, necesito más detalles. Cómo la conociste, qué sabías de ella, cómo supiste de su muerte…»
«Yo-yo… es que-que…»
«¡Por Grizabella!», chilló Lulu y empezó a lamerse una pata. «Me estás avergonzando…»
«¡Perdón, lo siento, lo lamento! Eh… pueees… es lo que dice Lulu… Mis padres y mis abuelos eran familiares de bru-brujas… Me-me-me criticaban mucho porque elegí ser gato de casa y vivir cerca de la playa… Así que decidí buscar a una bruja y o-o-ofrecerle mis se-se-servicios como familiar», empezó a contar Botas en voz baja
«Vas muy bien, Botas. ¿Qué pasó después?», insistió Scarlett
«Encontré a Amarantha, pero ella no-no-no se daba cuenta de que yo quería ser su familiar… y yo ta-ta-tampoco era bueno en ello. Decidí seguir vi-vi-visitándola porque me daba chuches y me dejaba do-do-dormir cerca de la chimenea… y me dio mi propia manta. A veces la seguía a su traba-ba-ba-jo», continuó el gato
«¿Sabes si se veía con alguien?»
«Con mu-mu-mucha gente, todos los días. Los vecinos, en su trabajo, en el mercado…»
«Me refiero a alguien especial… En modo romántico», aclaró Scarlett
La cara de Botas se ensombreció y se echó para atrás.
«Con un simhumano con cara de-de-de piedra…»
Scarlett evitó una sonrisa. Podía ver el parecido de la expresión del principejo con una piedra.
«¿Y por qué tienes miedo a las brujas, Botas? ¿Te hizo algo?», preguntó preocupada
«Una vez me cambió el co-co-color con magia. Me veía muy guapo. Me dio extra de chuches ese día…», explicó el animalito. Sonaba triste
«Ya eres guapo. No necesitas nada de magia», declaró Lulu como quien habla del clima
Botas se quedó tieso y Scarlett juraría que su naricita se puso de un rosa más intenso.
«Lulu, tiene razón, eres muy guapo», dijo Scarlett con una sonrisa. «¿Quieres una chuche?»
Scarlett sacó una galleta de su inventario y un alegre botas se acercó, sin miedo, a comerla. Erik había pasado los dos últimos días cocinando desesperadamente y también había horneado galletas. Scarlett suponía que todo lo de Amarantha y Harold le había afectado, pero no decía mucho.
«Gracias», dijo Botas
«A mí nunca me das nada», soltó Lulu
«Tengo una galleta para ti también», dijo Scarlett
«No la quiero», declaró la gata con dignidad
«Bueno, si cambias de opinión solo dilo. Botas, podrías decime cómo supiste de la muerte de Amarantha»
El gato se quedó callado durante unos segundos.
«Po-po-po-porque la vi…», dijo finalmente y empezó a temblar de nuevo
«¿Viste lo que le ocurrió? ¡Ay, Botas, lo siento tanto!»
«Yo la-la-la seguí al bosque, pe-pe-pero le perdí la pista un rato… Creí haberla encontrado pero no era ella. Era el simhumano cara de piedra y la-la-la hermana de ella, la chica blancuzca con cara de pato…»
Esta vez Scarlett no pudo reprimir la sonrisa. No era momento para reírse, obviamente, pero es que este gato era bastante acertado en sus descripciones.
«¿Y qué pasó?»
«El cara de-de piedra estaba diciendo cosas en voz baja y la cara de pato solo estaba allí, de pie, como asustada. No me vieron… Fue en ese momento cuando escuché a Amarantha pelearse con otro señor cara de piedra…», contó Botas entre temblores
A Scarlett casi se le sale el corazón. ¡¿Qué rayos decía Botas?! ¿Qué estaban haciendo William e Isabella?
