Scarlett llegó a la Taberna de Pandulfo, un señor que había sido amigo de su padre. Estaba lloviendo y no tenía un céntimo. Pero lo más preocupante es que sus ideas se acababan aquí. Si Pandulfo no la ayudaba tendría que dormir bajo la lluvia…
La Taberna estaba a punto de explotar por la cantidad de gente. Tanto, que Scarlett se preguntó si La Señora que nos controla no estaría quejándose del lag. Pandulfo la vio desde la barra y la reconoció al instante.
El tabernero corrió hacia ella y le dio un fuerte abrazo.
«Scarlett, mi niña. ¡Qué grande estás! Eres la viva imagen de tu padre»
«La cara de avena la saqué de él», rio Scarlett
Pandulfo la notó nerviosa y la llevó con él a la barra. Algo le decía que Scarlett no estaba aquí por casualidad…
El hombre le sirvió una bebida y le preguntó directamente qué le pasaba. Tenía mucho tiempo sin verla y sabía que ni ella ni su madre vendrían por aquí solo porque sí…
«¡Me robaron!», exclamó la muchacha. «Voy en camino a casa de mi abuela… dos hombres, bueno tres, me quitaron mi dinero… Soy una estúpida»
«¡No digas eso, Scarlett! Ni que fuera tu culpa. Últimamente estamos plagados de bandidos, y más con tanta gente, como ahora. Lo importante es que estás bien»
«Sí, pero ahora cómo voy a llegar a casa de mi abuela… sin un céntimo. Tengo que volver a mi casa, no puedo continuar el viaje así»
Pandulfo miró al suelo… no sabía cómo decírselo…
«¿Tu abuela vive en Villa Magnolia, verdad?», preguntó preocupado.
«Sí»
«¡Ay, mi niñaaaa! Supongo que pretendías ir allí a través del puente del Freezer Bunny. ¿Verdad?»
Scarlett asintió. No había que ser un genio para saber que lo que venía era una mala noticia.
«Está cerrado, cariño… Las tormentas lo destruyeron. Esta mañana lo cerraron y al poco tiempo empezó a desmoronarse. Por eso hay tanta gente en la taberna… Lo siento mucho, Scarlett. Tendrás que ir hasta Newcrest y pasar por Windenburg para poder llegar a Villa Magnolia»
Nuestra pobre y soñadora Scarlett se echó a llorar. Definitivamente esta aventura, como la llamaba su madre, estaba maldita. Uno de los ladrones le había dicho que el puente estaba cerrado y ella no le creyó, por obvias razones. ¿Algo más podría salir mal?
«¡No llores más, mi niña! Hagamos algo, yo puedo prestarte unos 300 simoleones para el camino. No es mucho, pero si logras viajar con alguien seguro te rendirá. Mira, esa familia de allí va hasta Windenburg», dijo Pandulfo y señaló a un hombre de pelo blanco que estaba con un niño y una chica con un vestido azul.
«Pero, Pandulfo, yo no puedo pagarte eso… es mucho más que lo que me robaron», dijo nuestra pobre Scarlett.
«No importa, me lo pagas cuando se pueda. Eres la hija de Lucan y él era como un hermano para mí. Lo único, querida, es que la posada está llena esta noche… no quedan habitaciones libres»
«Puedo dormir donde sea, Pandulfo, de verdad. Ya has hecho mucho por mí… Voy a hablar con ese señor y si no, pues mañana volveré a casa con mi madre»
Nuestra triste y poco esperanzada protagonista se acercó a la familia y preguntó si podía sentarse con ellos un momento. La chica del vestido azul dijo que sí, parecía amigable.
«Perdón por molestar, me llamo Scarlett Hood. Voy de camino a Villa Magnolia y me dice Pandulfo…»
«¡¿Quién?!», chilló el anciano.
«Pandulfo, el tabernero, papá», dijo la chica. «Yo me llamo Elara Villacierta. Este es mi padre, Jack Villacierta, y mi hermano Maxence Villacierta. Nosotros vamos a Windenburg… Supongo que te habrá tomado por sorpresa lo del puente ¿verdad? A nosotros también»
«¡Cállate ya, Elara!», gritó el padre. «¿Qué quieres, niña?»
Scarlett dudó. Este viejo era un imbécil…
«Pueees… ya que vamos en la misma dirección, me preguntaba si podría unirme a ustedes…»
«¡Pero claro…», comenzó a decir Elara
«… que no», la cortó el hombre. «¿Qué te crees, que somos un albergue?»
«Obviamente no. Solo pensé que era mejor viajar con alguien…»
«Pues eso tenías que haberlo pensado antes de viajar sola. Si quieres unirte a nosotros no va a ser gratis. Mil simoleones, niña»
«¡Pero, papá, por favor!», exclamó Elara
«¿Mil simoleones? Entiendo que no será por la amable compañía. No voy a pagar un céntimo por viajar con usted. Lamento mucho que sus hijos tengan que sufrir a alguien como usted, pero bueno… tampoco es que le quede mucho en esta tierra. Tal vez ni sobreviva el viaje», soltó Scarlett.
Elara soltó una risita y el niño se quedó congelado. El anciano no supo qué decir…
Scarlett se levantó con la dignidad que le quedaba.
Nuestra querida, decepcionada y preocupada Scarlett encontró un lugar donde dormir dentro de la posada, mejor eso que nada. Estaba aterrada.
Le venía a la mente la imagen del bosque, de aquel hombre hablándole y luego sentía presión en el cuello. Recordaba al melenudo que supuestamente la había intentado ayudar… Tres ladrones muy creativos.
Esperaba no tener que encontrárselos en el camino de vuelta… ¿Qué diría su madre cuando la viera? ¡Por el plumbob! ¿Y la vieja…? ¿Qué sería de ella? Estaba enferma y sola… si de verdad estaba tan mal, tal vez no llegaría a tiempo…
Ahora que lo pensaba, su madre nunca le había mostrado la carta de su abuela. ¡Qué tonta! Debió pedírsela… Pero con la pelea y todo el drama, pues se le olvidó…
Sí, nuestra Scarlett, además de soñadora y lengua viperina es muy ingenua…
La pobre se acostó y cerró los ojos. Sabía que en verdad no dormiría, pero tal vez si fingía hacerlo eventualmente su cuerpo lo creería y se dormiría de verdad… ¿cierto?
Ostras q acabo de entrar y son aki en blog . Mañana me pongo al lioooo. ♥️♥️