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Scarlett salió corriendo detrás del melenudo. No era de rogarle a nadie, pero nuevamente se le vino a la mente las palabras de su madre «Nadie merece morir sintiéndose abandonado por su familia».
«¡Espera, Erik!»
El melenudo tuvo la decencia de girarse hacia ella…
«Por favor, de verdad que siento muchísimo mi comportamiento. No te pediría esto si no fuera importante, de verdad… Mi abuela está…»
«Muy enferma, sí. ¿Qué tiene?»
Scarlett se quedó muda. No lo sabía. Su madre no lo había dicho. Suponía que la vieja no lo había especificado.
«No lo decía en su carta, pero sé que está mal», respondió finalmente
«¿Y a ti qué más te da ir sola o ir conmigo?», soltó Erik
«¡Nunca he viajado sola! Apenas pongo un pie fuera de Glimmerbrook y me roban. Prefiero ir acompañada»
«Pero yo solo voy hasta Windenburg…», aclaró el melenudo
«Lo sé…», dijo Scarlett
«Mira, Carmen, escúchame bien. En el extraño caso en el que te permitiera acompañarme, y grábate esto, solo lo haré hasta Windenburg. No pienso ir contigo a Villa Magnolia», dijo Erik
«No, no podría pedirte eso. Además, si no es tu destino… Mira, te digo algo. Pandulfo me ha prestado dinero, mi idea es pedir una carreta-taxi una vez que esté en Windenburg. Así podré llegar a Villa Magnolia. No sé si será dinero suficiente, pero si no puedo buscar algún trabajo esporádico»
Erik dudó…
«¿Y yo qué gano?», preguntó con una sonrisa traviesa y una mirada perversa. Esperaba espantarla con eso, pero no creía que funcionara. La muchacha tenía pinta de santurrona, pero luego tenía unas salidas…
Scarlett lo miró. ¿Qué se creía el melenudo ese? ¡Será payaso!
«Ay, por favor, ya te dije todas las razones por las que soy una excelente compañera de viaje. Conozco muchas historias, sé coser, lavar, cocinar…»
«Pero yo no quiero una sirvienta»
«¿Y qué quieres? Dímelo claramente», soltó nuestra chica ya casi desesperada
Erik suspiró… le daba pena la muchacha. Hizo cálculos rápidos en su mente… quedaban 7 días para… en fin… tendrían que darse prisa.
«Mira, ya te he hecho sufrir demasiado. No quiero nada de ti… no en ‘ese’ sentido. Puedes acompañarme, si quieres… Eso sí… te encargarás de lavar la ropa. No hay tarea que odie más en el mundo»
«¿En serio? ¡¿De verdad?! ¡Gracias, gracias! No habrá ropa más limpia, lo prometo»
Scarlett corrió a la taberna a buscar sus cosas y a despedirse de Pandulfo. Prometió pagarle en cuanto estuviera de vuelta. No sabía cómo pero bueno… de alguna forma se las ingeniaría…
Se puso su capa roja y se fue con el melenudo en dirección a Windenburg. Tendrían que atravesar Newcrest para llegar a Windenburg, lo cual les tomaría varios días, pero bueno… mejor eso que nada.
«Por cierto, me llamo Scarlett, no Carmen»
«Lo sé. No soy de olvidar ni confundir nombres», respondió el melenudo
«Será imbécil», pensó Scarlett, pero no iba a darle la satisfacción, así que solo rio.
Después de varias horas de recorrido decidieron detenerse y montar campamento. Afortunadamente Erik tenía otra tienda y se la ofreció para que ella durmiera. Pronto anochecería…
Mientras él armaba el campamento ella preparaba la fogata. Quería preguntarle muchas cosas al melenudo, pero él se había pasado el viaje hablando de los kilómetros que tenían que recorrer cada día para llegar en 5-6 días a Windenburg. La verdad es que era un poco locura… ella había calculado que tardarían unos 8-10 días, pero decidió no decir nada… por el momento.
El melenudo preparó la cena. Cocinaba muy bien, la verdad.
«Eres buen cocinero», le dijo la muchacha
«Siempre me lo dicen. Tal vez tendría que haberme dedicado a ello. Ganaría más dinero. ¿Tú qué haces, Scarlett?
«Ayudar a mi madre. Es la costurera del pueblo… supongo que eventualmente me quedaré yo con el negocio…»
«Mmmm… ¿y qué eres?», le preguntó dándoselas de profundo
«¿Eh? Pues la ayudante de mi madre… su aprendiz, supongo»
«No, no me refiero a eso. Lo que uno hace y lo que uno es son cosas diferentes»
«¿Has estado bebiendo?», preguntó Scarlett con genuina curiosidad. Erik se echó a reír
«¿Qué pasa? ¿No me ves capaz de preguntar algo así sin una gota de alcohol?»
«Es que no es algo que me suelan preguntar. ¿Qué soy? Un ser simhumano… una viajera… una lectora de aventuras. Mi vida no es muy divertida ¿sabes? Todos los días son iguales. ¿Por qué no me cuentas tú algo de ti? Supongo que tu vida es mil veces más interesante»
Erik rio…
«No lo creo… He perdido mucho dinero últimamente… Voy a Windenburg a trabajar. Me espera un nuevo caso que posiblemente me dará mucho, pero mucho dinero… si logro resolverlo, claro»
«O sea que eres como un detective ambulante»
«Algo así. Es verdad que antes tenía un caballo y algunas veces podía pagar mi propio carruaje, pero como te digo… he hecho unas… malas inversiones. Por eso voy a pie a Windenburg… Afortunadamente el caso puede esperarme. Como verás tampoco es que mi vida sea una maravilla»
«Mas divertida que la mía seguro que es. He leído muchos libros de misterio ¿sabes? Aunque supongo que no se pueden comparar con la vida real…», suspiró Scarlett
«Sim Marple, Simlock Holmes… son mis libros favoritos», dijo el melenudo sonriente
¿Leía? ¿El melenudo leía? ¿Pero… qué?
Se quedaron hablando de los libros de Sim Marple y de Simlock Holmes hasta que el fuego se apagó. El melenudo se los había leído todos. Según le había contado, ya era aprendiz de detective cuando empezó a leerlos. Aunque sonara raro había aprendido mucho con esos libros…
«No hay nada más fantástico que la realidad. Esa frase es la base de todo mi trabajo», le había contado.
Erik no podía creer que la muchacha resultara tan agradable. Habían hablado de esos libros que para él eran tan especiales. Como él la chica había intentado resolver el misterio de cada libro antes de terminarlo… y al igual que él había fallado en la mayoría. Al final era verdad que la chica esta era buena compañera de viaje…
Se fueron a dormir, cada uno a su tienda. Afortunadamente esa noche la tormenta había decidido llover en otro lado.
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