«De-de-de pronto apareció una luz y el otro se-se-señor cara de piedra ahora era un-un sa-sapo… y entonces Amarantha voló por los aires y salió más luz de ella… y cayó al suelo… Y la cara de-de pato corrió hacia ella llo-llo-llorando. Me asusté mucho y traté de acercarme… no po-podía creer que no se movía. El otro cara de piedra abrazó a la cara de pato. No sé qué le dijo… me acerqué más… Él tenía a Amarantha en sus brazos y le dijo a la cara de pato que atrapara al sapo. Se-se-se fue con Amarantha hacia el lago… ha-ha-hacia ESE lago», dijo Botas y miró de reojo al lago de Windslar
Scarlett se quedó congelada ante semejante historia. ¡¿Podía ser más horrible lo que le había pasado a Amarantha?!
«¡Por Grizabella!», exclamó Lulu. «Y yo me quejo del Duque loco y la Duquesa envenenadora…»
«Eh… ummm… me temo que la Duquesa envenenadora y la cara de pato son la misma persona», contó Scarlett
Ambos gatos la miraron sorprendidos.
«Era la hermana de Amarantha. Ambas salían con el mismo hombre, pero sé por seguro que Amarantha nunca lo supo…», explicó Scarlett
«No entiendo nada. ¿Qué mismo hombre? ¿Por qué había dos caras de piedra? ¿Por qué lo convierte en un sapo?», preguntó Lulu, quien se veía visiblemente molesta por no comprender la situación
Scarlett explicó todo lo que sabía.
Botas estaba tieso nuevamente y con cara de pánico. Lulu en cambio se veía molesta.
«¡Era un-un-un Príncipe…! ¡Por Deuteronomy!», chillaba Botas
«¿Qué más da? Como si era el hijo del lechero. ¡Vaya drama! ¡Ni en las mejores leyendas que cuentan en las tabernas! Nunca entenderé a los simhumanos y sus pasiones… ni mucho menos su perpetua insistencia en jerarquías internas, cuando todos son absolutamente iguales», dijo la gata
Scarlett no podía discutir con eso.
«¿Botas, sabes qué pasó con el sapo?»
El gato seguía sorprendido…
«Yo-yo me-me acerqué a él… La cara pato seguía llorando… y cuando el sapo me vio se-se-se asustó y se fue y yo lo seguí, pero lo perdí… y me fui a mi-mi-mi casa y dije que nunca, nunca, nunca más me acercaría a una bruja… y no me gusta venir solo a este lago… y ya está… no sé más»
Scarlett acarició al animalito.
El gato ronroneó y Scarlett le sonrió. Estaba haciendo todo lo posible por no echarse a llorar ahí mismo.
«Ahora sí quiero la chuche», exigió Lulu, quien a diferencia de Botas sí que se dio cuenta de que Scarlett estaba a punto de desmoronarse y necesitaba algún tipo de distracción
Scarlett le dio la galleta.
«Gracias por todo, Lulu», le dijo de corazón
«De nada. ¿Quién ha hecho esta maravilla de galleta?»
«Mi…», se detuvo a sí misma. ¿Qué eran Erik y ella realmente? ¿Qué más da? Este no era el momento para pensar en eso. «Mi amigo Erik»
«Tiene parte de mi admiración. ¡Esto es una delicia!», respondió la gata
Mientras tanto en la cabaña…
Stella cuidaba de Harold y le hablaba de todo. No sabía si la escuchaba o si la entendía, pero eso no iba a detenerla.
«Mi madrastra cree que he ido a trabajar a las montañas. Se piensa que volveré con un montón de simoleones… La muy sinvergüenza no cambia. Antes de irme me recordó que pronto será su cumpleaños… ¡Ay, Harold! ¿Te acuerdas cuando fuimos a nadar al lago de Windslar en mi cumpleaños?»
Pero una vez más Stella no obtuvo respuesta. Ni siquiera ese extraño croar que a veces emitía… En el fondo temía no haber sido suficiente. ¿Qué pasa si no había roto el hechizo completamente? Tal vez su cuerpo era humano, pero su mente seguía siendo de sapo…
Las brujas decían que había que esperar, Scarlett y Erik también, y ella se lo decía a sí misma, pero la realidad es que llevaba muchos años ‘esperando’. Estaba tan cansada y tan triste…
Harold la observó en silencio.
