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Caperucita y el detective - Capítulo 40


Los días pasaban y el Príncipe aún no salía de su asombro. Sus padres no habían ido a verlo al calabozo, solo los guardias iban a llevarle comida y no le dirigían la palabra. Aún no tenía respuesta a nada de lo que había pasado, solo suposiciones…

Y era todo su culpa… por no escuchar a Isabella, por subestimar al imbécil del detective y a la mujercita esa… ¿Pero cómo…? ¿Cómo lo habían descubierto? Una vez más resultaba perdedor… una vez más…


Tenía que encontrar una forma de salir de esto… Pero no sabía contra qué jugaba…

El sonido de unos pasos interrumpió sus lamentos. Sintió que el frío recorría su espalda y se le cortó la respiración. Conocía esos pasos… eran sus padres.

Los reyes entraron al calabozo lentamente. El Príncipe se había imaginado ese momento durante días, pero ahora que era realidad no sabía cómo reaccionar.

Se detuvieron frente a su celda y lo miraron fijamente.


«Levántate, William», exigió su madre


«Mamá…», dijo sin poder moverse de la silla


«Tu madre, la Reina, te ha dicho que te levantes», soltó su padre con voz seca. Nunca lo había escuchado así

Se puso de pie poco a poco, pero no pudo contener la rabia que sentía.


«¿Hasta cuándo pretenden dejarme aquí? ¡Soy el Príncipe! ¡El heredero!», gritaba

«Y un mentiroso, entre otras cosas», añadió la Reina. «Dinos toda la verdad, William. ¿Por qué hiciste todo esto? ¿Dónde está tu hermano? Tienes UNA oportunidad»


El Príncipe miró al suelo… ya no tenía nada qué perder… ¿o sí?

«¿Qué crees? ¿Que soy el villano que se encierra en su guarida a tramar planes malvados y se ríe a carcajadas mientras tanto?», replicó


Los reyes se mantuvieron en silencio. Esto enfureció más al Príncipe. Su cabeza daba mil vueltas… Debía tener cuidado con lo que contaba…


«William, por favor…», pidió su padre. Su voz seguía siendo seca, pero el Príncipe notó que estaba apunto de romperse…

«Fue todo un accidente, papá… Yo… tenía tanto miedo…», empezó el Príncipe. No podía contarlo todo…


«Continúa», pidió la Reina

«Siempre supe que querías que mi hermano heredara en lugar de mí», le dijo a su madre. «Querías arrebatarme mi derecho para dárselo a un borracho, cuyo único talento eran las palabras vacías»


El rostro de la Reina se ensombreció.

«Te equivocas. Fue mi idea, no de tu madre», aclaró el Rey. «No veía en ti un solo ápice de felicidad. Vivías el día a día como si fuera un libro de instrucciones a seguir. Me preocupaba que no tuvieras corazón, ni compasión… Pensé que podrías ser feliz de otra manera o terminarías siendo un tirano»


Por primera vez William no supo qué contestar.

«Harold siempre se negó a ser proclamado heredero. Decía que éramos nosotros que no te entendíamos, que tenías mucha presión, pero que nadie mejor que tú para ser Rey», contó la Reina y se echó a reír de la frustración


«Solo lo dices para protegerlo, para que él sea el bueno y yo, como siempre, el insuficiente, el malo. Pero no sabes ni la mitad de las cosas», replicó William


«Me estoy cansando de tus berrinches. Eres un hombre, no un bebé. Dime dónde está tu hermano de una vez», exigió la Reina

«¡No lo sé!», chilló. «¡Esa noche fue una locura!»


Las lágrimas recorrieron el rostro del Príncipe…


«Ustedes estaban de viaje y yo estaba a cargo de todo. Harold actuaba muy raro… quería hablar conmigo, así que le dije que nos encontráramos en el bosque. Necesitaba salir de estas cuatro paredes y pensé que era el mejor lugar… Sospechaba que quería contarme lo de la herencia… que finalmente aceptaría…»

«Esperé por él durante más de una hora. Había estado lloviendo por la mañana y hacía bastante frío. Asumí que seguiría en su cama, en plena siesta, que no tendría el valor para venir a decirme que quería mi trono»

«Pero apareció, cuando le dio la gana, claro, y con varios tragos de más. Ni un minuto había pasado y ya estaba con sus burlas y sus chistes»

«¡Por el plumbob! Puede llover, nevar, caer rayos, olas de calor, lo que sea y tú siempre con tu peinado de señor estirado. ¿Cómo lo haces?», dijo nada más verme


Traté de no darle importancia, pero seguía riéndose como un idiota.

Era su comportamiento normal, pero no terminaba de ir al grano. Seguía riéndose de mi y hasta empezó a peinarse como yo.


«A ver si así me veo más digno», decía entre risas


«Bueno, ahora sí que pareces un simhumano decente y no un borracho de taberna de quinta», le dije. Me estaba cansando ya…

«¡No te ofusques que se te pone peor la cara de estreñido! ¡Ven, relájate!».