Mientras tanto Erik estaba en la cocina. Había pasado los dos últimos días preparando montañas de comida. La ansiedad le daba inspiración para cocinar, y cocinar le hacía pensar en el futuro y ponerse más ansioso. ¿Harold podría recuperarse? ¿Qué había pasado realmente la noche en que murió Amarantha? ¿Había sido Harold cómplice de William? ¿Qué le pediría Síofra a Scarlett? ¡Nada bueno, seguro! ¿Cuándo volvería a estar solo con Scarlett, sin príncipes sapos, ni Baronesas? ¡Kendra y Farkas en Willow Creek! La idea de Scarlett marchándose a Villa Magnolia…
Pero Scarlett seguía en Windenburg con él y, como para demostrarlo sin habérselo pedido, entró por la puerta de la cocina. Su cara era un poema triste.
«¿Qué pasa? ¿Qué dijo Odelgarde? ¿O es que pasa algo con la Duquesa?», preguntó casi sin respirar
Gracias a la lógica sim decidieron hablar en el jardín. Scarlett le contó todo con lujos y detalles. Desde la famosa poción que enloquecía al Duque, el círculo gatuno, la historia de Botas y las alabanzas de Lulu a sus galletas.
«Botas no sabe muy bien qué pasó, pero confirma lo que pensábamos. Isabella y William estaban en el bosque la noche de la muerte de Amarantha. ¡Algo hicieron!», se lamentó Scarlett
El ambiente se enfrió de pronto. Al parecer el invierno estaba comprometido a dar toques de drama cuando fuera necesario.
«Escúchame», le pidió Erik. «No podemos seguir esperando. Tenemos que hablar con los Reyes ahora mismo…»
Se sentaron en la mesa del jardín.
«Seguramente William estará allí… se enterará de lo que decimos… Podría hacerle daño a Harold… yo que sé. ¡Esto es un desastre!», empezó Scarlett
«Está de cacería. Volverá esta tarde. Tenemos tiempo…», aseguró Erik
Scarlett lo miró sorprendida.
«¿Cómo sabes eso?», le preguntó
Erik tomó aire.
«Hay algo que debes saber», le dijo
Más tarde ese día el Príncipe regresó al castillo después de un corto viaje de cacería. Ahora debía retomar todos los preparativos para su coronación, por lo que estaba bastante contento.
Sin embargo, los Reyes no parecían compartir esa felicidad. Tenían las caras más largas que de costumbre y estaban visiblemente incómodos.
El Príncipe les mostró su mejor sonrisa y trató de canalizar esa alegría que caracterizaba a su nuevo yo.
«¿Pero quién se ha muerto? ¿Pasa algo?», preguntó a sus padres
«Estamos un poco decepcionados, cariño…», explicó su madre. «No tiene que ver contigo»
«Fuimos bastante estúpidos», aseguró su padre. Le temblaba un poco la voz
«Tenías razón sobre los Longcrow», siguió la Reina
«¿Los qué…?», preguntó el Príncipe confundido
«Los detectives que contratamos. Fueron una pérdida de tiempo…», se lamentó la Reina
«Los contratamos para investigar lo de la joven de la zapatilla y se han metido ellos solos a investigar la desaparición de tu hermano», contó el Rey
El Príncipe no pudo disimular su preocupación.
«Les dijimos claramente que no queríamos indagar más en lo de William y aún así tienen la desfachatez de venir aquí con ese tema. ¡Todo por el dinero!», la Reina sonaba furiosa
«¡¿Pero qué han contado?!», preguntó el Príncipe
«¡Pamplinas! ¡Solo pamplinas!», exclamó el Rey. «No vale la pena repetir nada de sus desafortunadas palabras. Los hemos despedido»
«Si los vieras… Dijeron, además, haber encontrado a la joven de la zapatilla: Stella de Cinder», contó la Reina indignada
El Príncipe no pudo disimular su asombro. No había pensado en Stella de Cinder en años. Había escuchado lo de su padre y que había caído en la pobreza, pero nada más. ¡Por eso le resultaba familiar! ¡Stella siempre había sido una gran bailarina! ¿Cómo no se había acordado de ella?
«¿Cómo va a ser Stella de Cinder la joven de la zapatilla si la pobre no tiene un céntimo? Dicen que buscó ayuda con un hada para su vestido. ¡Un hada! ¡Todos sabemos que las hadas no existen en Los Sims 4! Me dicen que la Señora que Nos Controla usa un mod… Al principio hicieron mención a lo del hada y decidí creerles, porque mucho he visto ya en esta vida… Pero… la pobre Stella buscando el favor de un hada para venir a un baile al que ya estaba invitada. ¡Ridículo!», chilló la Reina
«Ese par de detectives nunca ha sido de mi agrado, pero, más allá de lo del hada, tal vez habría que hablar con Stella. ¿No creen? Escuchar su lado de la historia… si es que lo tiene», sugirió el Príncipe con su espíritu siempre conciliador…
«¡No hay nada qué preguntar, hijo! Vinieron a decir que Stella asistió al baile para verte a ti, porque supuestamente tenía una aventura contigo… Desde antes de comprometerse con nuestro William», explicó el Rey
Al Príncipe se le cortó la respiración… ¿Sería verdad? ¡Por eso lo había besado! Y había huido porque… ¡No! ¡No podía ser! ¡Maldita sea! ¡Tenía que hablar con Isabella!
«Yo… yo jamás…», empezó
«Lo sabemos cariño. Es todo un circo… En fin, dejemos esto de lado. Vamos a cenar. Hemos tenido un día muy duro tu padre y yo»
Los sirvientes sirvieron la cena. Los Reyes comían en silencio, aún con cara de pena. El Príncipe disimuló su preocupación con varias copas de néctar y se preguntó a sí mismo qué diría su hermano…
«Siento mucho los resultados de todo esto», dijo finalmente. «Sé que lo hacían por mí. Lamento que ese par haya resultado ser tan nefasto. Creo que es mejor no involucrar a la pobre Stella en esta situación. Es una víctima más de las mentiras de esos dos»
«Demasiado tiene ya la pobre criatura», dijo el Rey
Después de cenar, el Príncipe pidió que le prepararan el baño.
¿Sería cierto lo que decían los detectives? ¿Stella y su hermano…? ¡Ja! Seguramente lo era… cómo no iba a serlo. Harold no era más que un envidioso y seguramente había seducido a Stella… Quería su corona y a su prometida… Pero si la supuesta relación había empezado antes de su compromiso con ella… ¿Qué más daba?
Se tuvo que reír… Harold estaba más presente que nunca, incluso en plena ausencia. ¡Siempre salía ganando de una forma u otra!
Pero ese ‘triunfo’ de su perdido hermano no duraría. Tenía que averiguar qué sabían los detectives de su hermano y de él… y tenía que pensar qué hacer con Stella. Seguramente lo había reconocido en el baile… por eso había huido, la muy estúpida…
Tenía que ver a Isabella, pedirle que preparara sus pociones… Algo se le ocurriría.
Iba a estar insoportable cuando le dijera que había tenido razón al preocuparse por la investigación del hombre del moño y la mujer palo.
Terminó su baño y se vistió. Al entrar a la habitación vio que tenía una carta. Supo por el sello que la remitente era Isabella.
Le decía que había estado ‘indispuesta’ los últimos días, pero que tenía que verle urgentemente. Lo esperaría en el bosque al caer la noche.
¡Como anillo al dedo!
El Príncipe llegó al bosque y no había ni rastro de Isabella. No solía llegar tarde, a menos que estuviera molesta… ¿Y ahora por qué? Sabía que la esposa palo del detective había ido a verla con no se qué excusa… Suponía que había descubierto algo… ¿será que era efectivamente una bruja?
Esperó y esperó… Se estaba hartando ya. Además, estaba empezando a hacer bastante frío. Se quedaría unos minutos más y si no aparecía…
«No vendrá», dijo una voz conocida
El Príncipe se giró hacia la voz y se encontró una espada apuntando a su corazón. ¡No podía ser!
Escuchó pasos detrás de él. Estaba rodeado.
«Haz el más mínimo movimiento y te corto en pedazos», amenazó la Reina
Literalmente me está matando la intriga!