Por supuesto, llevaba una botella de néctar en su inventario. La sacó tan rápido como pudo y nos sirvió a ambos.

«Por ti», dijo


«Por el reino», contesté


No paraba de beber y no tuve el valor para exigirle que me dijera que pretendía quedarse con mi trono. No quería escuchar esas palabras de él… Mi propio hermano…


Sacó una botella tras otra y yo le seguí el juego…


Había bebido tanto que sentía que el suelo se movía. Mi barra de vejiga estaba en rojo, así que busqué el arbusto más cercano…


Él se quedó solo, tan tranquilo, riéndose de nada… o de mí, quién sabe. Y al rato ella apareció…

La vi desde el arbusto. No sabía quién era, pero parecía furiosa… «¿Qué habrás hecho, Harold?», pensé


Él intentó besarla y ella lo rechazó. Empezaron a gritarse y a pelear. Me quedé en el arbusto. No estaba para meterme en líos de nadie…

En el estado en el que estaba casi no entendía lo que decían, pero nunca había visto a Harold tan furioso. Le gritaba e insultaba sin parar…

De pronto vi cómo salían luces de la mano de la mujer. ¡Era una bruja! Harold desapareció y yo me quedé petrificado.

Pero, de pronto, las luces aparecieron en el cuerpo de ella. Vi cómo volaba por los aires y se retorcía. No sabía qué hacer…

La mujer cayó al suelo inmóvil…


Me acerqué como pude. Tenía miedo… ¿y dónde estaba Harold?

«Miré al suelo y noté que en su lugar había una rana… No podía creerlo. No sabía qué hacer. Me acerqué a la mujer y en ese momento Harold huyó… Estuve buscándolo durante horas, pero había bebido demasiado y tenía miedo de que la bruja… de que no estuviera muerta…»

«No sabía quién era esa mujer, pero sí de lo que era capaz. Estaba enloquecido y pensé que podría regresar… Así que la tomé en mis brazos y la dejé en el lago»

«Vi cómo su cuerpo se hundía y salí corriendo»

«¡Por la Señora Que Nos Controla! ¿Cómo pudiste? ¿Por qué no dijiste nada?», chilló la Reina


«Estaba aterrado, mamá. No podía pensar bien. ¡Ponte en mi lugar por una vez!»


La Reina reprimió las lágrimas.

«Volví al castillo y seguí bebiendo. Intenté convencerme a mí mismo de que no era real… de que nada de lo que había visto podía ser verdad…»

«Al día siguiente uno de los guardias me despertó. Me había quedado dormido en la entrada de la torre. Muy confianzudo empezó a reírse de mí… ‘Cada día peor, Harold. Sigue así y un día de estos te despertarás no con mi cara bonita, sino con la de La Parca'»


El Príncipe tomó aire…

«Me llevó a la habitación de Harold… Yo seguía sin saber qué hacer… Me miré al espejo… estaba asqueroso, destruido. ¿Cómo no iban a confundirme con mi hermano? ¿Cómo iba yo a decir que Harold era ahora una rana y que estaba perdido? ¡Nadie me iba a creer y si lo hacían me culparían! ¡Pensé que ustedes me acusarían!», soltó el Príncipe

«¿Y lo único que se te ocurrió fue seguir el juego y engañarnos a todos, no? Todo muy normal… Ni pensaste en seguir buscando a tu hermano… ¡NI SIQUIERA ESO!», gritó la Reina

El Príncipe lloró desconsolado…


«Pensé… pensé que si yo… que si yo era él ustedes por fin me querrían… Que todo sería más fácil… Estaba aterrado», dijo entre lágrimas


Los Reyes miraron al suelo. Nuevamente la Reina volvió a sentirse la peor madre de la simtierra.


«Es usted un contador de historias… pasable», dijo una voz

El Príncipe levantó el rostro y se encontró frente a frente con el detective maraña y la mujer.


Así que habían estado escuchando todo…

«Si escuché correctamente, la Reina solo le dio a usted, BENJI, una oportunidad para contarlo todo… y ciertamente no la ha desaprovechado», dijo ese maldito hombre entrometido con aires de superioridad. «Pero ahora voy a contar yo la versión sin editar»

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2 Comments


María Castro
María Castro
Mar 17, 2023

Estaba desayunando mientras leía los últimos capítulos. No puedo creer q Benji sea tan caradura! Pobres reyes, me dan pena!

Para cuándo nuestro detective va a ser sincero con su tan amada Scarlett?????

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simmersomar
simmersomar
Mar 17, 2023
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¡Ay, de verdad que muchísimas gracias por leerlo! Me alegra muchísimo :) Nuestro Benji caradura hasta el final. Aunque tal vez tiene alguna razón para mentir... Ya veremos. Y nuestro Erik, pues eso mismo digo yo... pero es que el señor, aunque va de muy seguro por la vida tiene traumitas :(

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